El origen del reino tarasco Protohistórico

Dominique Michelet

Al rastrear pistas y coincidencias entre las diversas fuentes documentales y las recientes evidencias arqueológicas, se ha logrado llegar a algunas certezas, por ejemplo: que los tarascas eran un grupo seudo-nómada, que más tarde se apropiaría con orgullo del término náhuatl "chichimeca", y que arribó primeramente a la cuenca de Zacapu durante una repentina -y tardía- migración; asimismo, que la intuición de Wigberto Jiménez Moreno, quien ya en 1942 pensaba que los orígenes geográficos de los tarascas no se hallaban muy lejos de la región en donde florecieron como cultura, resultaría, más que una clarividencia, un agudo discernimiento.

 

“Vosotros los del linaje de nuestro dios Curicaueri, que habéis venido, los que os llamáis Eneani y Tzacapu-hireti, y los reyes llamados Uanacaze, todos los que tenéis este apellido, ya nos habemos juntado aquí en uno, donde nuestro dios Tirípeme-Curicaueri se quiere quejar de vosotros, y ha lástima de sí. Él empezó su señorío, donde llegó al monte Uringuaran-pexo, monte cerca del pueblo de Tzacapu-tacanendan [...]" Con estas palabras se inicia el relato solemne de la historia de los tarascas que, año tras año, el sacerdote mayor de este pueblo, o petámuti, hacía durante la fiesta de las flechas. Esto, según la Relación de las ceremonias y ritos y población y gobierno de los indios de la provincia de Michoacán, nuestra máxima fuente etnohistórica acerca del reino tarasco, su formación y organización. Dicho texto fue, muy probablemente, transcrito por fray Gerónimo de Alcalá alrededor de 1541, o sea, solamente once años después del asesinato por Nuño de Guzmán del último rey tarasco (o cazonci) elegido antes de la conquista española; se basa, en buena parte, en testimonios de algunos representantes de la antigua clase dirigente tarasca e, incluso, de por lo menos un miembro de la familia real.

 

La llegada de los "chichimecas"

Retomando las primeras líneas del relato, el comienzo de la epopeya tarasca evoca claramente una venida, la de un dios, Curicaueri, el patrón de los uacúsecha (y, en este sentido, el equivalente del Huitzilopochtli de los mexicas), la llegada también de su brazo secular, el príncipe-cazador-sacerdote Hire Ticátame, y seguramente, aunque esto no está muy explícito, de un grupo de seguidores.

En los episodios siguientes de la historia tarasca narrada en esta fuente, será confirmado y precisado el tema de la llegada de una tribu, de la cual descenderán los linajes principales de la entidad política tarasca llamada lrechequa Tzintzuntzani (recordemos que ésta tendrá una extensión prácticamente comparable a la del actual estado de Michoacán y logrará resistir todas las tentativas de conquista por parte de los mexicas). Estos recién llegados en varias ocasiones son calificados como "chichimecas", y no faltan las referencias al modo de vida comúnmente asociado con esta palabra: sedentarización tardía, desconocimiento de la agricultura y de la pesca, economía basada en la caza-recolección, culto solar... Ahora bien, la Relación... indica que esos últimos pobladores, al penetrar a las cuencas lacustres de Zacapu y, luego, de Pátzcuaro, entraron en una tierra ya poblada por otros, en particular unos ex chichimecas, quienes, se nos dice, hablaban el mismo idioma que los tarascas pero con "vocablos corruptos y serranos", así como algunos nahuatlatos.

 

Dominique Michelet. Doctor en Etnoñogía prehistórica por la Universidad

 

Michelet, Dominique, “El origen del reino tarasco Protohistórico”, Arqueología Mexicana núm. 19, pp. 24-27.

 

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