La obsidiana en Mesoamérica

Alejandro Pastrana

Por sus cualidades físicas, la obsidiana fue tal vez la materia prima más importante para los antiguos mesoamericanos. Con una maestría lograda a lo largo de miles de años, los artesanos dedicados a la obsidiana aprovechaban prácticamente cada fragmento del material para crear objetos que se utilizaban en casi cualquier actividad: domésticas, medicinales, artesanales, militares y religiosas.

 

La obsidiana es un vidrio volcánico que se forma cuando las lavas incandescentes, a 600 °C, con alto contenido de sílice y aluminio se enfrían rápidamente; si el descenso de la temperatura es lento, entonces los minerales se cristalizan y dan lugar a las rocas conocidas como riolitas, que son de colores claros: gris, café, rosa, rojizo y amarillento. La obsidiana es clasificada por la mineralogía como vidrio, ya que sus átomos no conforman una estructura cristalina; es dura y frágil, de atrayente brillo, transparente y translúcida, pero su principal característica es su tipo de fractura, aguda, recta y muy cortante, que permite la elaboración de diversos tipos de instrumentos tallados y de preciados objetos pulidos. La obsidiana es generalmente negra o gris, pero también puede ser rojiza, café, verde o con visos de distintos colores; su transparencia, translucidez y brillo dependen del espesor del fragmento y de la luz bajo la que se observe. La obsidiana es el material natural más eficiente para la elaboración de instrumentos de corte , como las navajas, y de penetración por impacto, como las puntas de flecha. Por sus particulares propiedades físicas, la obsidiana fue ampliamente aprovechada por las culturas prehispánicas en la elaboración de instrumentos como navajas de agudos y uniformes filos, para cortar fibras vegetales, plumas, maderas y pieles; raspadores de maguey; perforadores de cuero, hueso y madera. También se utilizó para tallar penetrantes puntas de flecha, de dardo, de lanza y cuchillos de diversas formas. Guerreros, sacerdotes y dioses aztecas portaban varios objetos de obsidiana, como collares, orejeras, bezotes y cetros; asimismo, se elaboraban urnas y esculturas con ese material. 

Entre las deidades del panteón mexica, se sabe de dos que tienen relación directa con la obsidiana: Tezcatlipoca (el que tiene el espejo humeante de obsidiana) e Itzpapálotl (la mariposa de obsidiana). La obsidiana estaba presente en diversos ámbitos de la cultura prehispánica del Centro y el Occidente de México, principalmente en la vida doméstica, la agricultura, las artesanías, el comercio, la guerra y la religión.

La explotación

El conocimiento de la obsidiana en el México antiguo proviene desde los tiempos prehistóricos del poblamiento de América, al menos desde 10000 años a.C. aproximadamente, y continuó durante la época de las primeras aldeas y pueblos, como Cuicuilco (1400 a.C.-300 d.C.). Sin embargo, fue con el surgimiento y desarrollo de la gran ciudad de Teotihuacan (100 a.C.-700 d.C.) que la explotación y la talla de la obsidiana se intensifican y su transporte, comercio y distribución en general alcanzaron a gran parte de Mesoamérica. La importancia de la explotación de la obsidiana a gran escala continuó con el crecimiento de la ciudad de Tula (950-1100 d. C.) y con la conquista por el imperio azteca de un vasto territorio (1428 d.C.). Aun después de la llegada de los españoles, en la primera etapa de la Colonia, ante la escasez de instrumentos hechos con metales europeos se continuó utilizando la obsidiana para la explotación del maguey, en joyería y en ritos paganos, como consta en algunos procesos penales llevados por la Santa Inquisición en el siglo XVI.

En el trabajo artesanal cestería, carpintería, plumaria y la producción de textiles- y en las actividades domésticas y agrícolas se utilizaron instrumentos básicos de obsidiana para elaborar artefactos más complejos, y para transformar directamente diversas materias primas de origen vegetal, animal y mineral. Esta producción diversificada, así como la distribución y uso de instrumentos y objetos de obsidiana en el México prehispánico, es uno de los rasgos distintivos utilizados por Paul Kirchhoff para definir Mesoamérica, un área en la que el trabajo de la obsidiana alcanzó un alto grado de especialización, tamo en la elaboración y uso de instrumentos como en la manufactura de bellos objetos pulidos.

Elementos típicamente mesoamericanos fueron el pulimento de la obsidiana; las “espadas” de madera con hojas de pedernal u obsidiana (macuáhuitl) incrustadas; los raspadores, asociados al cultivo del maguey para la extracción de pulque, y las navajas de obsidiana empleadas en el autosacrificio.

Las técnicas

Uno de los objetivos del estudio de la lítica prehispánica es el conocimiento de las técnicas empleadas en la elaboración de instrumentos y objetos tallados y pulidos. Con base en el análisis de los restos materiales recuperados en los asentamientos arqueológicos y en los yacimientos de obsidiana, así como en trabajos experimentales y en algunos escritos de la conquista, se ha avanzado en el conocimiento de algunos procesos de elaboración de instrumentos tallados, como navajas prismáticas y puntas de proyectil.

Las técnicas de talla y pulido consisten en un proceso de reducción del volumen de la materia prima, por medio de percusión y presión en el caso de la talla, y mediante abrasión, pulido y bruñido en el pulido. También se conoce la técnica de percusión indirecta, en la que se incluye un percutor y un cincel para desprender lascas o navajas, empleada en Mesoamérica posiblemente para elaborar grandes navajas. En la manufactura de la mayor parte de instrumentos, armas y objetos religiosos y de estatus se combinaron varias técnicas, como la aplicación de golpes y presión con dirección controlada en puntos específicos, así como fricción en superficies determinadas con instrumentos de diferentes texturas y dureza. Los instrumentos con los que se trabajaba la obsidiana fueron diversos, entre ellos percutores, cinceles y punzones, así como cantos de riolita, areniscas, basalto, astas, maderas duras y posiblemente cobre.

Para el trabajo de desgaste por fricción se utilizó basal ro, sílex, areniscas, arenas y la misma obsidiana, además de otros materiales aún no identificados. En la especialización en instrumentos de obsidiana se desarrollaron a lo largo del tiempo diversas técnicas en diferentes áreas culturales de Mesoamérica, con las que se lograron excepcionales instrumentos como las grandes navajas prismáticas.

 

Pastrana, Alejandro, “La obsidiana en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 80, pp. 49-54

 

• Alejandro Pastrana. Doctor en antropología por la ENAH. Investigador de la dea, INAH, y director del proyecto “Yacimientos de obsidiana en México”.

 

Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-artesania-en-mesoamerica-AM080