Proyecto Arqueológico-Botánico Ayacucho-Huanta

Ángel García Cook

Gracias al Proyecto Arqueológico-Botánico Ayacucho-Huanta se logró establecer una secuencia cultural de más de 20 000 años para los Andes Centrales de Sudamérica. Asimismo, se obtuvo información sobre la domesticación de algunos animales, entre ellos llama, alpaca y cuy.

 

Entre 1961 y 1963 formé parte del equipo que, bajo la dirección del doctor Richard Stockton MacNeish, llevó a cabo el Proyecto Arqueológico-Botánico Tehuacán. La finalidad principal era conocer el origen de la domesticación de las plantas básicas en la dieta de los grupos prehispánicos que ocuparon el área conocida como Mesoamérica: maíz, frijol, chile y calabaza, entre otras, así como el origen del sedentarismo y con ello el de la civilización. Los resultados fueron extraordinarios y son de todos conocidos.

Con la idea de establecer leyes de desarrollo en la evolución de los grupos humanos que llegaron a construir grandes culturas, hacia el final de la década de los sesenta dio inicio el Proyecto Arqueológico-Botánico Ayacucho-Huanta, también dirigido por Richard S. MacNeish. Este programa de investigación interdisciplinaria tenía la misma finalidad que el de Tehuacán: conocer el origen de la domesticación de plantas –y de animales en este caso– que fueron la base alimenticia en los Andes Centrales, y punto de partida del sedentarismo y por tanto de la civilización en esta región de Sudamérica. Cuatro de las personas que participamos en el Proyecto de Tehuacán, en México, volvimos a colaborar en la nueva empresa dirigida por MacNeish: Antoinette Nelken-Terner, Kent Flannery, Erick Callen y el que esto escribe, A. García Cook.

 

Los trabajos

En esta ocasión participé como jefe de campo y junto con MacNeish coordinamos las labores de prospección y de excavación. Además, me tocó dirigir y llevar a cabo casi la totalidad del reconocimiento arqueológico de superficie; MacNeish se había adelantado en esta tarea durante cortas temporadas de prospección en 1967 y 1968, cuando estaba preparando este programa de investigación. Realicé la prospección arqueológica y varios levantamientos topográficos de asentamientos del área –la investigación abarcó alrededor de 1800 km²– durante tres temporadas de campo, apoyado desde luego por dos magníficos colaboradores peruanos y uno de Estados Unidos: Carlos Chahud, Hernando Carrillo y W. Wiersum, respectivamente. Hubo otros colaboradores ocasionales, también grandes colegas peruanos: Edmundo Pinto, Víctor Cárdenas, Ulpiano Quispe, Augusto Cruzatt, Willy Fajardo, quienes trabajaron conmigo directamente, sobre todo en las excavaciones.

Exploramos varias cuevas o abrigos rocosos con ocupación humana prehispánica, en su mayor parte precerámica. Y lo mismo excavamos en un sitio a 2 582 msnm que a 3 350, a 4 000 e inclusive hasta los 4 400 msnm.

El área de nuestras investigaciones va de los2 000 msnm, en su parte más baja hacia el norte, a los 4 450 msnm, en las montañas que la circundan sobre todo hacia el norte, el este y el sur. El área se localiza en la sierra peruana, en un “valle” localizado hacia el lado oriental de los Andes Centrales, entre las coordenadas 74° 03’ y 74° 22’ longitud oeste, y 12° 50’ y 13° 15’ latitud sur. Se trata de una superficie de 1 800 km² aproximadamente, de forma triangular, de 80 por 50 km de base. Tanto su topografía como su posición geográfica permiten la existencia de un conjunto de nichos ecológicos distintos dentro de un área reducida, en los cuales crece también una vegetación diferente. En menos de 10 km lineales se pasa de una zona ecológica de carácter desértico, que existe a 2 000 msnm, a otra de características completamente diferentes, a 4 500 msnm, la puna, cruzando por varios nichos ecológicos. Además, el valle tiene una comunicación natural con la selva, vía el río Mantaro, el cual limita nuestra área por el norte.

Éstas fueron, entre otras, las razones que nos condujeron a emprender un proyecto de investigación interdisciplinario con el objetivo, en particular, de obtener datos referentes al inicio y proceso de domesticación de plantas –y de animales–, y en general de comprender el desarrollo cultural en la región. Se localizaron 539 sitios arqueológicos, de los cuales se eligió a 25 para llevar a cabo excavaciones. De éstos, 18 sitios eran cuevas y abrigos rocosos, ubicados de tal modo en el área que proporcionaran material cultural proveniente de los seis nichos ecológicos del área de estudio; 11 fueron excavados ampliamente; 7 asentamientos de grupos sedentarios, con presencia de restos arquitectónicos y abundante cerámica, también fueron excavados exhaustivamente.

 

Ángel García Cook. Arqueólogo y maestro en ciencias antropológicas. Investigador en la Dirección de Estudios Arqueológicos. Investigador emérito del INAH. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 2).

 

García Cook, Ángel, “Proyecto Arqueológico-Botánico Ayacucho-Huanta”, Arqueología Mexicana núm. 128, pp. 18-23.

 

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