Naturaleza y funciones de Tláloc: Los mitos

Junto con la iconografía, los mitos constituyen las fuentes que proporcionan los datos más valiosos para entender la naturaleza y las funciones de los dioses. Un relato cosmogónico precisa que los cuatro hijos de la pareja suprema –Tezcatlipoca Rojo, Tezcatlipoca Negro, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli– se reunieron y crearon a Tláloc y a su esposa Chalchiuhtlicue como “dioses del agua”. Añade que Tláloc creó a “muchos ministros pequeños de cuerpo”, los tlaloque, que tenían recipientes de barro con los cuales dejaban caer el agua sobre la Tierra a partir de cuatro depósitos en los que se almacenaban diferentes tipos de lluvia.

Otra interesante aparición de Tláloc en los mitos tiene lugar en Teotihuacan, en el momento de la creación del Sol y de la Luna. Se afirma que Quetzalcóatl arrojó a su hijo Nanáhuatl a la hoguera, donde se transformaría en Sol, mientras que Tláloc arrojó al suyo, Tecuciztécatl, que se volvió Luna. Según otra versión, Tecuciztécatl se metió en una cueva antes de su metamorfosis astral, un espacio estrechamente vinculado con Tláloc. Añadiré que según el Códice Vaticano-Latino 3738, el “paraíso de Tláloc”, el Tlalocan, se encontraba precisamente en la Luna. Recordemos que los “elegidos” de Tláloc, es decir, “los que matan los rayos o se ahogan en el agua, los leprosos y bubosos y sarnosos, y gotosos e hidrópicos [enfermedades vinculadas con el agua]”, eran enterrados para llegar al Tlalocan, descrito como un lugar de abundancia y riquezas. Cabe precisar que los cerros eran concebidos como receptáculos de agua y que las nubes se formaban en la cumbre de los cerros, las moradas de Tláloc. Es más, según la clásica interpretación de Thelma Sullivan (1974), el nombre de Tláloc significa “el terroso, el que está hecho de tierra, el que es la encarnación de la Tierra”.

Concluiré con un relato de origen tlaxcalteca sobre los amores y desamores de Tláloc: se narra que en el Tlalocan la bella Xochiquétzal era la esposa del viejo dios de la lluvia pero que “se la hurtó Tezcatlipoca”; sin embargo, Tláloc se volvió a casar con Matlalcueye, la diosa del agua que los mexicas llamaban Chalchiuhtlicue.

 

Tomado de Guilhem Olivier, “Tláloc, el antiguo dios de la lluvia y de la Tierra en el Centro de México”, Arqueología Mexicana núm. 96, pp. 40-43.

 

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