Augurios y sueños

TRADICIÓN ORAL INDÍGENA MEXICANA

Elisa Ramírez

 

En cualquier comunidad, en cualquier lengua, en cualquier tiempo, ciertos comportamientos, acciones o imágenes repercuten en lo que sucederá en el futuro. Advertencias, signos, coincidencias que se traducen en predicciones, pronósticos, creencias, augurios, interpretaciones: en toda mente, hasta en la más científica, cabe un poco de magia, de superstición.

La lectura de estos avisos del mundo externo o de lo que anuncian los sueños difiere. Los pájaros sirven para saber el tiempo; los ancianos saben si cantan sólo porque están contentos o por otra cosa, un cenzontle en noche de luna anuncia buena marea; un lele (correcaminos) anuncia, si hay norte, que va a venir la calma; o, si hay calma, que va a venir el norte. Otras aves cantan para anunciar visita —también la lumbre y la ceniza anuncian que alguien viene, si se saben oír. Cualquier animal de monte que viene al pueblo, es mala señal, se hace animal de tentación. Así creen los huaves; veamos algunos otros consejos o augurios.

 

Augurios nahuas (Zongolica, Veracruz):

No se debe pasar sobre un perro; porque puede uno andarse perdiendo por el camino.

No debe lamerse la cuchara con comida; porque se vuelve uno entrometido (al metiche se le llama boca de cuchara).

La mujer no deberá moler por el frente del metate (por la parte baja); pues cuando esa mujer tenga un niño, vendrá de pies.

No deben comerse las patas de los animales con alas, porque a la mujer se le enredará su hilo y el hombre se picará los ojos con las ramas del camino cuando vaya al campo.

La mujer no deberá comer la nata de la comida; porque se le pegará la placenta.

No es bueno que una mujer embarazada vea un eclipse; porque la luna puede mochar a su hijo.

Un muchachito no deberá cortar la primera fruta ni la fruta tierna; porque la planta ya no producirá más.

No se deberá engañar a un perro con comida; porque no nos ayudará a pasar el río al morirnos.

No es bueno que una persona duerma con un gato, porque cuando ésta duerme, su espíritu sale en forma de un pajarito blanco y el gato puede comérselo.

No debe soplársele a la lumbre con el sombrero; porque nuestra mujercita se nos huirá.

Si un tecolote viene a gritar sobre la casa a medianoche, alguien morirá.

Si una mosca entra de momento en la casa y nos rodea, tendremos una contrariedad o preocupación, recibiremos una mala noticia.

Si al salir de la casa tropezamos, algo malo va a sucedernos en el camino.

Si un ahuiltótol, ave agorera, viene a cantar en el patio o lo encontramos a medio camino, algo malo va a sucedernos.

Si un muchachito es mudo, se le meterá el rabo de la cuchara en la boca dándole vueltas cuando pasan los loros.

Si, cuando estamos comiendo, cortamos una tortilla sin haber acabado otra ya empezada, es que en alguna parte un familiar está padeciendo hambre.

Si de momento se nos mete en la boca una mosca, quiere decir que en alguna parte nos guardaron bocado.

Si dos personas le soplan a la lumbre con la boca al mismo tiempo, andaremos chocando con alguno (cara a cara) en el camino.

 

Algunas creencias triquis:

Si un zacatón anda sobre el cuerpo de una persona, se va a poner tan flaco como el insecto.

Cuando un joven quiere casarse, pregunta a la mantis religiosa dónde debe buscar su esposa; el insecto se enfrenta hacia el barrio donde vive la muchacha y lo señala con sus patas delanteras.

Si una mariposa vuela en la lumbre y se muere, el dueño de la lumbre va a heredar una deuda y va a deber mucho dinero.

Cuando una abeja carpintera entra en la casa de una persona y zumba, un amigo va a llegar a visitarla.

Cuando una mariposa entra en una casa, la persona que vive allí va a emprender un viaje.

Si una persona sueña con peces, va a recibir dinero.

Cuando una persona sueña que mata víboras de cascabel cerca de su casa, algún día va a matar a personas violentas cerca de su casa. Cuando muchos zopilotes de cabeza negra están volando, los soldados van a llegar.

Si una persona ve a un cardenalito o San Miguelito va a tener buena suerte.

El pájaro chinchibul rayado avisa a la gente qué va a pasar porque Dios le dio este trabajo. Avisa cuando una persona viene en el camino. También avisa si una persona que va por un mandado va a encontrarse con alguien. Cuando una persona va al juzgado para arreglar un asunto, avisa si va a perder el caso o no. Siempre dice la verdad.

El jilguero entiende español y avisa cuando viene una persona. El coralillo sale para espantar a los niños que juegan con lumbre. Si una persona cruza un telar, la culebra rayada le va a espantar

algún día.
Si una mujer mata una tarántula, va a dar a luz a puras hijas. Las ancianas pueden matarlas, pero no las mujeres jóvenes.
Si una persona mata un grillo, su ropa va a ser comida por grillos. Si una persona coge un renacuajo, su ojo va a llegar a tener una catarata.

 

Augurios chontales:

Si sueño que algún perro o caballo me muerde, se muere alguna persona conocida.

El que sueña tener barbas, ser flaco o velludo, es su condenación. El que sueña con un traje, tendrá compañera.
Al que se le cae un diente, se le morirá un hermano, pariente o amigo. Si se cae una muela, morirá su padre, madre o tíos. Si se sueña con una mano pintada, es dinero y suerte. Si se sueña una cabeza sin pelo, es la muerte.
Si se sueña con una mujer preñada, es buen augurio. Si se sueña que se llora, es buena suerte.

Si se sueña con un animal putrefacto y apestoso, es una gran muina.

Si se sueña una flor blanca, sin cortarla, es bueno. Si se corta y se le regala a alguien, un hijo o una hija mueren.

Si se sueña armadillo, es bueno y riqueza.
Si se sueña con un jabalí, no es bueno.
Si se sueña con alguna clase de loro, es chisme. El cuervo es muerte. El gavilán es que un amigo va a ser pobre. El tecolote o la lechuza, son enemistad.

Los piojos son el dinero.
La mazorca indica que habrá comida y buena suerte.
Si se sueña un maguey grande, queda poca vida. Si el maguey es tierno, queda larga vida.
Si se sueña uno mismo borracho, quiere decir que tendrá que trabajar mucho para vivir.
El tigre es mal hombre, su rugido es odio.
El león es amigo valiente y fuerte.
El zorro es hombre astuto y listo, mañoso.
El coyote es hombre traicionero.
El venado es enemigo.
El mapache es cosecha segura.
El tlacuache es persona humilde, buen hombre. El armadillo es cosecha abundante.
El tejón es miseria y necesidad.
La ardilla es chismes.
La tuza es entierro.
El ratón, muerte de algún familiar.

La hormiga, dolencia.
Las moscas, fastidio
La avispa, dolencia.
La abeja de miel, trabajo. Si se come, tristeza. El murciélago, condenación.

La cueva, tristeza. La casa nueva, muerte. La casa vieja, tristeza.

 

Augurios y creencias huaves:

Si la gallina se acuesta en el sol y extiende el ala es señal de que alguien viene de visita.

Si la gallina canta como gallo, es mala señal, se le echa sal en el culo y en el pico para que ya no cante así.

La urraca, si toca en el árbol, como quien toca puerta, bonito sonido. Es buena señal.

Los huevos de la gallina negra son medicina contra el mal de ojo. Si ves al zopilote montando a la zopilota, se muere tu familia.
Si el zopilote caga en el aire y te cae en la camisa y huele feo, tal vez muera tu papá o tu hijo.
El pájaro que llama al viento del norte, si grita en el monte como riendo, es mala señal; ya se rió de ti, te vas a enfermar; si se oye lejos su canto, tal vez sólo esté llamando al viento.

El alcaraván sólo anuncia norte o calmas según el final de su canto. Si pasa la sombra del zopilote sobre de ti te mueres.
El pájaro ech, como gaviota, grita de noche, si entra al pueblo a gritar de noche, cae enfermedad. Si se para en la canoa es mala enfermedad.

Si cualquier pájaro choca contra uno de noche, es enfermedad. Son aves del diablo las que traen malas noticias.

Luciérnaga dentro de la casa: mala, mala señal.
Si ves cogiendo culebra, es mala señal, mátalas y te libras.
Si el zopilote se para en el techo de la casa, mala señal, está oliendo algo mal en la casa.

 

Elisa Ramírez. Socióloga, poeta escritora para niños y traductora. Colaboradora permanente de esta revista.

 

Ramírez, Elisa , “Augurios y sueños”, Arqueología Mexicana núm. 143, pp. 18-19.

 

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