Usos antiguos y modernos del chapopote

En vista de que las elites olmecas lo usaron en los acueductos subterráneos de San Lorenzo y La Venta, y a que se le encuentra también en contextos rituales –por ejemplo en los mangos de cuchillos de El Manatí, Veracruz (Ortiz Ceballos y Rodríguez, 1994)–, es muy probable que algunos individuos de alto estatus se aseguraran el acceso al chapopote procesado o lo exigieran como tributo. Es muy posible que varios sectores de la sociedad explotaran diferentes yacimientos y que algunos fueran considerados más sagrados que otros. La importancia del significado ideológico y simbólico del chapopote es insoslayable: es negro, brota de la tierra, tiene un olor penetrante, es inflamable, tiene claras asociaciones con el agua (acueductos, embarcaciones) y, en periodos más tardíos, se le asociará con el chamanismo.

La distribución del chapopote arqueológico en zonas muy apartadas de sus yacimientos demuestra que los olmecas comerciaban con el chapopote fuera de la región del Golfo. Se han encontrado esferas pequeñas de chapopote y trozos modelados en excavaciones del Preclásico Temprano: en Tlatilco, estado de México (entierro 154), había una esfera grande de chapopote, lo cual confirma el comercio a grande distancia. El chapopote siguió siendo un material importante incluso luego de la desaparición de los olmecas; hay evidencias de que durante los periodos Clásico y Posclásico, algunos grupos en Veracruz y los toltecas y los aztecas lo utilizaron para la decoración de objetos, en la construcción, como impermeabilizante, pegamento, goma de mascar, incienso, para adorno corporal, como pintura y como combustible (Sahagún, 1956). Hoy en día, en los pueblos de la región utilizan el chapopote como lo hicieron los olmecas hace 3 000 años. Los actuales habitantes de la costa del Golfo de las áreas cercanas a los yacimientos utilizan el chapopote (que compran) para calafatear embarcaciones y para aplanar patios, pisos y carreteras. Si estudiamos la manera en que los olmecas recogían, procesaban, usaban e intercambiaban el chapopote podremos comprender mejor un aspecto relevante de su sociedad y su economía.

Traducción: Elisa Ramírez

 

Tomado de Carl J. Wendt, “Los olmecas. Los primeros petroleros”, Arqueología Mexicana núm. 87, pp. 54-59.

 

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