Samabaj, una isla sumergida en Atitlán

Sonia Medrano Busto

En 2008 inició la investigación arqueológica subacuática en Samabaj, sitio sumergido en el lago de Atitlán; el reconocimiento subacuático no ha terminado pero ya se sabe cómo era el sitio y el paisaje que el agua cubrió.

 

El lago de Atitlán, en el Altiplano de Guatemala, ocupa una caldera que se formó hace 65 000 años. La actividad volcánica continuó y dentro de la caldera se formaron tres volcanes que ahora son el límite sur del lago. Al observar el paisaje es difícil imaginar que hace 1 700 años era diferente, que el nivel del agua era por lo menos 25 m más bajo y en el lado sur había tres islas, una de ellas con construcciones y monumentos. Los antiguos habitantes del lago, cautivados por su entorno y encanto, construyeron un espacio público. Pero el nivel del agua subió y el sitio desapareció, para ser descubierto a finales del siglo xx y mostrarnos que la naturaleza es poderosa y dinámica. En 2008 inició la investigación arqueológica subacuática del sitio; el reconocimiento subacuático no ha terminado pero ya sabemos cómo era el sitio y el paisaje que el agua cubrió.

El buceo en el lago tiene limitaciones por la altitud, 1 560 msnm, y la temperatura del agua. Generalmente cada inmersión tuvo una duración promedio de media hora y sólo se podían realizar dos al día; el proceso para recuperar información era lento. La isla donde se construyó Samabaj es una elevación con lados empinados; el área donde se encuentran las construcciones se extiende 477 m de norte a sur, por 344 m de este a oeste, y antiguamente se encontraba a 400 m de la playa. Hasta el momento se han localizado estructuras con diferentes características: basamentos rectangulares, graderíos, estructuras circulares, bases para atracaderos y una construcción denominada Plaza Cerrada, que es un recinto destinado a usos rituales y públicos donde también se colocaron monumentos.

 

Las construcciones de Samabaj

La Plaza Cerrada se construyó en la parte más elevada del terreno y desde allí se tenía una vista de todo el lago. La topografía natural presenta dos arcos formados por afloramientos de rocas que se modificaron para usarlos como muros o límites en los lados este y oeste de la plaza; en algunos sectores se quitó la roca y se formaron corredores que fueron accesos hacia el área de la plaza. Es probable que las rocas hayan sido recubiertas de tierra para formar plataformas largas, pero luego de quedar sumergidas la tierra se licuó. La arquitectura contemporánea en Kaminaljuyú y Tak’alik Ab’aj se caracteriza por edificios construidos con rellenos de tierra. La plaza tiene un largo de 50 m y un ancho promedio de 30 m. El extremo norte de la plaza es el más elevado y muestra un afloramiento de rocas que probablemente fue el núcleo de una pirámide construida con tierra; al frente se construyó una banqueta, formada con piedras talladas en forma rectangular, que tiene al centro un saliente cuadrado dentro del que se depositó una columna de basalto. Al frente y ya en el espacio de la plaza se encuentran dos grupos de altar-estela, uno al centro y otro en la mitad este; es probable que haya habido otro par de monumentos en la mitad oeste. Sobre los muros este y oeste de la Plaza Cerrada también se localizaron otros monumentos, altares y estelas lisas. La parte sur de la plaza está limitada por un muro construido con bloques grandes de piedra que bordean una roca natural de tres metros de alto, éste debió haber funcionado como muro de contención para nivelar la plaza.

La Plaza Cerrada es un recinto especial, tanto por el esfuerzo de tallar y modificar la topografía natural como por tener 11 monumentos. Aquí se debieron realizar actividades públicas y rituales que involucraron no sólo a los presentes en el lugar, pues al utilizar humo y fuego podían ser observadas desde cualquier parte del lago.

En los sectores este y sur de la isla se han localizado grupos de basamentos rectangulares y circulares, un graderío en un sector donde cambia el nivel del terreno y las bases para atracaderos. Para determinar las características de estas estructuras, se excavó parte de uno de estos grupos y se pudo constatar que los basamentos rectangulares están construidos por un perímetro de bloques rectangulares de piedra tallada, cuyo interior se rellenó con rocas y arena. Estos basamentos debieron servir de sustento para estructuras hechas de materiales perecederos. Se excavó parte del patio, donde se recuperaron huesos de animal, fragmentos pequeños de cerámica e incluso un diente humano quemado. Todo este material indica que en el patio se realizaban tareas domésticas y se dejaban los desechos; también se observó que las rocas naturales se dejaron para delimitar el área del patio donde no había estructuras.

Se han encontrado estructuras circulares: tres de ellas son pequeñas, con un diámetro promedio de 1.25 m, están bien conservadas y las forman bloques canteados con el lado liso hacia adentro del círculo; en el interior se encontraron algunos bloques caídos. Por la forma y pequeñas dimensiones se propone que esos círculos fueron baños de vapor; las piedras caídas que se encontraron dentro de ellos pudieron ser parte de las paredes de la estructura que cayeron hacia adentro por su peso. Sahagún (1985) menciona que los temazcallis son pequeños edificios con fines rituales, higiénicos y medicinales. Los baños de vapor de Samabaj evidencian que en la isla se llevaban a cabo actividades especiales que requerían curaciones o “limpias”. Los baños de vapor o temazcales todavía se asocian a las áreas domésticas en los pueblos del Altiplano de Guatemala. Bunzel (1981) cuenta que en Chichicastenango el baño de vapor era una estructura alta, en forma de panal. Woods (1968) indica su uso en San Lucas Tolimán, después del parto y para ciertas curaciones. Paul (1968) menciona que localizó 31 baños de vapor en 1941 en San Pedro la Laguna, Sololá; estos últimos dos pueblos se encuentran en las márgenes del lago Atitlán. 

Las estructuras que pueden identificarse como domésticas o residenciales se encuentran en cuatro grupos, lo que indica que los residentes permanentes en el sitio fueron pocos. La Plaza Cerrada, por otro lado, es un espacio amplio con monumentos que indican su uso público y que su construcción no se realizó únicamente con los residentes de la isla. Este espacio debió ser ocupado por los residentes de toda la región y tal vez hasta por los habitantes de centros importantes de la época. Las áreas residenciales se destinaron a las personas que administraban y cuidaban el sitio, así como para acoger a los visitantes que participaban en los eventos que se realizaban en la Plaza Cerrada.

 

Sonia Medrano. Arqueóloga por la Universidad de San Carlos de Guatemala, con estudios de posgrado por la Universidad de Vanderbilt, Tennesse. Catedrática en la Escuela de Posgrado de la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala.

 

Medrano, Sonia, “Samabaj, una isla sumergida en Atitlán”, Arqueología Mexicana núm. 134, pp. 44-49.

 

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