La conservación de la vestimenta ceremonial de Tula, Hidalgo. Reflexiones sobre su restauración

María de Lourdes Gallardo Parrodi

Este trabajo trata sobre las consideraciones que deben hacerse para la restauración de algunas piezas y de los estudios que se requieren para lograr propuestas de rearmado, con base en las características formales y funcionales de las piezas, en la información arqueológica e iconográfica, así como en observaciones acerca de su uso y simbolismo originales.

 

Cuando se observa la vestimenta ceremonial de Tula, es inevitable advertir la importancia que esta pieza debió haber tenido desde la época prehispánica y que permanece hasta la actualidad. Paralelamente, es ineludible admirar su enorme belleza y la precisión con la que están elaborados cada uno de los 1 413 pendientes de conchas y caracoles que la componen. Sin embargo, puede surgir la duda en el espectador respecto a cómo es que la pieza tiene esa forma y disposición, ¿cómo supieron los restauradores que la vestimenta de Tula fue así? En muchas de las piezas prehispánicas que se exhiben en los museos la relación entre sus fragmentos es evidente, muchas otras se encontraron completas en los contextos de excavación, pero en el caso de esta pieza, formada por más de mil pendientes, la colocación final de sus elementos fue el resultado de una investigación en la se conjugó el trabajo de varios especialistas para obtener la propuesta final sobre su forma.

La vestimenta procede de la ofrenda 2 del Palacio Quemado, en Tula, Hidalgo, y fue localizada como parte del proyecto “Mantenimiento, conservación y estudio de la zona arqueológica de Tula 92-94”, dirigido por Robert Cobean. Fue excavada por Elba Estrada y Fernando Getino en 1993, con la colaboración de restauradores de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), del INAH. Los trabajos in situ incluyeron un registro gráfico y fotográfico muy acucioso de las piezas y sus contextos, además del levantamiento sistemático de todos los elementos. La ofrenda estaba depositada en una cista (caja) de adobes, en cuyo interior se encontró un disco de arenisca con restos de pirita aparentemente quemado, colocado sobre un conjunto de piezas formado por cuentas y pendientes planos de conchas rojas con perforaciones en los extremos, de los géneros Spondylus, predominantemente de la especie Princeps, y algunas piezas de conchas rojizas como la Chama echinata, pendientes de Pinctada mazatlanica y caracoles del género Oliva; todo este conjunto estaba dispuesto sobre 18 bivalvos completos de los géneros Spondylus princepsS. Calcifer y Chama echinata, y una valva de Spondylus en estado natural y corales abanico, que formaban el fondo del depósito.

 

Conservación

 

Después de la excavación, las piezas de concha se llevaron al Museo del Templo Mayor para la exposición temporal “Veneras y caracolas, la concha en el mundo prehispánico”. Al fin de la muestra ingresaron al Departamento de Restauración del mismo museo para su conservación. Como a veces sucede, los restauradores que las intervendrían no habían estado durante la excavación y nunca vieron los objetos in situ. Las piezas de concha se recibieron en cinco grupos, de acuerdo con los niveles de levantamiento de la ofrenda.

 

Gallardo Parrodi, María de Lourdes, “La conservación de la vestimenta ceremonial de Tula, Hidalgo. Reflexiones sobre su restauración”, Arqueología Mexicana núm. 108, pp. 53-55.

 

• María de Lourdes Gallardo Parrodi. Restauradora por la ENCRYM y maestra en museología por la misma institución. Trabaja desde 1994 en el Museo del Templo Mayor. Cursa el doctorado en estudios mesoamericanos en la UNAM, con el proyecto de estudio de cinco conjuntos de concha nacarada de las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan.

 

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