Cerro Barajas, Guanajuato

Grégory Pereira, Dominique Michelet, Gérald Migeon

Los datos obtenidos hasta ahora en el Cerro Barajas ofrecen una imagen más precisa de la naturaleza y evolución de la ocupación prehispánica de esa zona. Aunque se encuentra en un área que para la época de la conquista española estaba habitada por grupos de cazadores-recolectores, muestra rasgos propios de las sociedades mesoamericanas.

 

Si el Bajío era ya conocido por sus bellas ciudades coloniales, ahora los recientes trabajos arqueológicos nos llevan a valorar un importante patrimonio prehispánico. Dentro de esta región, el suroeste de Guanajuato destaca por su notable riqueza. Al igual que sitios como Plazuelas y Peralta, los del Cerro Barajas forman parte de este acervo. Localizado en el municipio de Pénjamo, el Cerro Barajas alberga uno de los conjuntos arqueológicos más grandes y mejor conservados del estado. Los vestigios de imponentes edificios cuyos muros de laja aún alcanzan los tres metros de altura forman parte de los extensos conjuntos arquitectónicos de Los Nogales, el sitio mayor del cerro. Esos vestigios plantean importantes interrogantes históricas: situados al norte del río Lerma –en un área ocupada, en tiempos de la conquista española, por grupos nómadas de cazadores-recolectores–, los sitios del Cerro Barajas no podrían atribuirse a esos pobladores tardíos, pues por sus características podemos afirmar que sus habitantes eran sedentarios, cuya forma de vida se asemejaba más bien a la de las sociedades mesoamericanas. Por eso se cree que la población original de estos sitios habría abandonado la zona antes del siglo XVI. Con el estudio de estos asentamientos esperábamos entender mejor la identidad de aquellas antiguas poblaciones sedentarias y sacar a la luz los motivos por los cuales abandonaron esos lugares.

En realidad, los trabajos realizados en el Cerro Barajas se relacionan con una problemática general que abarca la frontera norte de Mesoamérica. Desde los trabajos pioneros de Pedro Armillas se admite que el límite norte de dicha área tuvo variaciones importantes a lo largo del tiempo. Fue durante el primer milenio después de Cristo que Mesoamérica tuvo su mayor expansión. En ese periodo, los grupos sedentarios formaban una abundante población que llegó a colonizar las regiones áridas del norte de México, 200 km más allá de los límites reconocidos a comienzos del siglo XVI. Alrededor de 1000 d.C., por razones (¿climáticas?, ¿sociopolíticas?) aún desconocidas, los agricultores abandonaron estas zonas, las cuales volvieron a ser territorio de las tribus nómadas de las culturas del desierto. Este proceso tuvo un gran impacto en el mundo mesoamericano: se sabe por las tradiciones orales y pictográficas indígenas del Posclásico, que en los cinco siglos que preceden a la irrupción de los conquistadores hubo frecuentes migraciones procedentes del norte. Y también se sabe que los mismos toltecas, aztecas y tarascos reivindicaban estos orígenes norteños. Los sitios barajeños bien pudieron ser un punto de partida de alguno de estos grupos migrantes. Por lo tanto, su estudio aporta valiosos datos sobre la compleja historia del mundo prehispánico.

 

Pereira, Grégory, Dominique Michelet, Gérald Migeon, “Cerro Barajas, Guanajuato”, Arqueología Mexicana núm. 87, pp. 77-82.

 

• Grégory Pereira. Doctor en arqueología por la Universidad de Paris I-La Sorbona. Investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia y del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericano (CEMCA). Coordinador del Proyecto Arqueológico Barajas.

• Dominique Michelet. Doctor en arqueología por la Universidad de Paris I-La Sorbona. Director de la unidad de investigación UMR 8096-Archéologie des Amériques del CNRS de Francia. Coordinador de varios proyectos en San Luis Potosí, Michoacán y Campeche.

• Gérald Migeon. Doctor en arqueología por la Universidad de Paris I-La Sorbona. Curador en el Ministère de la Culture, Service Régional de l’Archéologie de Guyane. Investigador de la unidad UMR 8096-Archéologie des Amériques del CNRS. Ha participado en proyectos arqueológicos en Michoacán y Guanajuato.

 

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