Testimonios de las enfermedades en el México Antiguo

Eduardo Matos Moctezuma

Muchas son las evidencias que han llegado hasta nuestros días acerca de la presencia de enfermedades en el pasado. El tema, además de apasionante, nos habla de los padecimientos que en tiempos remotos sufrieron diversos pueblos y de los remedios con los que trataron de contrarrestarlos.

 

Las evidencias de enfermedades de la antigüedad han quedado registradas de diferentes maneras, por lo que resulta indispensable establecer una división que permita conocer las diversas formas que nos llevan a obtener información. En los siguientes apartados se abordan los principales medios con que cuenta el especialista actual para adentrarse en los padecimientos del pasado.

 

Restos óseos y cadáveres

El cuerpo humano se constituye en uno de los mejores medios para conocer las enfermedades que en él dejaron su huella. Bien sabemos que no todas las enfermedades dejan señales evidentes de su presencia, pero algunas de ellas son posibles de detectarse ya sea en huesos, en tejidos y aun en vísceras, que se han conservado a lo largo de cientos o miles de años, dependiendo del mayor o menor grado de conservación de los restos.

Tenemos, por lo tanto, buenos ejemplos que han permitido analizar los males que afectaron a la persona cuyos restos son encontrados por la arqueología. Recordemos el caso de la princesa china, cuyo cuerpo, por la manera en que fue enterrado y el medio en que se hizo, se conservó de manera impresionante, a tal grado que la piel tenía flexibilidad y se pudo practicar la autopsia, así como el análisis correspondiente de órganos que indicaban lo que había comido el día de su fallecimiento y la presencia de tuberculosis en uno de los pulmones. La causa de la muerte fue por padecimientos cardiacos. También sabemos de cuerpos conservados por la acción del hielo en el que estuvieron depositado por cientos de años. O los casos de momificación, ya sea como práctica mortuoria, como ocurrió en Egipto, o por el medio natural en donde se depositaron los cuerpos.

Los restos óseos son mucho más abundantes. Independientemente de los rituales y las prácticas mortuorias con que fueron enterrados, estos restos permiten al especialista conocer los diferentes padecimientos que dejaron su huella en los huesos. Aunque en múltiples ocasiones pueden ser evidentes, también hay que resaltar la necesidad de actuar con la debida prudencia en el diagnóstico de algunos de ellos. En el  caso de la antigua Mesoamérica, los vestigios esqueléticos han permitido conocer una buena variedad de padecimientos en los primeros pobladores, así como en las sociedades posteriores que ocuparon lo que hoy es México. Así, se han detectado casos de enfermedades degenerativas como osteoartritis, osteoporosis y osteofitosis, además de padecimientos provocados por infecciones en piezas dentarias y anomalías congénitas. A esto hay que agregar aquellos provocados por traumatismos, como diversos tipos de fracturas –tratadas con éxito-, o por algunas intervenciones terapéuticas, como huellas de trepanaciones (véase Cortés, 1984).

 

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

 

Matos Moctezuma, Eduardo, “Testimonios de las enfermedades en el México Antiguo”, Arqueología Mexicana núm. 74, pp. 28-31.

 

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