La tecnología del jade. Explotación, técnicas de manufactura, talleres especializados

Brigite Kovacevich

La elaboración de artefactos de jade fue un proceso largo y laborioso que constó de varias etapas tecnológicas e incluyó diversos instrumentos. Lamentablemente, en muchos casos el registro arqueológico es, en pocas palabras, muy escaso para permitir la identificación de esas tecnologías e instrumentos. Sin embargo, los datos etnohistóricos, arqueológicos y experimentales, en conjunto, pueden emplearse para identificar, describir e interpretar los procesos materiales y sociales relacionados con la producción de jade en la antigua Mesoamérica.

 

Las fuentes etnohistóricas –documentos históricos o manuscritos– proporcionan información del proceso de elaboración de los artefactos de jade en la Mesoamérica precolombina. Esos registros, casi siempre obra de los frailes españoles, son una fuente de información muy valiosa, aunque suelen ser incompletos ya que no eran estudios sistemáticos que cubrieran vastos aspectos culturales, como los habría hecho un antropólogo o un científico social; por tanto, resultan mucho más útiles cuando se complementaban con investigación antropológica y experimental. Por ejemplo, fray Bernardino de Sahagún (1959, lib. IX, cap. XVII, pp. 80-81) describe así el trabajo del lapidario:

Los maestros lapidarios cortaban cristal de roca, y amatistas, y piedras verdes, y jade de verde esmeralda, con arena abrasiva y duro metal. Y los raspaban con un elaborado instrumento de pedernal. Y los horadaban; los perforaban con un punzón tubular de metal. Luego alisaban despacio las superficies; las pulían; les daban un lustre metálico. Y luego los acababan con una pieza de madera [y un abrasivo muy fino]. Los pulían tanto que brillaban, lanzaban rayos de luz, resplandecían. O con un pedazo de fina caña [que contiene sílice], los lapidarios pulían, acababan, mejoraban sus artefactos.

Las descripciones de Sahagún nos dicen que los buenos lapidarios sabían cómo dar forma, tallar, perforar y pulir las piedras preciosas, entre ellas los jades. Los abrasivos eran muy importantes en la producción de esas piezas, que incluía la talla y el pulido. Además, aunque las herramientas de metal no fueron utilizadas por las culturas más tempranas, como la olmeca y la maya, pudieron haberse empleado algunas similares. Esos relatos nos dan indicios de cómo se trabajaba el jade en el pasado.

Desde luego, los datos arqueológicos pueden ofrecer un caudal de información; sin embargo, con frecuencia encontramos sólo el producto terminado en el registro arqueológico. Existen pocos ejemplos de áreas de producción de jade en Mesoamérica, por lo que el proceso completo y quienes participaban en éste permanecen en la oscuridad. No obstante, a partir de esos escasos contextos relacionados con la producción es posible aprender mucho más y aplicar este conocimiento a otros sitios y regiones. Las fuentes primarias de esta información provienen de sitios como Cancuén, Guatemala (Kovacevich, 2011), el área de producción de jade más grande en la zona maya fuera del valle de Motagua, donde se localizaron 3 259 fragmentos de desecho o desperdicios (fig. 2). Cancuén fue un importante sitio de producción debido a su estratégica ubicación en la ruta de comercio fluvial que corría desde las Tierras Altas volcánicas, ricas en recursos, hasta los sitios en las Tierras Bajas de Guatemala y México. Las áreas de producción en el valle del Motagua central, como Guaytán (Rochette, 2009), y algunas subregiones que incluyen a los tributarios del río El Tambor y el río Hondo (Taube e Ishihara-Brito, 2013), también ofrecen información importante de puntos primarios para la producción de jade. La investigación en Cancuén y Guaytán demuestra que tanto nobles como gente común estuvieron implicados en la producción de jade.

En el trabajo experimental de Emiliano Melgar Tísoc, Reyna Beatriz Solís Ciriaco y Laura Filloy Nadal (2013) se combina la reproducción de piezas a partir de las fuentes antes mencionadas con imágenes tomadas con el microscopio electrónico de barrido de la superficie de los artefactos, para determinar cómo se trabajaban, así como los instrumentos que se utilizaban, lo que permitió corroborar los datos etnohistóricos y arqueológicos. Esta manera muy eficaz para determinar cómo se trabajaba el jade demostró que hubo diferencias temporales y regionales en la tecnología de su producción (ibid., p. 154). Con base en estas fuentes de información, en seguida se describen diversas técnicas de trabajo del jade en la Mesoamérica precolombina.

 

Percusión

Esta técnica solía ser la primera que se utilizaba en el proceso de elaboración, a menos que se encontrara un núcleo de jade del tamaño y forma deseados. Aunque los tipos de piedras empleados en la percusión no se han abordado mucho en la literatura sobre el tema, en general se sabe que deben ser duros y durables. En las áreas de trabajo de Cancuén se recuperaron más de 60 percutores de piedra de jade (fig. 3a), de pedernal (fig. 3b) y de cuarzo; la mayor parte del desecho de jade fue consecuencia del trabajo de percusión (fig. 4; Kovacevich, 2011, p. 153). Por su parte, Rochette (2009, p. 213) recuperó ocho percutores de jadeíta durante los recorridos de superficie y las excavaciones en la región de Guaytán del valle de Motagua. Taube y sus colegas encontraron cantos de jade que conservaban señales de haber sido utilizados como yunque, sobre los que se colocaban piezas de ese material para ser golpeadas con un martillo de piedra (Taube e Ishihara-Brito, 2012, p. 142). La percusión era una tarea difícil, pues el jade no se fractura fácilmente o de modo previsible.

“Picotear” es una palabra que describe un tipo de percusión a pulso que se utilizaba para detallar artefactos y reducir su tamaño. El golpe corto usado en el picoteo desprendía pequeñas partes del jade, principalmente en forma de polvo. En Cancuén se encontraron percutores de piedra muy pequeños, hechos casi siempre de jade (ver fig. 3a). En general, éstos son mucho más pequeños que los que se utilizaban para retirar grandes trozos de jade mediante percusión. Así, estos pequeños percutores de piedra tal vez se emplearon para darle forma al artefacto mediante el picoteo en lugar de reducir grandes núcleos de jade mediante percusión. Aunque el picoteo puede dejar marcas visibles en los artefactos (Kovacevich, 2011, p. 153), algunas pueden borrarse con el pulido o trabajo posterior.

 

Desgaste y reducción de la superficie

Tallar el jade, o friccionarlo sobre una piedra para crear la forma deseada, aunque es una labor intensa dejaría una superficie más lisa que con el picoteo (Taube e Ishihara-Brito, 2012, p. 143). La evidencia de que el jade se desgastaba se puede corroborar al observar las largas estrías sobre la superficie del objeto, que en algunas ocasiones son visibles a simple vista si éste aún no ha sido pulido o bruñido. También, parece ser que las técnicas de abrasión y desgaste fueron empleadas por los trabajadores de jade de Cancuén (Kovacevich, 2011, p. 157). Algunas superficies de los artefactos conservaban marcas de abrasión, raspadura y frotamiento; muchos de ellos se usaron para pulir o desgastar objetos, entre ellos orejeras (fig. 5). Rochette (2009, p. 214, cuadros 2 y 3) encontró 97 fragmentos de jade que mostraban evidencia de estar pulidos. Melgar Tísoc, Ciriaco y Filloy  (2013, p. 153) notaron que desgastar con roca caliza era común para los mayas, aunque otras piedras, como el basalto, fueron utilizadas en diferentes culturas en otros tiempos. Es importante destacar que gracias a su investigación experimental y el análisis con microscopio se pudo determinar los tipos de herramientas que se utilizaron para desgastar la superficie, aun cuando los rastros no son visibles o las herramientas de pulido no se han encontrado.

 

Aserrado y corte por fricción

Serrar es otro método empleado para eliminar partes no deseadas de material o para producir incisiones de cuentas, orejeras o placas (fig. 6). Puede hacerse con una sierra dura o por fricción por medio de un cordel o atado de fibra; cada uno deja estrías características sobre el objeto, que en ocasiones son apreciables a simple vista. Las sierras duras dejarían estrías rectas y paralelas, en tanto que con las de fibra se verían estrías en forma de curva o arco. Con mucha frecuencia, un objeto de jade no sería aserrado por completo, pero los cortes se harían desde dos lados y luego la pieza se rompería dejando un septum (fig. 7a). El septum también puede dar indicios si se usó una sierra dura o de fibra, ya que éste será plano o arqueado (véase la fig. 7a como ejemplo de un septum en arco). Las sierras duras pueden estar hechas de madera firme o de otra piedra sólida, en tanto que las de fibra tal vez se hacían de tejido animal o fibra vegetal, aunque también podrían haberse hecho de piel (véase Kovacevich, 2011, p. 154). El uso de sierras de fibra puede corroborarse por la presencia de sujetadores con cordel que se empleaban para proteger manos y dedos del cordel o atado de fibra(fig. 7b). Los abrasivos eran el elemento verdadero de corte que se utilizaba a la hora de serrar y tenían que ser de igual o mayor dureza que la del jade; podían incluir materiales como jadeíta, cuarzo o granate triturados (Taube e Ishihara-Brito, 2012, p. 142). Las arenas abrasivas son mencionadas también por Sahagún (1959, lib. IX, cap. XVII, pp. 80-81). En su trabajo en el valle del Motagua Central, Rochette (2009, p. 215) encontró el método de serrar en lugares de labor de jade de nobles y gente común.

En las excavaciones en Cancuén se encontraron grandes cantidades de microdesechos, o residuos menores de 1 mm, asociados a los lugares donde se trabajó el jade (Kovacevich, 2011, p. 154). Se trata de pequeñas lascas y trozos de piedra verde y cuarzo que miden menos de 1.0 mm de largo y ancho (fig. 8). Este microdesecho no era sólo el residuo de producción, también fue parte del proceso de pulverización en la elaboración de abrasivos para cortar jade. En un solo grupo de un montículo asociado al trabajo con jade en Cancuén, recuperamos más de 13 kg de cuarzo partido y pulverizado, cuya mayor parte tal vez se utilizó como un abrasivo con una sierra de fibra o un taladro. Probablemente el cuarzo era triturado y pulverizado con los mismos martillos de piedra empleados para reducir el jade mediante percusión. El desperdicio de jade pulverizado y los guijarros de cuarcita quizás eran los abrasivos más utilizados en Cancuén, ya que los abrasivos como la arena de cuarzo no se conseguían en la localidad.

Melgar Tísoc, Ciriaco Solís y Filloy Nadal (2013, p. 153) también descubrieron que las navajas de pedernal y obsidiana se emplearon para cortar el jade. Incluso, su trabajo pudo determinar la diferencia entre ambos materiales, con lo que se proporcionó otro nivel de identificación de las herramientas de trabajo del jade que no podría lograrse sólo mediante la excavación arqueológica.

 

Traducción: José Luis Alonso

 

Brigite Kovacevich. Doctora en antropología. Profesora asistente en la Southern Methodist University. Directora del Proyecto Arqueológico Holtún, Guatemala. Se especializa en análisis lítico, arqueología doméstica y economía política.

 

Kovacevich, Brigite, “La tecnología del jade. Explotación, técnicas de manufactura, talleres especializados”, Arqueología Mexicana núm. 133, pp. 42-47.

 

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