Orientaciones en la arquitectura maya. Astronomía, calendario y agricultura

Pedro Francisco Sánchez Nava, Ivan Šprajc

Es sabido que los templos, palacios y demás edificios importantes que construyeron los mayas y otros pueblos mesoamericanos fueron regularmente orientados hacia las salidas y puestas de algunos astros, ante todo del Sol en ciertas fechas del año. Investigaciones recientes han permitido avances notables en la comprensión de las orientaciones, revelando que su función astronómica estaba estrechamente vinculada con el sistema calendárico: los alineamientos relacionados con el Sol permitían el manejo de calendarios observacionales, compuestos por intervalos fácilmente manejables mediante el calendario formal y muy probablemente destinados a facilitar la programación de las actividades agrícolas y los rituales asociados en el ciclo anual. También se ha descubierto que algunas ideas anteriores, aunque muy difundidas, carecen de sustento.

 

En un estudio sistemático que realizamos recientemente, efectuando mediciones precisas en campo y adoptando una metodología más rigurosa que las empleadas en investigaciones anteriores, hemos obtenido datos confiables para 271 orientaciones en 87 sitios arqueológicos en las Tierras Bajas Mayas. Los resultados de nuestros análisis indican que las orientaciones de los edificios cívicos y ceremoniales eran astronómicamente funcionales, ante todo o exclusivamente, en dirección este-oeste. Aunque es muy probable que algunas se refieran a los extremos de Venus o de la Luna, o incluso a algunas estrellas, en su gran mayoría pueden relacionarse con las salidas y puestas del Sol en ciertas fechas. Los histogramas que elaboramos muestran que la distribución de esas fechas en el año no es uniforme, sino que manifiesta concentraciones particularmente pronunciadas en cuatro épocas, que con mucha probabilidad pueden explicarse en términos del ciclo agrícola, ya que corresponden a la preparación de los campos de cultivo, el inicio de la época de lluvias y de la siembra del maíz, la aparición de mazorcas tiernas (elotes) y la época de la cosecha. El hecho de que las fechas de salida del Sol caigan predominantemente en otoño e invierno y las de su puesta en primavera y verano se debe a la prevaleciente desviación de los alineamientos en el sentido de las manecillas de reloj respecto a los rumbos cardinales (al sur del este o, visto de otra manera, al norte del oeste), tendencia muy común en Mesoamérica, cuyos orígenes han de buscarse en el simbolismo relacionado con los rumbos del universo. Por otra parte, al analizar la distribución de las orientaciones solares, detectamos que las fechas que señala un edificio particular en el horizonte este u oeste tienden a estar separadas por intervalos que son múltiplos de 13 o de 20 días.

 

Sánchez Nava, Pedro Francisco, e Ivan Šprajc, “Orientaciones en la arquitectura maya. Astronomía, calendario y agricultura”, Arqueología Mexicana núm. 118, pp. 46-55.

 

Pedro Francisco Sánchez Nava. Arqueólogo y doctor en antropología por la ENAH. Investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH, México.

Ivan Šprajc. Arqueólogo y doctor en antropología por la UNAM. Investigador de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, Ljubljana.

 

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