Preclásico del Altiplano

Con este nombre se designa a los distintos grupos que habitaron la zona central de México, durante el periodo 2500 a.C.-200 d.C. Se trata de sociedades que vivieron el fundamental paso de un modo de subsistencia basado en la caza de animales y la recolección de plantas a otro en el que la fuente de alimentación primordial eran las plantas cultivadas, principalmente el maíz. Experimentaron también otra transformación fundamental, la de la vida nómada a la sedentaria. Las primeras aldeas eran pequeñas y contaban con unas cuantas casas –todas con características similares– situadas sin mayor orden junto a las tierras de cultivo. Paulatinamente esta situación fue cambiando y empezaron a darse transformaciones tanto al interior de las aldeas, en las que algunas casas ya eran de un mayor tamaño respecto de otras –pues sus habitantes gozaban de una mejor posición social–, como a nivel regional. Algunas aldeas empezaron a crecer más que otras y en las de mayor tamaño empezaron a construirse edificios cuya función era distinta de la habitacional. Si bien estas aldeas eran en principio autosuficientes, mantenían contactos entre sí y a la larga se establecieron redes de comercio, en las que además de bienes circularían ideas y prácticas culturales. Para el Preclásico Medio, las sociedades del Altiplano estaban claramente jerarquizadas, lo que se refleja en diversos aspectos como las construcciones, la calidad de las ofrendas mortuorias y una vida ritual cada vez más compleja. En ese entonces ya se habían desarrollado algunas tradiciones claramente locales, si bien en varios lugares se nota la presencia de elementos característicos de la cultura olmeca. Para el Preclásico Tardío, el Altiplano es escenario del desarrollo de algunas de las primeras grandes ciudades de Mesoamérica, en las que no sólo se concentra una buena cantidad de pobladores, sino que se levantan estructuras públicas de proporciones monumentales, indicio de la existencia de un gobierno capaz de organizar esfuerzos sociales masivos.

Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 34, Culturas prehispánicas de México.

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