La sexualidad entre los antiguos mayas

Stephen Houston, Karl Taube

Los mayas tenían prácticas que recuerdan mucho al mundo moderno en lo que se refiere a la variedad de modalidades de vida amorosa, pero también otras que nos parecen absolutamente distintas. La identidad sexual era más fluida y las representaciones de esa fluidez a veces eran francas y abiertas; otras, discretas, ocultan mucho más de lo que muestran.

 

“Me estoy sumergiendo, penetrándote con los genitales de tu madre y los genitales de tu padre. Eres el deseo de los hijos de las mujeres, el deseo de los hijos de los hombres. Amén” (“El ritual de los bacabes”, versión de Pete Sigal). En este crudo conjuro, un escriba maya nos muestra la realidad de la sexualidad durante el Yucatán colonial. El sexo es algo que, estrictamente hablando, necesita una sociedad para su reproducción y en la mayoría de los casos los individuos lo buscan por necesidad biológica. El oscuro lenguaje de ese encantamiento muestra, sin embargo, la dificultad de entender la sexualidad en términos culturales. El coito, la satisfacción y las diversas atracciones y repulsiones sexuales aparecen en todas las sociedades humanas. Aun así, los pueblos del mundo, incluidos los mayas prehispánicos, tienen sus propios conceptos específicos sobre el significado del sexo y la sexualidad.

 

Representaciones del sexo

 

Para indagar en los conceptos sexuales de los mayas, nos valemos de sus representaciones y textos glíficos, que pueden confrontarse con las palabras e ideas posteriores de sus descendientes. Algunas ideas han cambiado con el tiempo, posiblemente; otras están tan difundidas que son reflejo de las que imperaban en la antigüedad. Las imágenes, textos y términos nos permiten identificar a los participantes de los actos sexuales, los lugares donde se llevaban a cabo y lo que se pensaba que resultaba del acoplamiento y la estimulación sexual. Se creía que algunos acoplamientos eran “acentuados”, lo cual significa que eran diferentes de los comportamientos usuales. Las representaciones explícitas del acto sexual entre los antiguos mayas pertenecen a dicha categoría: son “acentuadas”. Ni el coito ni la masturbación solían representarse de manera explícita. Tales actos más bien se insinuaban de manera sutil: dos cuerpos enfrentados, la mujer inclinada hacia atrás, un hombre tocando un pecho, las rodillas de la mujer ligeramente abiertas. Una mujer dispuesta al sexo aparece sin ropas ni adornos, excepto sus pulseras y orejeras. Los mayas preferían la imaginería de la suposición y los juegos previos a los detalles específicos de la consumación. Dejaban el resto a la imaginación.

El Códice de Dresde, del Posclásico, contiene buenos ejemplos de dicha representación indirecta. En este documento no se habla del sexo en términos comunes: ka, cópula, o la muy difundida palabra maya p’en, ni de tsay, “unión pegajosa” del maya yucateco. En vez de escribirlo así en estas escenas de acercamiento erótico, a la deidad femenina se le llama simplemente atan, la “consorte” de las deidades masculinas. El mismo término aparece en textos del maya del Clásico al referirse a las esposas de los gobernantes. Por su naturaleza, el papel de consorte debe haber connotado el acto sexual.

 

Houston, Stephen, y Karl Taube, “La sexualidad entre los antiguos mayas”, Arqueología Mexicana núm. 104, pp. 38-45.

 

Stephen Houston. Doctor en antropología. Catedrático “Familia Paul Dupee” de ciencias sociales en la Universidad de Brown, Providence, Rhode Island.

• Karl Taube. Doctor en antropología. Profesor de antropología en la Universidad de California-Riverside.

 

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