Metáforas de las transgresiones sexuales

En el pensamiento mesoamericano se veía a la discapacidad como una metáfora de la transgresión, preferentemente de tipo sexual. El propio cuerpo de algunas divinidades y seres míticos de notaba su cualidad transgresora; también el de ciertos humanos. Las fuentes etnohistóricas narran la existencia de gigantes que habitaron la Tierra en el principio de los tiempos; además de su apariencia física desaliñada, se decía que el estado de ebriedad era común en ellos y que practicaban la homosexualidad; más aún, tenían poca estabilidad para mantenerse en pie, pues padecían una deformidad en sus extremidades inferiores.

Otro ejemplo de discapacidad asociada a la transgresión es el de una cihuatéotl  representada en el Códice Vaticano B  con los pies torcidos, rasgo que probablemente alude a pasadas infidelidades (Klein, 2001, p. 208). Esas divinidades eran las mujeres muertas de primer parto, quienes al no confesar sus faltas tenían dificultades al momento de dar a luz y, en caso de morir, sus transgresiones las seguían una vez transformadas en deidades. Así, en los Primeros Memoriales (f. 271r) la única característica dada a las cihuateteo es el adulterio (tetlaximaliztli ). El dios purépecha Tares Upeme, señalado a su vez como una divinidad coja, fue expulsado del cielo tras emborracharse. La embriaguez, si bien no representa propiamente una transgresión sexual, es la causante de ésta, pues en algunos mitos conduce al incesto y a la desnudez. Algunos dioses también reflejan su transgresión sexual mediante la sustitución de un pie o una pierna por un animal o un objeto. Entre los mayas, el pie del dios Chin o K’awil, también conocido como dios K, es reemplazado por una serpiente, y en varios relatos se le señala como la deidad que introdujo la homosexualidad en dicha cultura. Por otro lado, en Tezcatlipoca se observa que una de sus extremidades inferiores ha sido sustituida por un espejo de obsidiana, mutilación realizada por el monstruo de la Tierra a causa de una transgresión sexual. Otros hechos que también simbolizaban la falta sexual eran el torcimiento corporal –que igualmente podría representar el goce sexual–; la ceguera, característica atribuida a Itztlacoliuhqui y representada en éste con una banda en los ojos –discapacidad derivada de su transgresión en Tamoanchan–; además de ciertos ámbitos de la desnudez, el cabello suelto y despeinado, y la serpiente en algunos contextos. Asimismo, en algunos casos, la flor simbolizaba el exceso sexual: dos ahuianime  (prostitutas) del Códice Florentino (f. 39v) son representadas portando flores; las mujeres que nacían en el signo ce xóchitl , “uno flor”, podrían ser buenas labranderas, pero en caso de no ser devotas se volverían viciosas de su cuerpo y prostitutas.

 

Tomado de Miriam López Hernández y Jaime Echeverría García, “Transgresiones sexuales en el México antiguo”, Arqueología Mexicana núm. 104, pp. 65-69.

 

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