Del Preclásico al Epiclásico en Tlaxcala

David M. Carballo

En los dos milenios que abarcan los periodos Preclásico (o Formativo), Clásico y Epiclásico en Tlaxcala (1600 a.C.-900 d.C.) se dieron significativos desarrollos que incluyen la transición a la agricultura, la formalización de tradiciones religiosas, la urbanización, el auge y el colapso de estados, y la migración. Visto desde la perspectiva de Tlaxcala, ese periodo incluyó el florecimiento de centros regionales durante el Preclásico, un estancamiento durante el Clásico y un segundo florecimiento durante el Epiclásico.

 

Las culturas prehispánicas tempranas de Tlaxcala se desarrollaron en el contexto macro-regional del Altiplano Central mexicano. Fueron frecuentes las interacciones entre regiones, como la de Tlaxcala-Puebla y la Cuenca de México, así como con macro-regiones como la Costa del Golfo y Oaxaca. Desde esta perspectiva más amplia de interacción interregional, se pueden apreciar mejor las tendencias generales en la secuencia prehispánica de Tlaxcala. Las impactantes transformaciones a largo plazo incluyeron un auge de centros regionales como Xochitécatl y La Laguna, durante el Preclásico; un estancamiento demográfico en el Clásico, asociado con la urbanización y la formación de estados en regiones adyacentes; y otro periodo de florecimiento durante el Epiclásico, asociado con la caída de Teotihuacan y Cholula, así como con una segunda urbanización al sur del estado, en Cacaxtla-Xochitécatl.

 

El sedentarismo, la urbanización
y la religión durante el Preclásico

El Preclásico en Mesoamérica se caracteriza por el sedentarismo y la transición hacia formas de vida agrícola. Sin embargo, el ritmo de esta evolución fue desigual a lo largo del México prehispánico e incluso dentro de estados pequeños como Tlaxcala, donde aparecen asentamientos agrícolas relacionados en gran medida con la productividad de nichos ecológicos. En términos generales, los primeros pueblos surgieron en las zonas con mayor precipitación anual y cercanas a fuentes de agua perennes, como el sur del valle de Puebla-Tlaxcala. Los lugares más áridos en el norte del estado probablemente fueron colonizados por grupos que venían de las zonas de cultivo más productivas, aunque no es claro si esto se debió a la migración o porque los recolectores locales adoptaron la agricultura. Las aldeas agrícolas en Tlaxcala fueron escasas durante el Preclásico Temprano (1600-1000 a.C.), y se volvieron relativamente comunes en toda Tlaxcala durante el Preclásico Medio (1000-600 a.C.). Las conexiones interregionales de estilo e intercambio se observan en los motivos decorativos en cerámica blanca y en la distribución de artefactos de obsidiana.

Aunque las comunidades más tempranas de Tlaxcala estuvieron claramente conectadas a las amplias redes de intercambio, no se destacan en términos de su escala o complejidad arquitectónica. En el Preclásico Tardío (600-200 a.C.) y en el Terminal (200 a.C.-100 d.C.), sin embargo, los procesos que resultaron en la urbanización, la construcción monumental, la desigualdad social, y la formalización de ciertos elementos de la religión en Tlaxcala, fueron equivalentes en dinamismo a los desarrollos contemporáneos de la Cuenca de México y otros lugares de Mesoamérica. La organización espacial de los epicentros urbanos de las comunidades más grandes fue variable, en algunos de los cuales predominaron las grandes pirámides centrales mientras que otros poseían múltiples grupos templo-plaza dispersos. En el sitio de Xochitécatl se dio el primer patrón.

Xochitécatl se localiza dentro de lo que podría denominarse la “Mesopotamia” del Altiplano Central, que contaba con terrenos aluviales muy fértiles entre los ríos Atoyac y Zahuapan. En vista de la productividad y los recursos disponibles en las tierras aluviales, pantanos y lagunas que rodean a Xochitécatl, no es sorprendente que la zona haya estado densamente poblada por más de tres milenios. Los asentamientos residenciales eran particularmente densos al este del cerro Xochitécatl, en Nativitas, pero también se extendieron al norte, hacia Nopalucan. El trabajo de Mari Carmen Serra Puche, Carlos Lazcano Arce y colegas muestra que la mancha urbana del Preclásico Tardío asociado con el bloque Xochitécatl-Nativitas-Nopalucan cubrió un mínimo de entre 400 y 500 ha (4-5 km2) aunque el asentamiento podría haber tenido el doble de extensión.

El núcleo cívico-ceremonial de Xochitécatl cuenta con una gran pirámide al este y orientada hacia el oeste, como fue el caso de varios centros urbanos contemporáneos, como Cuicuilco. Ambos sitios son representativos en el Preclásico y de un patrón que continuó en el Centro de México durante el Clásico y el Posclásico. Las construcciones monumentales en Xochitécatl comenzaron durante el Preclásico Medio y se extendieron rápidamente durante el Preclásico Tardío. La estructura central más antigua es el Edificio de la Espiral, que es único por ser circular y no tener escalera de acceso; se ascendía por la circunferencia de sus niveles. La estructura pudo haber sido construida como una efigie del Popocatépetl, el cual se ve detrás de la estructura desde la Plaza Central. La posición de Xochitécatl habría proporcionado ventajas defensivas, aunque no se han localizado restos de fortificaciones del Preclásico. Los habitantes parecen haber preferido un lugar elevado para tener suelos aluviales y humedales disponibles para el cultivo y ubicar su centro ceremonial en una alineación armoniosa con el paisaje sagrado de impresionantes volcanes.

La estructura principal, el Edificio de las Flores, es una de las estructuras piramidales más grandes jamás construidas en el Centro de México (ca. 165 x 120 x 37 m) y con un volumen semejante al de la Pirámide de la Luna en Teotihuacan. El Edificio de la Serpiente toma su nombre de un monolito esculpido con una cabeza de serpiente que fue encontrado en una tina megalítica localizada en la parte superior de la estructura. Parece haber tenido funciones residenciales, por lo cual probablemente representa la única residencia en el núcleo cívico-ceremonial de Xochitécatl, lo que sugiere una ocupación por parte de una autoridad central. En el Edificio de las Flores se localizaron otras dos tinas megalíticas, las cuales tienen paralelismos con tinas encontradas en Tlalancaleca y Totimehuacan, sitios del sur de Puebla.

Contemporáneas de Xochitécatl, hacia el norte del estado, había otras comunidades como La Laguna, Gualupita Las Dalias y Cerritos de Huamantla, todas representativas de un nivel intermedio en la jerarquía de asentamientos durante el Preclásico. Estos sitios tuvieron funciones urbanas en sus respectivas subregiones, pero deben ser clasificados como pueblos en lugar de ciudades. La Laguna posee un juego de pelota temprano, muy similar en escala y forma a un ejemplo documentado por Ángel García Cook en Capulac Concepción, Puebla. En la cancha de La Laguna los taludes laterales son menos empinados y la superficie es un poco más pequeña, pero los bancos que conectan estos dos elementos arquitectónicos son un poco más largos que en Capulac Concepción, lo que le dio a las dos canchas perfiles muy similares. Ambos juegos de pelota están cerrados en sus extremos, a diferencia de los planos abiertos de muchas canchas anteriores, y la cancha de La Laguna cuenta con la forma cerrada de I que se convirtió en el canon para las fases posteriores. Los juegos de pelota en el corazón de los epicentros urbanos demuestran la importancia de este deporte que ritualizaba a la vida urbana temprana.

Otro importante desarrollo asociado con la urbanización temprana fue la formalización de ciertos elementos de la tradición religiosa del Altiplano Central, la que conocemos bien gracias a los mexicas, teotihuacanos y otras culturas posteriores. Además de las tendencias generales en la orientación de los recintos ceremoniales, los estilos de las vasijas-efigie de cerámica durante el Preclásico en Tlaxcala son claros antecedentes de las representaciones de deidades en las tradiciones posteriores. Dos que sobresalen son el dios Tormenta y el dios Viejo del Fuego (Tláloc y Huehuetéotl, respectivamente, para los nahuas). Varios ejemplos de éstos fueron excavados en La Laguna y en la Estructura 12M-3 donde se localizaron figuras semi-completas de ambos personajes. La destrucción de los rostros puede corresponder a una terminación ritual de la fuerza vital de las efigies, ya que esos elementos clave de las piezas no se encontraron en la estructura y pueden haber sido depositados en otro lugar.

La arqueología de unidades domésticas muestra cómo la desigualdad social se desarrolló durante el Preclásico, lo que se manifestó mediante residencias cada vez más elevadas. Una casa de La Laguna (Estructura 14M-1) se colocó sobre una plataforma de 2.5 m a la que se accedía por una escalera frontal con balaustradas formales, de manera semejante a la llamada Casa de las Balaustradas de la zona residencial de Xochitécatl-Nativitas. Ambas casas contaban con una amalgama alisada sobre sus fachadas y contrastaban con las casas comunes de los dos sitios, las cuales tenían los cimientos de piedra expuestos y no se elevaban sobre plataformas. Ambas residencias estaban ubicadas en lugares elevados para aumentar su visibilidad: la Estructura 14M-1 en un promontorio creado por un gran muro de contención y mirando hacia el centro del sitio, y la Casa de la Balaustrada sobre la cima del cerro Nativitas, con líneas de visión directas al núcleo ceremonial de Xochitécatl.

El abandono de La Laguna durante la transición entre el Preclásico y el Clásico es ejemplo de transformaciones sociales más grandes. Las excavaciones revelaron intensos actos de incendio, patentes por las densas concentraciones de bajareque quemado (en algunos casos hasta vitrificar) en las estructuras centrales y en el complejo residencial de la elite. Fechas obtenidas mediante radiocarbono ubican ese evento a finales del segundo siglo de nuestra era, mucho después de la erupción del Popocatépetl y las reconfiguraciones demográficas asociadas con este evento y la urbanización en Teotihuacan y Cholula. El abandono de La Laguna, por lo tanto, parece haber estado asociado a cambios en los asentamientos regionales vinculados con la expansión de Teotihuacan hacia el este durante el inicio del Clásico. Asimismo, se dio la ruralización de ciertas partes de Tlaxcala, por lo que García Cook señaló que desde la perspectiva de Tlaxcala, las fases del Preclásico Tardío fueron el periodo “Clásico”.

 

David M. Carballo. Doctor en antropología por la Universidad de California, Los Ángeles. Especialista en las culturas prehispánicas de Mesoamérica, en especial del Altiplano Central mexicano. Profesor asistente en el departamento de arqueología de la Universidad de Boston University, Massachusetts, E.U.A.

 

Carballo, David M., “Del Preclásico al Epiclásico en Tlaxcala”, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 32-41.

 

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