El pasado prehispánico en la alimentación y el pensamiento de hoy

Mayás Cervantes

De cómo se han conservado –y cómo se reflejan en la alimentación– algunas maneras de pensar y de ver el mundo que se remontan a nuestro pasado prehispánico, no sólo en las comunidades rurales tradicionales sino también en la población mexicana urbana.

 

La alimentación de cualquier grupo humano no sólo se refiere a los nutrimentos que se requieren para el desarrollo físico del ser, también tiene que ver con los factores ecológicos, con su historia económica, política e ideológica, con el ambiente sociocultural al cual pertenece y con su cosmovisión.

Desde la perspectiva antropológica, la alimentación es una construcción social y colectiva que guarda profundos significados: se reconoce a la gente por lo que come o por lo que no come. La alimentación se refleja en toda la sociedad, en las tradiciones, en la religión; se encuentran los tabúes y los símbolos, se reconoce el ritual, las preferencias, la inequidad social y la memoria colectiva. Ante todo, la alimentación es producto de lo cotidiano, espacio en el que se crea y se articula la sociedad y se expresan los valores del ser común; esta capacidad de simbolizar es la que nos afirma como humanos. Sin embargo, el pensamiento científico ha dejado de lado el estudio de lo cotidiano y por lo tanto de la comida, por considerarse que éstos se oponen a la “alta” cultura, a lo académico.

Por otra parte, según recientes investigaciones en neurobiología los recuerdos que más perduran son los relacionados con las emociones, los sentimientos maternales, el placer y la satisfacción, los cuales no sólo quedan inscritos en nuestro cerebro sino en todo nuestro organismo. En el sistema límbico hay una gran concentración de los receptores de las emociones, entendidas éstas como un proceso básico, molecular y biológico que se extiende por todo el cuerpo y afecta con el tiempo nuestras actitudes frente a la vida.

Cuerpo y mente son uno, el cuerpo es inseparable de la mente; las emociones son el nexo entre materia y mente, el cuerpo es la materia de las emociones, dice Candance Pert (2003). La alimentación está conectada directamente con el cuerpo y con la emoción. Los gustos, los olores, los sabores, las texturas de lo que comemos desde nuestra infancia, ya sea proporcionados con ternura y amor o sin estos sentimientos, de cualquier manera, quedan inscritos en lo m‡s profundo del cuerpo y la mente.

Con base en lo anterior y como antropólogos, nos hemos acercado al fenómeno alimentario de algunas comunidades lacustres del Centro de México para conocer cómo es su comida en la actualidad, sus interrelaciones, su diversidad, sus particularidades, y cómo es que en ella se han conservado los elementos concretos y simbólicos que reconocemos como prehispánicos. Pretendemos que estas observaciones sean válidas también para comprender el fenómeno alimentario en los centros urbanos del país, en los que las diferencias en relación con los pueblos tradicionales tal vez sólo sean cuantitativas.

 

Ayer

El conocimiento de lo que fue la alimentación en la época prehispánica es escaso. El padre Bernardino de Sahagún fue el único que tuvo la sensibilidad de inquirir sobre la dieta indígena; los demás cronistas mencionan sólo tangencialmente alguno que otro material relacionado. Sin embargo, los informantes de fray Bernardino eran hombres y no comprendían el proceso alimentario, ya que la cocina y todo lo relacionado con ella era del ámbito exclusivo de las mujeres. En tiempos prehispánicos y hoy en día en las comunidades que conservan sus tradiciones, los hombres participan en la cocina, aunque esto no se debe a problemas de género. En los textos que se encuentran en archivos, incluso los escritos en lengua indígena, no se trata el tema de la comida.

 

Cervantes, Mayás, “El pasado prehispánico en la alimentación y el pensamiento de hoy”, Arqueología Mexicana núm. 78, pp. 18-25.

 

Mayán Cervantes. Profesora e investigadora de posgrado en la ENAH. Se especializa en antropología alimentaria.

 

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