Motecuhzoma Xocoyotzin, un gran reformador

Michel Graulich

Pocos soberanos han sido tan criticados y calumniados, por su propios súbditos y por los investigadores modernos, como Motecuhzoma Xocoyotzin, también conocido como Moctezuma II. En realidad fue un gran reformador que llevó al cenit a su imperio y a la cultura azteca.

 

Nadie sabe exactamente cuando nació Motecuhzoma, hijo de Axayácatl. Parecía de 40 años a la llegada de los españoles, pero según las fuentes mexicas, siempre impregnadas por el mito y el rito, su edad era, en 1519, de 52 años, es decir, un “siglo". De joven fue tan valiente que "por su persona venció dieciocho campos" (Oviedo). Después, su tío Ahuítzotl le confió una expedición de mucha importancia para ayudar a unos pochtecas sitiados en Ayotlan. Motecuhzoma sucedió a su tío en el poder en 10 conejo (1502) e inauguró su reinado con una serie de importantes reformas. Retiró a los funcionarios de Ahuítzotl y los remplazó por hombres nuevos: nobles bien educados que entendían perfectamente lo que él quería y en los cuales podía confiar totalmente. Además, los hijos de los señores de México y de otras ciudades fueron obligados a vivir en su corte para servirle, y para criarlos y hacerlos "a mis mañas y costumbres y conformes a mi voluntad y corazón” (Durán). También reforzó la etiqueta de la corre, al punto de que más tarde lo acusarían, como lo dijo él mismo, de "hacerse dios".

 

Reformas Políticas

Por la época, estas reformas suscitaron mucho odio y calumnias; los estudiosos modernos tuvieron apreciaciones muy negativas. Hubo quienes hablaron, por ejemplo, de “reacción nobiliaria" y de "contrarrevolución", ¡como si antes hubiera existido una revolución! Pero en realidad, lo que quiso Motecuhzoma fue crear un verdadero imperio. Hasta entonces, el dominio de la Triple Alianza de México-Tenochtitlan, Tetzcoco y Tiacopan, basado sobre el chantaje y la intimidación para obtener tributo, era bastante inestable. El imperio estaba construido por ciudades-Estado con estatutos muy diferentes, y la mayoría de ellas eran casi autónomas. Ahora bien, lo que buscaba Motecuhzoma era dar más consistencia y coherencia al imperio, y centralizar más el poder. Sabía que la época en que bastaba utilizar la fuerza había pasado, y  que lo que se necesitaba ahora eran diplomáticos y administradores, más que los incultos y rudos guerreros de Ahuítzotl, a  quienes "cualquiera cosa que yo quiera innovar, ordenar o mandar, más o menos de lo que mi Probable tío hacía, les ha de parecer mal y luego han de murmurar y detraer de ello y condenarlo por malo y han de decir que su señor Ahuitzotl no haría aquello" (Durán); como cuando hay un cambio de gobierno en nuestra época.

Así, Motecuhzoma se hizo asistir por nuevas personas, las únicas que habían gozado de una educación superior en el calmécac, los nobles, y para preparar el futuro se ocupó él mismo de formar a los hijos de los grandes señores y reyes, así como de enseñarles "el modo de regir y gobernar y el modo de despedir que los grandes tienen" (Durán). Estos jóvenes, educados en la gran y gloriosa metrópoli, debían volverse grandes admiradores e impulsores de la civilización mexica; naturalmente, también eran rehenes que aseguraban la obediencia de las ciudades vencidas y de los nobles. En otras palabras, Motecuhzoma desarrolló un sistema que Roma y otros imperios de la antigüedad habían utilizado con gran éxito. Esto explica también por qué reunió en la capital las imágenes de todos los dioses del imperio; éstos también eran rehenes, al igual que sus nahuales, los animales de toda clase que juntó en su supuesto “jardín zoológico"; por ello hay que tomar en serio las afirmaciones de que los alimentaba como si fueran dioses, con cuerpos de sacrificados.

 

Michel Graulich. Doctor en filosofía y letras por la Universidad Libre de Bruselas. Profesor de la Escuela Práctica de Altos Estudios de París.

 

Graulich, Michel, “Motecuhzoma Xocoyotzin, un gran reformador”, Arqueología Mexicana núm. 51, pp. 74-79.

 

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