El Códice Madrid. Un viejo documento revela nuevo secretos

Gabrielle Vail, Anthony Aveni

Investigaciones recientes demuestran que el Códice Madrid, el más voluminoso y menos estudiado de los códices mayas, es sin lugar a dudas prehispánico y proviene del norte de las Tierras Bajas mayas. En sus 112 páginas, que contienen augurios agrícolas y astronómicos, hay claves que nos hacen suponer que los escribas que lo pintaron estuvieron estrechamente relacionados con sus lejanos colegas del Centro de México.

 

El Códice Madrid permite acercarnos a algunos aspectos de la vida cotidiana y ritual de los mayas peninsulares, poco antes de la conquista española. El manuscrito de 112 páginas pintadas (56 en el anverso y 56 en el reverso), con formato plegable, muestra un buen número de imágenes en las que se representan diversas actividades: plantar milpas de maíz, poner trampas y cazar venados, llevar a cabo rituales sagrados. Estas imágenes están asociadas a textos jeroglíficos que explican la iconografía o contenido de éstas, e incluyen información calendárica que sitúa las actividades representadas en el contexto del calendario ritual de 260 días (tzolk’in) y a veces también en el calendario solar anual (haab’).

El Códice Madrid es uno de los pocos códices mayas prehispánicos que se han conservado y actualmente se encuentra en el Museo de América, en Madrid. Otro códice se encuentra en la Biblioteca Estatal de Sajonia y Biblioteca de la Universidad de Dresde (Códice de Dresde), y un tercero se localiza en la Biblioteca Nacional de Francia (Códice París). Los especialistas aún debaten la autenticidad de un cuarto códice maya, nombrado Grolier porque se exhibió en 1971 en el Club Grolier, en Nueva York. Algunos investigadores creen que es una falsificación reciente. Claude-François Baudez, en un artículo publicado en el número 55 de Arqueología Mexicana (pp. 70-79), opina que no debe considerársele auténtico y muchos mayistas comparten su opinión.

 

Historia del Códice Madrid

 

¿Cuáles son los datos más antiguos acerca de los tres códices mayas que se encuentran en Europa? Mucho tiempo se supuso que fueron incautados durante la conquista (1524-1546) o en los primeros años de la Colonia para ser enviados a Europa. La mención más temprana del Códice Madrid es la referencia a dos fragmentos de códices (el Troano y el Cortesiano) que estaban en posesión de dos personas distintas hacia la década de 1860, aunque luego se demostró que eran partes de un mismo manuscrito, originalmente llamado Tro-Cortesiano en 1880 por el investigador francés Léon de Rosny.

Antes de esto, no hay registros históricos que los mencionen, aunque John Chuchiak, investigador especializado en documentos coloniales mexicanos, abre nuevas posibilidades para reconstruir su historia durante el siglo XVI, en un brillante escrito (en Vail y Aveni, 2004). La investigación de Chuchiak se centra en un texto escrito en latín, que aparece en la página 56 del Códice Madrid. Durante mucho tiempo los investigadores pasaron por alto este dato de su historia colonial, concentrándose en el contenido prehispánico del documento. Sin embargo, en 1997 el notable mayista Michael Coe hizo notar el texto en latín y propuso que era indicativo de que el códice había sido pintado después de la conquista y lo vinculaba con el sitio de Tayasal, en la zona de los lagos del Petén, actualmente en territorio guatemalteco. (La argumentación completa de Coe se encuentra en The Art of the Maya Scribe, 1997.)

 

Vail, Gabrielle, y Anthony Aveni, “El Códice Madrid. Un viejo documento revela nuevo secretos”, Arqueología Mexicana núm. 93, pp. 74-81.

 

 Gabrielle Vail. Doctora en antropología. Investigadora del New College de Florida y de la Universidad de Tulane. Se especializa en códices mayas y en sociedad, religión y cosmología del Posclásico Tardío. Es autora, con Martha Macri, de The New Catalog of Maya Hieroglyphs, volume 2: The Codical Texts que será publicado por University of Oklahoma Press en 2009.

 Anthony Aveni. Profesor de astronomía, antropología y estudios nativos americanos en la Universidad de Colgate. Durante muchos años ha estudiado historia astronómica y calendarios de las culturas azteca y maya. Su libro más reciente es People and the Sky: Our Ancestors and the Cosmos (Thames and Hudson, 2008).

 

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