Arqueología de la Costa del Pacífico Norte de Baja California

Rubén F. García Lozano, Gengis J. Ovilla Rayo

La península de Baja California es particularmente rica en vestigios arqueológicos de cazadores, recolectores, pescadores. Durante los últimos 25 años en la costa noroeste del océano Pacífico se han puesto en marcha varios proyectos de investigación que han revelado la compleja y larga secuencia cultural de una zona que permanecía inexplorada y desconocida a los ojos de la arqueología mexicana.

 

En el litoral noroeste del océano Pacífico se encuentra dispersa una gran cantidad de antiguos campamentos estacionales y semipermanentes donde habitaron sociedades nómadas y seminómadas en la época prehispánica; esos grupos humanos tenían una economía basada en la recolección de moluscos y vegetales, la pesca ribereña y la cacería de mamíferos marinos y terrestres.

Los primeros trabajos de reconocimiento arqueológico en la región se remontan a finales de la década de 1920, cuando el arqueólogo Malcolm J. Rogers, del Museo del Hombre de San Diego, documentó algunos sitios costeros y recuperó varios artefactos. Gracias a sus indagaciones Rogers determinó un vínculo arqueológico entre las costas de San Diego y el noroeste de Baja California. Hacia 1991 el INAH iniciaría sus labores en la zona con el proyecto de registro de sitios ubicados entre Punta Banda y Playas de Tijuana, efectuado por los arqueólogos Jesús Mora y Óscar Rodríguez; a partir de ese momento se realizaron varios proyectos de investigación en la modalidad de salvamento arqueológico. En la localidad de Bajamar-Jatay destacan los trabajos de Magdalena Reina, Jorge Serrano, Rubén García, Gengis Ovilla, D. Drakich y Montserrat Fonseca, mientras que Costa Azul-La Jovita ha sido explorada por Arturo Márquez, C. Salcido, Fernando Oviedo, Manuel Pérez, María Flores y recientemente por quienes suscriben el presente artículo.

La región arqueológica costa del Pacífico norte de Baja California se localiza alrededor del paralelo 32, donde la península se desprende geográficamente del territorio continental y forma parte de la subregión biótica San Dieguina –que incluye las costas de los condados de Orange y San Diego, California–; el clima es de tipo mediterráneo seco y la vegetación se compone de matorral bajo costero con predominancia de agaves (Agave shawii). El litoral es particularmente accidentado, muestra acantilados rocosos de origen volcánico que se intercalan con algunos trechos de playas arenosas; tierra adentro la orografía se distingue por planicies, lomeríos bajos y cerros que ganan altura al acercarse a la Sierra Juárez; además, por innumerables cañadas escurren las aguas de las limitadas lluvias invernales.

Los sitios arqueológicos se caracterizan por la presencia de gran cantidad de conchas fragmentadas en superficie –de ahí que también sean conocidos como “concheros”. Esos antiguos campamentos estacionales o semipermanentes se ubican generalmente cerca de fuentes de aprovisionamiento de agua y de recursos alimenticios vegetales y animales; pueden ser pequeños manchones de concha muy fragmentada con algunas herramientas de piedra dispersas en superficies de 50 metros cuadrados o incluso de una hectárea, y muestran profundidades de entre 60 cm y un metro. Sus deposiciones son resultado de la acumulación de residuos materiales producto de la actividad humana; restos de hornos y fogatas, utensilios de piedra para la cacería y procesamiento de alimentos, diversos artefactos manufacturados en hueso y concha, desechos alimenticios de fauna marina y terrestre; los restos mortales de sus antiguos habitantes dan cuenta de un complejo entramado ocupacional que persistió literalmente por milenios.

Los estudios efectuados hasta ahora concluyen que los sitios fueron ocupados y reocupados de manera intensiva e intermitente durante determinados lapsos. Su cronología abarca los periodos conocidos como Arcaico (cerca de 8000-1500 años antes del presente), durante el cual se desarrolló el complejo arqueológico conocido como La Jolla, y la Prehistoria Tardía (desde 1500 años antes del presente hasta el siglo XVIII), cuando se presentan ciertas innovaciones culturales y tecnológicas con respecto al periodo que le precede.

 

Escasas huellas del Paleoindígena

Entre las culturas arqueológicas más antiguas documentadas hasta la fecha en las áreas geográficas adyacentes a nuestra región está el complejo arqueológico Lago Mojave (11000-8000 años antes del presente), que comprende las tierras áridas y semiáridas del sur de California; los materiales líticos representativos son artefactos bifaciales pedunculados (puntas de proyectil y cuchillos) y crescénticos (bifaciales en forma de luna creciente).
Una segunda cultura arqueológica la constituye la cultura Clovis (11500-10900 años antes del presente), usualmente asociada a la cacería de megafauna del Pleistoceno, cuyos artefactos diagnósticos son las puntas de proyectil acanaladas. Hasta hoy en día no se ha documentado ningún sitio de dichas culturas en la costa, aunque hay que señalar que en dos campamentos tardíos de Bajamar-Jatay se recuperaron dos artefactos líticos paleoindígenas fragmentados, probablemente recogidos de sus sitios originales tierra adentro, y que fueron intercambiados y usados como reliquias por habitantes del Arcaico y la Prehistoria Tardía.
Una tercera cultura paleoamericana es la que  está intrínsecamente ligada a la explotación de los recursos litorales y marinos. En la costa centro-sur de California, específicamente en las islas del norte del Canal de Santa Bárbara, se han localizado recientemente restos materiales de grupos humanos paleocosteros que explotaron el litoral marino entre 12200 y 11200 años antes del presente.

En nuestra región de estudio la ocupación humana más temprana registrada es la de Abrigo de los Escorpiones, ubicado 95 km al sur de la ciudad de Ensenada; los datos recuperados por Alan Bryan y Ruth Gruhn (2006) indican que el lugar funcionó como una estación de marisqueo –principalmente para cocinado y consumo de moluscos– desde el Holoceno Temprano hasta la Prehistoria Tardía. Las fechas más antiguas son de alrededor de 9000 años antes del presente, lo que muestra que desde esas fechas los primeros ocupantes explotaban significativamente los recursos del litoral.

 

 Rubén F. García Lozano. Antropólogo con especialidad en arqueología por la Universidad Veracruzana. Ha efectuado investigaciones en la costa noroeste de Baja California y colaborado en proyectos para la Dirección de Salvamento Arqueológico y los centros INAH Baja California, Oaxaca y Colima.

 Gengis Judith Ovilla Rayo. Antropóloga con especialidad en arqueología por la Universidad Veracruzana. Ha trabajado en diversos proyectos para la Dirección de Salvamento Arqueológico y los centros INAH Oaxaca y Baja California. Desde 2005 realiza investigaciones en la costa noroeste de Baja California.

 

García Lozano, Rubén F., Gengis J. Ovilla Rayo, “Arqueología de la Costa del Pacífico Norte de Baja California”, Arqueología Mexicana núm. 147, pp. 28-33.

 

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