La arqueología de Guanajuato. Trabajos recientes

En territorio guanajuatense corre uno de los ríos más importantes del país: el Lerma. Su caudal es regulado en el presente por varias presas en el curso de su largo recorrido desde Lerma hasta Chapala, pero en la época prehispánica fue un río de grandes crecidas en tiempo de lluvias y de curso lento en secas. Alrededor de las planicies del Lerma se levantan sierras entre las que se destaca, al norte, la Sierra de Guanajuato, sede de una de las operaciones mineras más importantes del país desde la época de la Colonia. Por el poniente emerge la Sierra de Pénjamo y por el oriente la de Los Agustinos. En Guanajuato el Lerma es alimentado por varios ríos, entre ellos el de La Laja, el Guanajuato y el Turbio. A las planicies que se extienden a lo largo de estos ríos, junto con las extensiones análogas hacia Jalisco y Querétaro, se les conoce como el Bajío, región que alcanzó el mayor desarrollo en Guanajuato durante la época prehispánica, en gran medida por la relativa fertilidad de sus suelos y las posibilidades que el sistema hidrológico ofrecía a una práctica agrícola intensiva. En épocas modernas se convirtió en el granero del país y hoy es la región donde se encuentran los mayores centros de población del estado.

 

Preclásico

 

En Guanajuato, las primeras evidencias de una ocupación de agricultores plenamente sedentarios provienen del sitio de Chupícuaro, la mayor parte del cual se encuentra actualmente bajo las aguas de la presa Solís, construida en el río Lerma. Fechas recientes de radiocarbono remontan su ocupación entre 400 y 100 a.C., en el periodo conocido como Preclásico Tardío.

La cerámica que se encontró en este sitio es muy distintiva: vasijas policromas en colores rojo, crema y negro, con diseños geométricos, acompañadas de figurillas huecas, usualmente femeninas, con el cuerpo decorado con idénticos diseños. Ese mismo material cerámico se ha encontrado a lo largo del Lerma concentrado en pequeños sitios, sin arquitectura monumental, siempre próximos a la planicie de inundación del río. Se trata de plataformas bajas, de planta rectangular, sobre las que se habrían levantado estructuras de material perecedero; son de grandes dimensiones, lo que sugiere que se trata de residencias de familias extensas. La distancia entre cada uno de estos sitios es grande, lo suficiente para sospechar que en esa época las comunidades no competían por el acceso a los suelos fértiles y agua en abundancia; sin embargo, en las excavaciones de salvamento hechas en el sitio de Chupícuaro se encontraron entierros de individuos decapitados, así como de cabezas desprendidas, todo lo cual apunta en la dirección de enfrentamientos, quizás de carácter ritual. 

Es posible, sin embargo, que desde esa época estuviera en juego el acceso a recursos estratégicos, específicamente la obsidiana, abundante en la Sierra de los Agustinos y en Zinapécuaro-Ucareo, ambos a corta distancia de Chupícuaro, y en el extre-mo poniente del estado, en los depósitos de las sierras de Abasolo y de Pénjamo. La pre-sencia de obsidiana de estas regiones en Cuicuilco, D.F., sugiere que desde fechas tempranas algunas de las poblaciones a lo largo del Lerma participaron en una extensa red de comercio, a la que aportaron obsidiana, actividad comercial que, en principio, habría impulsado y reforzado diferencias sociales. En apoyo de esta tesis se presenta el hecho de que la distribución de la cerámica de Chupícuaro es muy amplia: vasijas idénticas en formas y decoración se han encontrado en abundancia, por ejemplo, en el sur de Querétaro; en la Cuenca de México han aparecido asociadas a figurillas de ese mismo complejo alfarero (H4 y de ojos rasgados). Asimismo, quienes han analizado la obsidiana de Cuicuilco, han hecho notar que en este sitio la obsidiana de “Occidente”, concretamente de Zinapécuaro-Ucareo, es abundante, mientras que la de la Sierra de las Navajas, Hidalgo –supuestamente controlada por Teotihuacan desde comienzos del Clásico– es muy escasa. De ser correcta la idea de una red de comercio como la planteada, entonces se ubicaría en esta época la aparición en el sur de Guanajuato de las primeras sociedades estratificadas.

 

Nalda, Enrique, “La arqueología de Guanajuato. Trabajos recientes”, Arqueología Mexicana núm. 92, pp. 36-43.

 

• Enrique Nalda. Arqueólogo y doctor en antropología. Investigador de la Dirección de Investigación y Conservación del Patrimonio Arqueológico, INAH. Miembro del Comité Científico-Editorial de esta revista.

 

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