Cantona. Cronología

Se ha establecido una secuencia de cinco fases para el desarrollo de Cantona, fases que han sido delimitadas temporalmente con base tanto en el análisis de los materiales culturales provenientes de las excavaciones como en la comparación con materiales de otros asentamientos. Además, se cuenta con 151 fechamientos por carbono 14 de material orgánico proveniente de las exploraciones en la ciudad. Las fases son: PreCantona, Cantona I, Cantona II, Cantona III y Cantona IV (García Cook y Merino Carrión, 1998b; García Cook, 2004 y 2009).

 

PreCantona (1000-900/600 a.C.)

Como su nombre lo indica, aún no se encuentra plenamente definida la ciudad. Existen varios asentamientos en la superficie que más tarde ocupará la ciudad. Para 900-750 a.C. dos villas ocupan la parte central y sur del sitio y una o dos aldeas se encuentran en el área norte o noroeste.

Se sabe poco de la arquitectura que caracteriza a este momento. Al parecer aún no están presentes las unidades habitacionales cerradas por muros periféricos, ni el sistema de vías de circulación interna. Las pirámides y plazas de carácter cívico o religioso al parecer no están cerradas. De su cerámica –la cual nos permite establecer esta ocupación temprana– destaca la de color crema o rojo sobre crema, conocida como Sotolaco Crema o Sotolaco Rojo sobre Crema. Otro tipo cerámico de este primer momento ocupacional es el Sotolaco Café. Hay materiales cerámicos procedentes de otros lugares, entre ellos: Tlatempa Blanco y Tlatempa Rojo sobre Blanco, así como algunos tiestos de Texoloc Café y Texoloc Negro, todos ellos procedentes del sur del valle poblano y, en escasa proporción, tiestos procedentes del valle de Tehuacán: Canoas Blanco y Ajalpan Plain (o Coatepec Plain). Todo esto es indicio de la llegada de grupos humanos procedentes del valle poblano-tlaxcalteca y del valle de Tehuacán; también se tiene noticia de elementos culturales más tardíos procedentes del Golfo de México y del Occidente.

Para PreCantona Tardío (750-600 a.C.) se conoce un mayor número de elementos culturales, entre éstos algunos restos arquitectónicos que permiten inferir la presencia de plataformas para las casas de la elite. Al parecer ya están presentes tanto las unidades habitacionales cerradas como  algunas calles al interior de la ciudad, y da inicio la construcción de caminos que conectan con otros asentamientos –sobre todo los ubicados al oriente de la ciudad– y con algunos yacimientos y canteras de rocas para la construcción de las estructuras. La construcción de estos caminos, sobre todo a través de la lava, son indicio de la fuerza que empieza a adquirir Cantona en relación con sus contemporáneos del norte de la Cuenca de Oriental. Con esos caminos que comunican con villas y aldeas al oriente y sureste de Cantona, se logra el control de la producción agrícola de la región. Se sabe de la existencia de algunos talleres para esas fechas, de los considerados estatales, y desde luego de los de producción familiar o local, que fabricaban productos que se exportaban, sobre todo hacia el sureste (García Cook, 2014). Es probable que la parte central y sur del asentamiento  formaran uno o dos pueblos, que evolucionan con mayor rapidez que la parte norte o noreste.

Se sabe de dos poblaciones –un pueblo y una villa– que tuvieron también un fuerte desarrollo y destacaban junto con Cantona en toda la Cuenca de Oriental. Uno de ellos era el llamado Sitio 149 –con cerca de 40 ha–, un pueblo que para ese momento –segunda mitad de la fase– pudo haber contado con 1 600 habitantes y que tenía el control de los asentamientos humanos en su entorno. El otro asentamiento, el Sitio 134 –también con 40 ha– que aunque por definición era una villa –con escasos 700 habitantes para estas fechas–por su complejidad puede considerarse como un pueblo. De cualquier manera, se trata de un centro primario que controla los asentamientos localizados al oriente de Cantona, en el valle  de Sarabia, y que estuvo en contacto directo con Cantona o bajo su égida, ya que para esta mitad tardía de la fase PreCantona ya tenía cierto control de la región en general y el control total en un radio de 10 km aproximadamente.

Para esas fechas –hacia 700 a.C.–, Cantona contaba con cerca de 5 000 habitantes, y se habían construido algunos caminos sobre la lava –y quizá otros en el valle poniente– para tener el control directo de los asentamientos cercanos y contar con la producción agrícola del valle de Sarabia. Había dos o tres villas más –los sitios 122, 128 y 130– que más bien eran lugares para el almacenamiento de la producción en la parte oriente de Cantona y que, al parecer, ya desde estas fechas estaban controlados por la ciudad en que se estaba transformando Cantona, mediante los caminos que las interconectaban.

A partir de 700-600 a.C. en Cantona se incrementan las construcciones, tanto de carácter cívico- religioso como habitacional, y las calles. En relación con la cerámica, se continúan los tipos anteriores pero ahora surge una roja brillante, a la que se conoce como Tezontepec Roja y otra café oscura o negruzca, llamada Tezontepec Negra. También hay presencia de materiales procedentes del valle poblano, del valle de Tehuacán –como los tipos Quachilco Gris y Quachilco Negra–, así como una cerámica naranja procedente del Golfo central (Gómez Santiago, 2010).

 

Ángel García Cook (1937-2017). Arqueólogo por la ENAH. Fue investigador del INAH.

 

García Cook, Ángel, “Cronología”, Arqueología Mexicana, Especial 73, pp. 16-23.