El templo monolítico de Malinalco, estado de México

Xavier Noguez

El sitio arqueológico mexica-tenochca del Cerro de los Ídolos o Texcaltepec, en Malinalco, estado de México, ofrece el ejemplo más interesante de arquitectura monolítica prehispánica de grandes dimensiones: el Templo Monolítico, ejemplo único en la arquitectura de Mesoamérica.

 

Malinalco, población situada al suroeste del estado de México, aloja en el Cerro de los ídolos o Texcaltepec (“cerro de los texcales”) dos importantes sitios arqueológicos: uno de ellos, el más antiguo, se encuentra en la cima del cerro; el segundo, más reciente, erigido en la ladera sur, es un conjunto de edificios de la época mexica-tenochca, de principios del siglo XVI.

 

El templo monolítico (Estructura I)

 

Se trata de una pirámide truncada, labrada directamente sobre toba volcánica con vetas de tepetate, y es ejemplo único del tallado en piedra de enormes dimensiones. En la parte superior se esculpió una capilla o santuario que estuvo protegido con un techo cónico de malinalli (Muhlenbergia sp.), “hierba o zacate del carbonero”. El cuerpo piramidal muestra 13 escalones limitados por alfardas y dados en la parte superior. En medio de la escalinata son visibles algunos remanentes de lo que fue un portaestandarte antropomorfo. A los lados de la escalera se reconocen, acomodados en un pequeño zócalo, los restos de dos felinos en posición sedente. La fachada de la capilla muestra otros interesantes grupos escultóricos: a la izquierda (lado occidental), un pedestal de forma bulbosa sostuvo una escultura humana, ahora muy destruida; a la derecha (lado oriental), el conjunto es un poco más reconocible: del dorso de un cipactli (ser primigenio, llamado en ocasiones monstruo de la Tierra) salen tallos e inflorescencias de malinalli. El cipactli sirvió de soporte a un personaje, del que sólo son visibles sus sandalias.

La entrada a la capilla fue grabada con la representación de una enorme boca abierta del monstruo de la tierra. Se trata de una faz producto de la unión de dos perfiles de serpiente y cocodrilo. Además, se esculpió una lengua bífida a manera de “tapete de entrada”.

A pesar de los muy reprobables actos de vandalismo en época reciente, el extraordinario interior del santuario se ha conservado en buen estado. Ahí se tallaron, sobre el suelo y en una banqueta en forma de herradura, cuatro esculturas, en un espacio de un diámetro aproximado de 5.80 m. Al centro, esculpida directamente en el suelo, sobresale un águila que mira hacia la entrada. En los lados oriente y poniente fueron talladas otras dos magníficas representaciones de esta ave. En la sección central de la banqueta se labró un jaguar, colocado en un eje aproximado norte-sur. También se reconocen varios agujeros: uno, particularmente importante, de 31 cm de diámetro por 34 cm de profundidad, se encuentra en el suelo, entre el águila central y el jaguar. En la pared circular se ven otros seis pequeños orificios, a cada lado de las dos aves y el felino de la banqueta.

 

Noguez, Xavier, “El templo monolítico de Malinalco, estado de México”, Arqueología Mexicana núm. 78, pp. 68-73.

 

 Xavier Noguez. Historiador e investigador del Colegio Mexiquense dedicado al estudio y publicación de códices coloniales del centro de México, así como a temas sobre el origen del guadalupanismo y la iconografía prehispánica y colonial temprana de tradición nahua.

 

Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-las-flores-AM078