Cronistas y viajeros en la arqueología de Mitla, Oaxaca

Nelly M. Robles García

La historia de Mitla y en general de los Valles Centrales de Oaxaca ha sido una historia de dominaciones. Comenzó por el dominio de Monte Albán en toda el área oaxaqueña; le sucedieron la influencia mixteca entre los siglos XII y XV, la intervención mexica en el XV, la dominación hispana a partir del XVI y, mediante las variedades de explotación del indígena en nuestros días, la dominación del mundo capitalista en su fase actual. Esa historia ha sido objeto de estudio, como se puede constatar en las crónicas de los primeros misioneros que describieron el poblado o los palacios de Mitla, así como en crónicas de viajeros que visitaron el sitio.

 

Cronistas

La apasionante historia de la arqueología en Oaxaca tiene sus orígenes en las primeras descripciones hechas por españoles interesados en hacer algún recuento de los diferentes aspectos de la vida de los indígenas recién conquistados. A los misioneros españoles llegados a Oaxaca en la primera mitad del siglo XVI, así como a los soldados y administradores de los pueblos de la Nueva España, les correspondió el importantísimo papel de cronista, pues describieron también lugares y pueblos que iban conociendo.

Fue Mitla el sitio mejor descrito en esa época, pues se encontraba habitado al arribo de los conquistadores. Por la importancia política que representaban, los edificios prehispánicos de Mitla, pese a su gran belleza, sufrieron destrucción, desmantelamiento y saqueo. Sus restos fueron aprovechados en su mayor parte como materiales de construcción para las nuevas edificaciones católicas, en un acto sin duda de afirmación de la nueva autoridad y la nueva religión.

No obstante, los habitantes de Mitla soportaron de pie el impacto de la Conquista. Esta comunidad zapoteca padeció la peor vejación a que puede ser sometido un pueblo: la destrucción no sólo de su estructura social, seccionada por la congregación y puesta al servicio del nuevo gobierno, sino también de sus iconos religiosos y su orgullo cultural. Algunos de sus monumentos sirven de base hoy en día a las edificaciones religiosas hispanas, como símbolo inequívoco del nuevo régimen.

Aunado a esto, recordemos que las prácticas de violar tumbas y emprender la búsqueda de ofrendas e ídolos fue una lucrativa empresa tanto para misioneros como para saqueadores españoles en la América recién conquistada, ya fuera por excesivo celo religioso o por el afán de lucro (Ortega y Monjarás, 1984). La corona española había expedido un decreto en virtud del cual los tesoros encontrados en tumbas, montículos o pirámides debían declararse para ser repartidos entre el descubridor y el estado, mitad por mitad, so pena para el primero, de no manifestarlo, de perderlo todo, además de la posesión de la pirámide o el entierro donde se hubiesen descubierto (ibid.).

Los religiosos desempeñaron un importante papel en la difusión de la historia de Mitla como zona de monumentos. Aparentemente, la primera noticia sobre esta zona la dio el padre fray Toribio de Benavente, quien escribió, a mediados del siglo XVI, sobre la visita a Mitla que hicieran fray Martín de Valencia y sus acompañantes en 1533, quienes señalaron que el nombre del lugar significaba infierno, y que el sitio estaba compuesto por grandes edificaciones de piedra diferentes de todo lo que habían visto (Magazine de Geografía Nacional, 1925, p. 33).

 

Robles García, Nelly M., “Viajeros y cronistas en la arqueología de Mitla, Oaxaca”, Arqueología Mexicana núm. 99, pp. 56-63.

 

 Nelly M. Robles García. Arqueóloga. Investigadora del INAH y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Autora de diversas obras sobre la arqueología de Oaxaca y su conservación patrimonial.

 

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