Cuauhtémoc y la defensa de Tenochtitlan

Cuauhtémoc se encontraba entre los nobles mexicas que desde un principio se opusieron a los españoles; algunas fuentes lo señalan como el que inició la protesta contra Moctezuma cuando éste, prisionero de los españoles, se asomó a dirigirse a su pueblo. Apoyó, por eso, de manera decidida a Cuitláhuac en sus esfuerzos por derrotar a los ejércitos de Cortés, y a su muerte se convirtió en el nuevo tlatoani de Tenochtitlan. Para entonces Cuauhtémoc contaba con cerca de 20 años y a favor de su elección se encuentra el que en ese momento la disposición de nobles con atributos necesarios para ser tlatoani, debido a la guerra y la epidemia, se había reducido dramáticamente, además de que los partidarios de seguir una táctica negociadora con los españoles no habrían sido tomados en cuenta. Para reafirmar su posición tomó como esposa a la viuda de Cuitláhuac, Tecuichpoch Miahuaxochtzin, más tarde llamada Isabel de Moctezuma, y según algunos testimonios mandó matar a dos de los hijos de Moctezuma, pues se mantenían a favor de la política conciliadora de su padre respecto de los españoles.

Una vez al mando, envió mensajeros a todas las provincias solicitando ayuda, pero no tuvo éxito alguno, y mandó guarniciones a Guacachula, Itzocan y Xaltocan con el fin de prevenir ataques de los españoles. En Tenochtitlan, colocó destacamentos en todos los lugares por los que suponía podían incursionar los españoles.

La situación era cada vez más apremiante: los tlaxcaltecas se rehusaron a unirse a los mexicas y los españoles conquistaron varios pueblos en las comarcas cercanas, entre ellos Huaxtépec y Cuauhnáhuac; en la Cuenca de México, Xochimilco tomó partido por Cortés y se rindieron Chalco y Tetzcoco. Cuauhtémoc intentó recuperar Xochimilco, para lo cual envió alrededor de 10 000 hombres en 2 000 canoas, y a pesar de dar una digna batalla al final los españoles resultaron vencedores y reafirmaron su posición con miras al asalto definitivo a Tenochtitlan. Tras sangrientos enfrentamientos, Cortés poco a poco fue ganando posiciones ante una defensa cada vez más desgastada por la lucha, la escasez de provisiones y las enfermedades. Cuauhtémoc y su gente se vieron orillados a refugiarse en Tlatelolco, donde resistieron hasta el límite.

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Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 40,  Los tlatoanis mexicas. La construcción de un imperio.