Cementerios acuáticos mayas

Carmen Rojas Sandoval

Para los mayas, los cenotes –al igual que las cuevas– eran entradas al mundo de los muertos, el Xibalbá, lo cual los convertía en cámaras funerarias naturales. En diversos cenotes hemos localizado esqueletos humanos, en un caso más de 100. Creemos que esos cenotes fueron utilizados por ciertos grupos como verdaderos cementerios acuáticos, y que los restos no siempre corresponden a sacrificios humanos.

 

En memoria de nuestro maestro y amigo Santiago Analco.

Buen viaje, Santa, por las aguas del Xibalbá

 

La península de Yucatán alberga un gran número de cuevas inundadas y cenotes. Este nombre es una derivación de la palabra maya ts’onot, que significa “abismo, profundidad”, lago de agua dulce muy hondo o pozo; también está el término ts’ono’ot, caverna con agua depositada, receptáculo de agua profunda (Diccionario maya, 2001).

Las características de los cenotes y cuevas inundadas, como la falta de luz, las condiciones químicas del agua y los sedimentos finos, permiten una preservación extraordinaria de la evidencia arqueológica.

 

Los sitemas kársticos y el inframundo maya

 

Para los mayas, las cuevas y las fuentes de agua eran pasos simbólicos entre el mundo terrestre y el subterráneo. De ahí su relación con el mundo de los muertos, llamado Xibalbá, pero al mismo tiempo su asociación con la fertilidad. Eran considerados como lugares del nacimiento de la vida, punto de origen de algunos grupos o linajes y contenedores de agua virgen o suhuy ha’. Por todo ello han sido espacios adecuados para llevar cabo diversos ritos.

El inframundo maya estaba relacionado con diversos seres mitológicos y animales fantásticos, como el ave moan, manifestación del dios de la muerte (De la Garza, 1995). Algunas representaciones del ave moan muestran una combinación de ave y perro, por lo que ambos animales son considerados como seres fantásticos de carácter nocturno. Además, el perro era el que conducía las almas de los muertos al Xibalbá, y su relación con el hombre le permitía incluso sustituirlo como víctima del sacrificio humano. Otros animales cuyo reino es nocturno y subterráneo eran los jaguares, los murciélagos y los búhos. Las serpientes eran símbolo de la inmortalidad y encarnación del espíritu de la muerte, que mora en las profundidades de la Tierra.

La mitología fantástica del inframundo y su asociación con las cuevas como puertas de acceso al mundo de los muertos quedó plasmada en esa gran obra universal que es el Popol Vuh. La travesía de los héroes gemelos Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú por el Xibalbá nos lleva a conocer los reinos de la noche y la oscuridad, donde habitan los dioses que dan vida y muerte a todos los seres.

 

Los cenotes como sitios de culto

 

Uno de los rituales más conocidos en relación con los cenotes era el llamado chen ku, que consistía en arrojar víctimas a sus aguas, como en el caso del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán; sin embargo, los cenotes eran propicios para una gran variedad de ceremonias. Los hallazgos en el Cenote Sagrado han generado la idea de que los cenotes son poseedores de grandes riquezas; pero este cenote es un caso extraordinario, ya que hasta la fecha no se conoce otro con tal variedad de ofrendas, como objetos de jade, cobre, oro e incluso textiles.

La evidencia de ritos asociados a los cenotes y cuevas con cuerpos de agua es variada e incluye decoraciones en las paredes de las cuevas, como las conocidas “caritas”, y estructuras pequeñas localizadas en los accesos, formadas por rocas apiladas que probablemente constituían adoratorios o templos. Asimismo, en la superficie los mayas construyeron diversos tipos de estructuras cerca de los cenotes, como templos, plataformas, escaleras, etc.

En la actualidad pueden encontrarse pequeños adoratorios con tres cruces, elaboradas en madera o roca y vestidas con los característicos bordados yucatecos de flores. En el interior de cenotes y cuevas los mayas depositaban vasijas, usualmente en nichos o grietas ocultos. Bajo el agua hemos localizado importantes conjuntos de vasijas, en un gran porcentaje de cerámica suntuaria. Por sus características, es posible que esas vasijas fuesen utilizadas para colectar el agua virgen o para ser ofrendadas después de haber sido “matadas”, práctica en la que se realizaban perforaciones circulares pequeñas o bien un corte en la boca en forma de V.

 

Rojas Sandoval, Carmen, “Cementerios acuáticos mayas”, Arqueología Mexicana núm. 83, pp. 58-63.

 

•  Carmen Rojas Sandoval. Arqueóloga. Investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH.  Codirectora del proyecto “Atlas arqueológico subacuático para el registro, estudio y protección de los cenotes en la península de Yucatán” y directora del proyecto “Cementerios acuáticos mayas”.

 

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