El paisaje prehispánico del Valle de Teotihuacan

Emily McClung de Tapia

El paisaje actual del Valle de Teotihuacan es consecuencia de milenios de fenómenos naturales y actividades humanas, que ocurrieron incluso antes del desarrollo de la ciudad prehispánica. Según estudios recientes, los teotihuacanos aprovecharon los recursos disponibles en sus alrededores y los cambios más significativos fueron consecuencia de la ruptura, a partir de
la época colonial, de los sistemas indígenas de producción.

 

Desde el inicio de los proyectos de investigación arqueológica de los sesenta en el antiguo centro urbano de Teotihuacan y sus alrededores -"Proyecto Teotihuacan 1960-1964" (INAH), "Teotihuacan Mapping Project" (Universidad de Rochester) y "Teotihuacan Valley Project" (Universidad Estatal de Pennsylvania)- se manifestó preocupación sobre las condiciones ecológicas del área circundante a la ciudad prehispánica, en especial en la aparente contradicción de una gran urbe dentro de un paisaje semiárido, deforestado y erosionado. Una explicación sería adjudicar a los antiguos habitantes de la ciudad, y a los ciudadanos del Estado del cual fue sede, la explotación intensiva de los diversos recursos que ofrecía el entorno y su consecuente degradación.
Los datos sobre el surgimiento de la ciudad y su auge, que duró varios siglos (aproximadamente 1-750 d.C., según la cronología originalmente propuesta), junto con los del misterioso colapso y abandono parcial, han propiciado la especulación sobre el papel potencial de los factores ecológicos en ese decaimiento. Al no contar con los métodos y técnicas idóneos para investigar más el problema, los investigadores de los años sesenta se basaron fundamentalmente en las características modernas de la región, entre ellas: los sistemas agrícolas empleados y su productividad real y potencial, el régimen climático, la distribución de fuentes hidrológicas, los tipos de vegetación y los suelos. Cabe señalar que los investigadores tomaron en cuenta que el paisaje actual era resultado de tres milenios de ocupación y explotación humana. Así, se aplicaron algunas técnicas para la investigación del tema: por ejemplo, se realizaron estudios polínicos en la zona de manantiales situada al sur del pueblo de San Juan Teotihuacán. Asimismo, se tomó en cuenta el modelo propuesto por José Luis Lorenzo en los cincuenta respecto a las fluctuaciones de los niveles lacustres en el centro de la Cuenca de México, así como sus consecuencias para el Valle de Teotihuacan, cuyo límite suroeste fue precisamente el lago de Texcoco. Sin embargo, ante la carencia de técnicas adecuadas para enfocar el problema, no se logró profundizar más en el tema. La mayoría de los planteamientos quedaron en hipótesis, aunque su constante aparición en la literatura especializada estimuló el debate entre especialistas durante muchos años.

 

El enfoque interdisciplinario

En la actualidad, dentro de un marco netamente interdisciplinario -con la participación de biólogos. geólogos, geomorfólogos y físicos junto con arqueólogos-, ha sido posible llevar el estudio de las condiciones ecológicas del valle de Teotihuacan hacia problemas concretos. En solución de éstos se han aprovechado los muchos y diversos claros adquiridos a través de cuatro décadas de estudio, además de refinadas técnicas y el desarrollo de otras nuevas, todo lo cual permite que el arqueólogo tenga cada vez más posibilidades de someter a prueba sus hipótesis. Además de los daros arqueológicos, después de los sesenta varias fuentes nuevas de información ambiental sobre la región de Teotihuacan han dado frutos: la cartografía temática; la fotografía digital infrarroja; los estudios físico-químicos de los suelos; los registros de tres décadas más de temperatura y precipitación en zonas adyacentes; y los estudios regionales sobre vegetación, en que se describe parcialmente el área, entre otros. Ahora se sabe más sobre las tendencias climáticas y los procesos volcánicos en el Holoceno (los últimos 10 000 años) en el Altiplano Central con base, en general, en diversos estudios realizados en las cuencas lacustres y las serranías del Eje Neovolcánico. Los avances en las técnicas físicas y químicas y, sobre todo, sus nuevas aplicaciones, además de un mayor interés por parte de los especialistas de otras áreas para colaborar en las investigaciones arqueológicas, han contribuido al desarrollo de tecnología de punta, la cual permite reconsiderar los viejos problemas con enfoques contemporáneos.

 

Emily McClung de Tapia. Doctora en antropología Investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM Responsable del Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente

 

McClung de Tapia, Emily, “El paisaje prehispánico del Valle de Teotihuacan”, Arqueología Mexicana 64, pp. 36-41.

 

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