La expedición arqueológica de Gamio al norte de México

José Humberto Medina González, Baudelina L. García Uranga

A finales de la primera década del siglo XX, el Museo Nacional de México organizó una expedición al norte-centro del país, región considerada en esa época una terra incognita desde el punto de vista arqueológico. Las inspecciones de reconocimiento en el noroeste de Zacatecas condujeron a las excavaciones de los monumentos arqueológicos de Alta Vista. Las publicaciones que aparecieron en esa época y la documentación resguardada en archivos ofrecen información sobre los enormes aportes de estos estudios a los inicios del conocimiento de las antiguas culturas en este territorio y las razones que tuvo el gobierno federal para suspender esas excavaciones.

 

El 7 de agosto de 1908, siendo director interino del Museo Nacional de Historia, Arqueología y Etnología de México, el zacatecano y jurista Genaro García –quien sabía, tras una corta estancia en Chalchihuites, de la existencia de vestigios arqueológicos pertenecientes a una civilización prehispánica– solicitó al licenciado Justo Sierra, secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, la cantidad de 400 pesos para que Manuel Gamio Martínez, alumno de arqueología y auxiliar interino en la clase de historia del mismo museo, efectuara una excursión de un mes con el objetivo de estudiar los antiguos monumentos indígenas en el estado de Zacatecas. Un día después de la solicitud, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes autorizó el monto solicitado. Según el periódico El Imparcial del 8 de noviembre de 1908, el director del museo dispuso que el joven alumno llevara a cabo dicha expedición como práctica de estudios. Dos años después, Manuel Gamio escribió que tras una conversación que sostuvo con Genaro García, sobre la escasez de datos arqueológicos en la porción septentrional de México, de manera particular en el norte y noroeste de Zacatecas, así como en el sur y suroeste de Durango, determinó que se realizara una exploración a tales lugares bajo los auspicios de esa institución (Gamio, 1910, p. 469).

 El 14 de agosto de 1908 Gamio presentó al director del museo un programa de 12 días que incluía la visita a algunas ruinas en los alrededores de Guadalajara, y en el estado de Zacatecas: Juchipila, el Cerro del Mixtón, El Teúl, La Quemada, Sombrerete y Chalchihuites. El propósito de la inspección consistió en recabar información sobre los sitios arqueológicos de Zacatecas, para a partir de su estudio determinar un área de transición cultural entre las antiguas civilizaciones que habitaron el centro y sur de México y las que se desarrollaron en el norte del territorio mexicano, así como en el suroeste (en ese entonces denominadas culturas Pueblo de Chihuahua, Arizona y Nuevo México) y el sureste (conocidas como Constructores de Montículos) de Norteamérica.

 

Los monumentos
arqueológicos de Chalchihuites

Cuando Gamio llega al noroeste de Zacatecas, casi frontera con Durango, apoyado en la lectura de un artículo titulado “Antigüedades mexicanas”, de Carlos Fernández, publicado en 1886 en los Anales del Museo Nacional de México y en el libro Bosquejo histórico de Zacatecas, del historiador zacatecano Elías Amador, llevó a cabo un reconocimiento de la municipalidad de Chalchihuites, donde examinó algunos de los vestigios arqueológicos referidos en las publicaciones citadas y visitó algunos lugares que le fueron mencionados por la población local. Así pues, realizó trabajos de inspección en las cuevas naturales de la Polvorera, dentro de los terrenos de la hacienda del Vergel, cercanas a la actual población de Gualterio, e inspeccionó las cavernas –en realidad minas prehispánicas (Weigand, 1968, p. 45)–, de San Rafael y la de El Mezquitalito en las inmediaciones de la cabecera del municipio de Chalchihuites. Hizo descripciones muy detalladas, obtuvo medidas, dibujó cortes de su interior y levantó planos de ellas. En estudios subsecuentes clasificó dichas cavidades subterráneas como cuevas naturales –las que consideró lugares de habitación o albergue– y cavernas excavadas, que a la vez dividió en dos diferentes tipos dependiendo de la topografía del terreno natural y la matriz del subsuelo en el que fueron perforadas. Sobre estas últimas, concluyó que fueron utilizadas como refugios.

Durante los recorridos, Gamio también realizó rápidos reconocimientos de superficie en los monumentos arqueológicos emplazados sobre los cerros Moctezuma y El Chapín. Ambas eminencias rocosas las consideró verdaderas fortalezas naturales debido a su morfología natural y lo accidentado de sus laderas que (hicieron) hacen muy difícil (o casi imposible) el ascenso y acceso a sus respectivas mesetas superiores. Sobre los vestigios arqueológicos emplazados en el cerro Moctezuma, ubicado a más de 13 km al noreste del poblado de Chalchihuites –aunque nunca se detuvo en describirlos detalladamente–, escribió que tanto las obras de defensa como sus trincheras casi habían desaparecido, pero aún existía una de sus construcciones en la meseta que corona dicha elevación. Respecto al cerro El Chapín, aproximadamente a 10 km al suroeste del mismo poblado, inspeccionó sus laderas, una cueva natural y un estrecho pasillo que fue tallado y que atraviesa los peñascos superiores del costado sur, y que sirvió como único acceso a su meseta superior. De éste levantó un plano arqueológico que muestra los cimientos de viviendas o habitaciones muy rústicas, con planta circular y cuadrada, y la talla de un petrograbado con la figura de un círculo-cruz punteado. El registro arqueológico obtenido en El Chapín confirmó a Gamio la sospecha sobre su carácter defensivo, debido al difícil acceso a los vestigios arqueológicos ubicados en su cumbre y a la presencia de las dos trincheras de piedra emplazadas en la parte inferior y media del cerro. Respecto al petrograbado de círculo-cruz punteado, encontrado en la parte oriental de su meseta superior, y cuyo diseño está conformado por 260 oquedades semiesféricas, Gamio lo llamó calendario”. Aunque en su opinión, si bien la coincidencia del número 260
es de gran importancia en la cronología náhuatl, consideró que la evidencia para asignar dicha función al petrograbado era insuficiente.

También señaló que en las
planicies o los terrenos de suave inclinación de la región, hubo habitaciones o edificios aislados cuyos restos arqueológicos fueron destruidos en su mayoría, año tras año, por el arado. Al tomar en consideración todos los sitios arqueológicos antes referidos y otros que no visitó, aunque reportó, Gamio opinó que las fortalezas prehispánicas que coronan las eminencias montañosas en esta región y las cavernas artificiales, sirvieron como un sistema defensivo cuyo principal objetivo era proteger aquellos poblados que se habían establecido en los valles, como fue el caso del antiguo asentamiento de Alta Vista, cuyas primeras excavaciones trataremos a continuación.

 

Las excavaciones
arqueológicas en Alta Vista


A mediados de septiembre, Gamio se disponía a seguir con sus investigaciones en el sur del estado de Zacatecas, pero casualmente antes de partir se enteró de la existencia de vestigios arqueológicos al oeste de Chalchihuites, en el rancho de Buena Vista o Alta Vista, hacia donde se dirigió. Al llegar al lugar descubrió una serie de montículos de diversas formas cubiertos de vegetación; en las cimas, observó alineamientos de rocas semienterradas. Ese mismo día, Gamio comenzó la excavación de los monumentos arqueológicos de Alta Vista, trabajos que continuaron a lo largo de dos meses. El 14 de septiembre envió un telegrama al entonces secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, licenciado Justo Sierra, en el que le informó sobre el descubrimiento de importantes monumentos arqueológicos desconocidos hasta ese momento. El 15 de octubre, el licenciado Sierra contestó por escrito a Manuel Gamio que recibió con mucha satisfacción la notificación que giró vía telegráfica desde Chalchihuites sobre el descubrimiento de importantes ruinas arqueológicas. Una semana después un ciudadano del poblado Chalchihuites, de nombre Sabas García, envió una carta a Leopoldo Batres, inspector general de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana, en la cual denunciaba a un individuo proveniente de México que estaba realizando excavaciones en unas ruinas cercanas a dicha población y le solicitó que mandara detener estas exploraciones.

 

La suspensión
de las exploraciones


El 25 de octubre de 1908 el periódico El Imparcial de la ciudad de México hace público el descubrimiento y las exploraciones en las ruinas de Chalchihuites (Alta Vista), Zacatecas. Ese mismo día, desde el campamento ubicado al pie de la Pirámide del Sol en Teotihuacan, Leopoldo Batres, entonces Inspector General y Conservador de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana, envió un oficio a Justo Sierra. En él, adjuntó un recorte de periódico con la noticia referente al descubrimiento de Alta Vista, y explicó que había enviado un telegrama a Francisco de Paula Zárate, gobernador de Zacatecas, en el que le pide –en calidad de urgente– ordene la suspensión de las excavaciones de Gamio y que se resguarden todos los objetos encontrados. Batres le solicita a Sierra que apruebe su decisión, ya que las excavaciones arqueológicas realiza- das por Gamio no contaban con la autorización de la Secretaría de Instrucción Pública y en ellas no había intervenido la Oficina de Inspección y Conservación de Monumentos Arqueológicos a su cargo.

El mismo día, Leopoldo Batres escribió a Genaro García para notificarle que había recibido cartas de los pobladores de Chalchihuites y Sombrerete, quienes le informaron sobre las excavaciones arqueológicas que realizaba Gamio en las ruinas de Alta Vista, las cuales no tenían la autorización de la oficina que él encabezaba.

El 27 de octubre el Lic. Sierra –en acuerdo muy urgente– pide se notifique a Genaro García, director del Museo Nacional, que con base en las normas e instrucciones vigentes, no se pueden realizar exploraciones arqueológicas sin la intervención del Inspector General de Monumentos Arqueológicos y solicita suspender inmediatamente las exploraciones de Gamio en las ruinas de Chalchihuites, hasta la intervención de dicho inspector en ellas. Con esa misma fecha, Justo Sierra también informó al Inspector General de Monumentos que ya había recomendado al director antes mencionado ordenar la suspensión de las exploraciones arqueológicas.

Al recibir la noticia, Genaro García procedió de inmediato, y en los días posteriores comunicó por escrito a Justo Sierra sobre la suspensión de las exploraciones del joven Gamio el 28 de octubre. Al conocer esta decisión, el Lic. Ezequiel Chávez, subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, envió una correspondencia a Leopoldo Batres, donde le avisa sobre la interrupción de las excavaciones en las ruinas de Alta Vista.

Finalmente, el 17 de noviembre, el director del Museo Nacional comunica a Justo Sierra el regreso de Gamio; de la misma manera, informa que por orden del gobierno de Zacatecas, las ruinas descubiertas en Chalchihuites quedaron bajo la custodia del Sr. Porfirio Serrato (propietario del terreno), hasta que el gobierno federal tome posesión de ellas y de los otros monumentos arqueológicos de la región. Asimismo, hace de su conocimiento que Gamio se encuentra redactando un detallado informe acerca de los trabajos de exploración que llevó a cabo en Zacatecas. El 28 de noviembre, el secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes comunicó al director del museo que recibió la información antes señalada y que el informe que está redactando el Sr. Gamio sobre sus exploraciones arqueológicas deberá ser oportunamente remitido a la misma secretaría.

Por otra parte, en el periódico El Imparcial de la ciudad de México, en las ediciones de los días 8, 9 y 22 de noviembre de 1908, se incluyeron noticias y fotografías sobre las inspecciones que realizó Gamio en las cavernas (naturales o excavadas) y monumentos arqueológicos en Chalchihuites, así como de sus exploraciones y hallazgos en las ruinas del rancho de Alta Vista (Lombardo de Ruiz, 1994, vol. II, pp. 453-465). El periódico nunca mencionó el problema de la suspensión de las exploraciones arqueológicas. No obstante, en la noticia del 22 de noviembre, Genaro García y Manuel Gamio señalaron que con la información arqueológica recuperada hasta ese momento no se podía ofrecer un juicio sólido sobre la cultura que construyó en la zona, ya que los trabajos de exploración apenas habían comenzado y que cuando la Oficina de Inspección y Conservación de Monumentos Arqueológicos –a cuyo cargo quedarían las ruinas– los continuaran, quizás saldrían a la luz nuevos objetos que permitirían proponer alguna hipótesis sobre las características culturales de sus constructores.

Finalmente, por acuerdo de Genaro García, los días 27 de septiembre y 29 de octubre de 1909, Gamio entregó a Leopoldo Batres una lista junto con los artefactos arqueológicos procedentes de Alta Vista, Zacatecas. Pocos días después, el 5 de noviembre, Manuel Gamio parte desde el puerto de Veracruz a la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos, con el fin de continuar con sus estudios de posgrado. En abril de 1911 presentó su tesis de maestría en humanidades, “Archaeological Research in Chalchihuites State of Zacatecas, Northern México” (Universidad de Columbia, Butler Library, Rare Book & Manuscript Library, coa- F11).

 

José Humberto Medina González. Arqueólogo por la ENAH. Se especializa en la historia de la arqueología, paisajes rituales y ceremonialismo en el norte-centro de Mesoamérica. Investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH.

Baudelina L. García Uranga. Arqueóloga por la ENAH. Investigadora del Centro INAH Zacatecas y responsable del proyecto “Investigación y mantenimiento menor de la zona arqueológica de Alta Vista”.

 

Medina González, José Humberto, Baudelina L. García Uranga, “La expedición arqueológica de Gamio al norte de México”, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 74-79.

 

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