El Acueducto del Padre Tembleque en Otumba y Zempoala. Patrimonio de la humanidad por la UNESCO

María Castañeda de la Paz

El acueducto de Otumba y Zempoala es la obra de ingeniería hidráulica colonial más importante en América. Estuvo a cargo de fray Francisco de Tembleque y se comenzó a construir en febrero de 1555 para llevar agua fresca a Otumba y Zempoala. Desde los manantiales hasta el pueblo de Otumba, el acueducto tiene un trazo de 34 km en línea recta, o de 45 km si contamos los accidentes geográficos que hubo que sortear. En este artículo se presentan los problemas relacionados con la falta de agua en la región, algunos datos sobre la construcción del acueducto y las implicaciones que tuvo su construcción.

 

Otumba se localiza en el estado de México y está a tan sólo 8 km de San Juan Teotihuacán. Siempre fue una importante encrucijada de caminos hacia el puerto de Veracruz, la ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, las minas de Pachuca, el Pánuco o Meztitlán (fig. 2). Pero si algo define al paisaje de Otumba y su provincia es la escasez de agua y la falta de ríos, manantiales u ojos de agua, motivo por el cual la población aprendió a abastecerse de la que se recogía en la temporada de lluvias en unos depósitos artificiales excavados en la tierra, conocidos como jagüeyes. Cuando éstos se secaban y su agua era inservible, no les quedaba más remedio que traerla a cuestas desde San Juan Teotihuacán.

No cabe duda de que por su ubicación y por esa escasez de agua, los problemas en Otumba se acrecentaron durante la Colonia. Era un tiempo en el que la afluencia de gente debió aumentar significativamente, al transitar por allí los españoles con sus ganados, carretas y caballos, y hacer un mal uso del agua. Como ahí solían descansar, comenzaron a bañarse en los jagüeyes o a dar de beber su agua a los animales. Contaminaron así el agua, provocando que la población local enfermase e, incluso, llegara a morir. Lógicamente, el proyecto de construir un acueducto que trajera agua fresca a Otumba debió ser del agrado de todos.

 

Los planes de construir
un acueducto


Las noticias sobre la posible construcción de un acueducto que llevara agua a Otumba y Zempoala se remontan a 1541, cuando fray Jacobo de Testera informó a Carlos V de la necesidad de esta obra. Al monarca debió parecerle bien, debido a que en 1542 emitió una real cédula a través de la cual exentaba a los habitantes de Otumba y su provincia a pagar el tributo real por un periodo de tres años, a cambio de participar en la construcción de un acueducto. Pero por alguna razón, esas obras nunca se emprendieron. Lo que sabemos con certeza es que en 1553, o sea, nueve años más tarde, las autoridades de Otumba se presentaron ante el virrey, en ese entonces don Luis de Velasco, llevando consigo la cédula de 1542. Fue entonces él quien la ejecutó, libró a la población de Otumba de pagar el tributo durante tres años (tiempo que se estimaba que duraría la obra), y nombró a Juan de Zarza de Agüero para que trazara el recorrido del acueducto, mientras que el padre Tembleque se dedicaba a estudiar la conducción y distribución del agua, controlando su volumen y presión.

Ahora bien, tres años después, en 1556, fue el monarca el que le escribió al virrey Velasco, alarmado ante una nueva carta por parte de las autoridades de Otumba, las cuales volvían a solicitar una exención del tributo, en esta ocasión por diez años más, o por el tiempo que durara la obra. Fue esta preocupación la que hizo que el monarca ordenara al virrey emprender una investigación sobre la utilidad y provecho del acueducto para Otumba y su provincia, averiguar el tiempo que duraría la obra y el costo que ésta tendría. Para acometer su labor, el virrey envió al juez Alonso de Bazán, que llegó a Otumba a principios de 1558. Bazán recorrió la región y realizó un cuestionario con preguntas que debieron responder las autoridades indígenas de varios pueblos y los frailes de algunos conventos, entre los que estaba fray Francisco de Tembleque (fig. 3). A finales de ese año emitió su parecer y lo anexó al expediente que generó su investigación, dando luz verde a la finalización del proyecto.

 

Fray Francisco de Tembleque: hidromensor y arquitecto


Como su nombre lo indica, fray Francisco de Tembleque era originario del pueblo de Tembleque, en la provincia de Toledo (España), por esa costumbre de los frailes de tomar como apellido el nombre de su lugar de origen. Llegó a la Nueva España a principios de 1542, cuando contaba con 32 años de edad, pero hasta 1553 no se puso al frente del nuevo proyecto. Lo primero que hizo fue ir a buscar de dónde sacar el agua, y tras la negativa de Texcoco y Tepeapulco de venderle la suya, la encontró en los manantiales que estaban junto al cerro del Tecajete, en los términos de Tzacuala (hoy en el municipio de Zempoala).

Es frecuente leer en las crónicas que Tembleque era un pobre fraile sin conocimientos arquitectónicos, que construyó un acueducto gracias a la intervención divina. Sin embargo, esta idea procede de la crónica de fray Gerónimo de Mendieta, que visitó a fray Francisco de Tembleque cuando levantaba las arquerías a las afueras del pueblo Tepeyahualco (fig. 1). Fue allí donde debió sorprenderse de la envergadura de la obra pero, sobre todo, del imponente tamaño de su arco central, pensando que se estaban sobrepasando los límites humanos. No obstante, hay varias pruebas que dan fe de que Tembleque tenía conocimientos de arquitectura e hidromensura: los testigos que lo describieron midiendo, pesando y nivelando el agua; las consultas que los regidores de la ciudad de México le hicieron en 1564 y 1566, como experto en calidad y conducción de aguas; o el resultado de su propia obra.

 

María Castañeda de la Paz. Doctora en historia por la Universidad de Sevilla, España. Investiga- dora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Sus líneas de investigación son la historia indígena prehispánica y colonial del centro de México. Sus temas de interés son la nobleza, la heráldica, la cartografía y los códices históricos indígenas.

 

Castañeda de la Paz, María, “El Acueducto del Padre Tembleque en Otumba y Zempoala. Patrimonio de la humanidad por la UNESCO”, Arqueología Mexicana núm. 143, pp. 71-75.

 

Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar:

http://raices.com.mx/tienda/revistas-bioarqueologia-AM143