El sacrificio de Jun Ajaw

El locus de la composición superior es una occisión ritual que se ubica justo en el centro del cosmos, expresado mediante el concepto del árbol-lagarto o ceiba-cocodrilo (véase Barrera Vázquez, 1976). La zona inferior del árbol hace las veces de altar de sacrificios. La víctima tiene el abdomen abierto, pues aparentemente fue inmolada por cardiotomía, y esta circunstancia fue aprovechada por Martha Ilia Nájera para recordarnos que el corazón era una especie de microcosmos del que brota un axis mundi. El hombre muerto tiene los tobillos y muñecas atadas, mientras que un aura o zopilote –quien se posa sobre la cúspide del árbol cruciforme– sostiene entre su pico un globo ocular desorbitado, que todavía se encuentra unido al rostro de la víctima por medio de un largo nervio óptico. La base o raíces del árbol tienen el aspecto de dos cabezas de lagarto sin mandíbula inferior. Grube sugiere que el tema central de este gran almanaque es el sacrificio del dios venusino y del inframundo Jun Ajaw, quien además se encuentra en otras partes de esta misma composición.

Tomado de Erik Velásquez García, Códice de Dresde. Parte 1, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 67.