Dos unidades habitacionales palaciegas

Nelly M. Robles García, Jaime Vera Estrada

Los palacios de Monte Albán y los de sus conjuntos monumentales dependientes, como la Casa de Oriente y la Casa de los Altares de Atzompa, no sólo son simples agregados de casas, sino verdaderos complejos arquitectónicos y funcionales, diseñados para reafirmar constantemente el estatus social de sus habitantes.

 

Las unidades habitacionales de las ciudades zapotecas se encuentran dentro y fuera de las áreas monumentales, dependiendo del estatus social de sus habitantes, como en el caso de Atzompa. Las unidades domésticas son consideradas por varios autores como la unidad básica del estudio de una sociedad (Manzanilla,1985; Winter, 1974; González, 2003), ya que en ellas se expresa el estatus, el poder y la complejidad social al interior del grupo.

El conjunto monumental de Atzompa está formado por cuatro terrazas principales en distintos niveles. En esas terrazas se encuentran plazas con construcciones monumentales. En el primer nivel se localiza la unidad habitacional de Casa de Oriente y sus espacios asociados, como el Juego de Pelota III y una unidad doméstica.

La otra unidad de elite es la Casa de los Altares, que se localiza en dos niveles de terraza por encima de la Casa de Oriente. El Edificio Funerario, las unidades al norte de la plataforma y su Juego de Pelota II hacen de la Casa de los Altares un espacio donde es evidente el alto nivel social de sus ocupantes.

 

Casa de Oriente

Esta unidad habitacional está formada por tres espacios arquitectónicos. Una unidad principal con un patio rodeado por cuatro plataformas, así como pequeños cuartos en el costado norte de la unidad. Formada por cuartos de adobe y un pequeño patio central, se encuentra una pequeña casa que podría ser de servicio, conectada con la casa principal mediante un pasillo estucado. Por último está el Juego de Pelota III, al sur de la unidad principal, que tiene una fachada con escalinata que lleva a una plataforma para observar el interior del juego de pelota.

Estos tres espacios aledaños a la Casa de Oriente la convierten en un complejo arquitectónico sujeto a análisis más allá de Atzompa, pues se revela como un complejo de componentes que ya se vislumbraba en Monte Albán. En el análisis de las unidades habitacionales de Atzompa se han tomado en cuenta las áreas que se definen al interior y exterior de las mismas.

La Casa de Oriente fue excavada originalmente por Jorge R. Acosta y Juan Valenzuela, quienes se concentraron en el patio central, calculando que se podían localizar tumbas de la elite en ese tipo de contextos. Esto se debió a que en Monte Albán se localizaron varias tumbas en contextos domésticos de variada jerarquía.

Entre los elementos que indican un nivel jerárquico o estatus en las construcciones zapotecas se encuentran las dimensiones de la unidad, la arquitectura, los sistemas constructivos, los materiales y la decoración. La Casa de Oriente fue levantada sobre una gran plataforma construida para nivelar el terreno y colocar los cimientos de piedra, sobre los que se desplantaron los muros de bloques de adobe de más de 2 m de altura.

El elemento que distingue a este complejo es la fachada posterior de su plataforma, que presenta un talud escalonado, que forma parte del acceso principal al área monumental. Este sistema de lajas escalonadas fue utilizado para lograr planos inclinados cubiertos por gruesas capas de estuco. Tal sistema constructivo apareció en Monte Albán al menos desde la fase Monte Albán II, y fue común en Atzompa. En la Casa de Oriente el talud tiene más de 15 m de longitud y 2 m de altura y yace sobre una cornisa que sobresale del muro de desplante del edificio. Esta ornamentación en la fachada posterior fue elaborada cuidadosamente, con la evidente intención de impresionar a quienes llegaban al sitio. El mismo propósito habría tenido la secuencia de almenas de barro colocadas probablemente como remate de ese muro posterior, de las que Acosta excavó dos piezas, mientras que en el proyecto vigente se exploraron otras cuatro. Llama la atención la asociación de sus formas con el glifo del año en el calendario mixteco.

La Casa de Oriente cuenta en su sección principal con cuatro plataformas, con accesos convergentes a un patio central, y sobre ellas se construyeron las habitaciones; fueron trabajadas mediante exquisitos aparejos de piedra y con taludes escalonados que muy probablemente se aplanaron con estuco. Están flanqueadas por los muros de adobe que conforman cada cuarto.

Los claros de los accesos son amplios y es muy probable que su uso haya estado en función de lo que se realizara en el patio principal. Se accedía al patio central sin mayores restricciones desde las habitaciones, y la circulación era abierta hacia la fachada principal. No ocurre así con el ingreso a la casa, para lo que se construyó una entrada “ciega” sobre un vestíbulo, en el que se colocó un muro “pantalla”, de tal manera que el visitante tendría que transitar por un pasillo lateral antes de ingresar al recinto. Este tratamiento, además de los evidentes lujos constructivos, hace pensar que el uso de la unidad habitacional habría sido no sólo doméstico, sino que estaba preparada para la recepción selectiva de personas, probablemente con un carácter político.

Al interior de la casa principal se localizaron sistemas de drenaje con grandes tubos de barro cocido. Detalles como el de este drenaje le dan un carácter diferente al de otras unidades habitacionales que se han encontrado en Atzompa. 

El patrón de tres unidades arquitectónicas que conforman la unidad doméstica o palacio es parte fundamental de la distribución urbanística de Atzompa; comprende la casa principal, el juego de pelota y la casa de servicios, a un costado de la casa principal. Este espacio de menores dimensiones consta de cuartos dispuestos alrededor de un patio central pequeño, con pisos de estuco y muros de piedra. Tal unidad, en la que se encontró gran cantidad de restos de actividad doméstica, muy probablemente abasteció de alimentos a la casa principal y sirvió para su mantenimiento.

 

Nelly M. Robles García. Arqueóloga por la enah, maestra en conservación de arquitectura prehispánica por la encrym-inah y doctora por la Universidad de Georgia, Estados Unidos. Directora del “Proyecto Conjunto Monumental de Atzompa”, e investigadora visitante en la Universidad de Harvard. Miembro del Comité Científico-Editorial de Arqueología Mexicana.

Jaime Vera Estrada. Arqueólogo por la enah. Responsable de la operación de la zona arqueológica de Atzompa. Colaborador del “Proyecto Arqueológico Conjunto Monumental de Atzompa”. Ha colaborado en proyectos arqueológicos como Templo Mayor, La Ferrería y Dzibanché.

 

Robles García, Nelly M., Jaime Vera Estrada, “Dos unidades habitacionales palaciegas”, Arqueología Mexicana núm. 126, pp. 36-39.

 

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