Pomoná: entre sierras y planicies

Roberto García Moll

Pomoná es una ciudad importante tanto por sus elementos culturales como por los valiosos datos de sus inscripciones. En conjunto, esos aspectos ofrecen no sólo información sobre el desarrollo de la ciudad sino también sobre sus gobernantes y su relación con algunas ciudades mayores contemporáneas, como Palenque y Piedras Negras, así como con otras de menor jerarquía.

 

La ciudad arqueológica de Pomoná se encuentra enclavada sobre viejas terrazas de grava y arcilla roja, depositadas durante el Pleistoceno, las cuales se localizan entre las sierras de roca caliza y la amplia planicie costera que forma mayoritariamente al territorio tabasqueño. En este punto se encuentra también la gran corriente del río Usumacinta, alimentada por un sin número de afluentes.


En el río Usumacinta se distinguen dos amplias regiones: el alto y el bajo Usumacinta. El alto Usumacinta corre entre numerosas serranías y pequeños valles, en un territorio que México comparte con Guatemala, en el cual se desarrollaron durante el Clásico maya (250-900 d.C.) grandes e importantes ciudades. Éstas tenían en común expresiones como la arquitectura, la cerámica, la lítica, los monumentos escultóricos y, sobre todo, un pensamiento que se refleja tanto en la organización social, como en el comercio, las deidades, los ideales estéticos, el calendario, la escritura y una clara conciencia histórica, además de una serie de elementos culturales característicos de los pueblos del México antiguo. El bajo Usumacinta comienza en el punto conocido como Boca del Cerro, donde este caudaloso río ingresa a la planicie costera del Golfo de México y se vuelve sereno y apacible, luego de abandonar las sierras de roca caliza. En este punto y en el norte de la planicie costera se establecieron, desde 200 a.C. hasta por lo menos 900 d.C., asentamientos de distintos tipos. En la región existían muchos sitios, entre los cuales Pomoná fue el de mayor importancia y prestigio; de él dependían, política y económicamente, lugares como Panhalé y Chinikihá. En conjunto, estos sitios muestran los rasgos típicos de los sitios del Clásico maya en las Tierras Bajas del sur, con elementos propios de su ubicación en los límites de la planicie.

Es en este punto, en que las terrazas de origen aluvial sustituyen a las serranías, donde comenzó el desarrollo de Pomoná como una aldea dedicada a la agricultura y al intercambio de mercancías entre la costa del Golfo y las Tierras Bajas del Sur, un poco antes del periodo Clásico. La ciudad está asentada sobre terrazas que, a causa de la erosión, hoy aparecen como un conjunto de lomas suaves, interrumpidas por barrancas en cuyo fondo se forman pequeños arroyos con agua durante todo el año. Estos arroyos son alimentados por manantiales localizados hacia la parte media de las lomas; en las inmediaciones del sitio arqueológico esas corrientes se unen y vierten sus aguas al arroyo Pomoná. Éste se encuentra 600 m al norte del Conjunto I y es uno de los afluentes menores del Usumacinta, localizado 9 km al este. El sitio fue construido en su totalidad a base de rocas calizas que fueron traídas desde la sierra que forma el límite sur del estado de Tabasco, situada a por lo menos 10 km en línea recta. La arquitectura del lugar pone de manifiesto que dicho acarreo sólo fue posible gracias a un gran esfuerzo humano realizado a lo largo del tiempo.

A la fecha, los lugares estrechamente relacionados con Pomoná son Panhalé y Chinikihá. Panhalé, situado sobre el borde derecho de Boca del Cerro, posee varias estructuras y la Estela 1, fechada alrededor de 830 d.C., en la que se observa el glifo emblema de Pomoná. Por las descripciones de Teobert Maler sabemos que Chinikihá, localizado 12 km al sur de Pomoná, posee un dintel del Clásico Tardío, labrado en su cara inferior con inscripciones, así como varios basamentos y un juego de pelota. Aparentemente, estos tres sitios mantuvieron una intensa relación entre sí.

El glifo emblema, que identifica el nombre de una ciudad en las inscripciones, ha permitido establecer las divisiones políticas en las Tierras Bajas del sur. Los grandes asentamientos de la región cuentan con uno o varios de ellos, mientras que los sitios dependientes o menores, o reproducen el de la ciudad principal o simplemente carecen de él. Éste es el caso de Pomoná, cuyo glifo emblema fue identificado por Heinrich Berlin en los años sesenta en varios sitios de la región, como Panhalé - dependiente de Pomoná- , Palenque -sitio mayor del área del cual Pomoná fue una dependencia después de ser vencido- o Piedras Negras - sitio del alto Usumacinta cuyo caso es distinto. Pomoná fue vencida tanto por Piedras Negras como por su vecina La Mar, que a su vez dependía de Piedras Negras.

 

Roberto García Moll. Arqueólogo. Investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.

 

García Moll, Roberto, “Pomoná: entre sierras y planicies”, Arqueología Mexicana núm. 61, pp. 24-27.

 

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