Zonas arqueológicas de Michoacán

Efraín Cárdenas, Eugenia Fernández V.

Michoacán alberga cerca de 1 800 sitios arqueológicos. Poco más de un millar tiene restos de arquitectura prehispánica, como basamentos para templos (pirámides), palacios, áreas habitacionales, terrazas y áreas de trabajo agrícola; en 700 casos se trata de parcelas y terrenos donde se observan en superficie fragmentos de cerámica y rocas talladas, y hay 50 sitios con pinturas y grabados rupestres. Michoacán tiene siete zonas arqueológicas abiertas al público y dos más en proceso de investigación: El Opeño-Cerro Curutarán, Tres Cerritos, Tingambato, Zaragoza, Pátzcuaro, Ihuatzio, Tzintzuntzan, Huandacareo y San Felipe los Alzati.

 

Para propósitos de investigación todos los sitios arqueológicos son importantes; la riqueza de cada lugar radica en la información histórica y cultural que ahí se conserva, cada sitio por su singularidad es una oportunidad de explorar el pasado, de aprender de nuestros antepasados sus técnicas constructivas, sistemas agrícolas, nivel de domesticación de plantas y formas de organización sociopolítica. Debemos diferenciar entre lo que es un sitio y una zona arqueológica. El primero es un término general y se refiere a todos aquellos lugares donde hay restos culturales arqueológicos e históricos; el segundo hace referencia a su categoría jurídica como “zona de monumentos” de carácter federal. 

El inventario estatal de sitios y zonas arqueológicas de Michoacán tiene información básica sobre 1 800 sitios; esto ha sido resultado de distintos proyectos de investigación a lo largo de más de un siglo de estudios por parte de especialistas, los cuales han aplicado técnicas como fotografía aérea y renocimientos en campo, pero también han tomado en cuenta la información contenida en documentos históricos y aquella proporcionada por las personas que conocen y viven cerca de los sitios arqueológicos. Poco más de un millar de esos lugares tienen restos de arquitectura prehispánica, como basamentos para templos (pirámides), palacios, áreas habitacionales, terrazas y áreas de trabajo agrícola. En 700 casos se trata de parcelas y terrenos donde observamos en superficie fragmentos de cerámica y rocas talladas, lo que nos permite suponer la existencia de depósitos o estratos culturales en el subsuelo; hasta ahora conocemos 50 sitios donde hay pinturas y grabados rupestres; hay espacios geográficos singulares que destacan en el paisaje, como ríos, arroyos, caídas de agua, cerros, mesetas, abrigos y cuevas, donde los antiguos pobladores llevaron a cabo actividades rituales y lúdicas; muchas veces, esos lugares tenían un significado territorial o eran puntos de rutas de comunicación. 

Michoacán tiene siete zonas arqueológicas abiertas al público y dos más en proceso de investigación. De acuerdo con su antigüedad, el listado es el siguiente. El Opeño-Cerro Curutarán corresponde al periodo Preclásico y ha sido fechado entre 1800 y 1500 a.C.; Tres Cerritos, Tingambato y Zaragoza corresponden al Clásico, 300-900 d.C.; Pátzcuaro, Ihuatzio, Tzintzuntzan, Huandacareo y San Felipe los Alzati pertenecen al Posclásico, es decir, que al momento de la conquista esos lugares estaban habitados. En este artículo hemos dado prioridad a las exploraciones recientes y a las zonas arqueológicas menos conocidas..

 

Cárdenas, Efraín, y Eugenia Fernández V., “Zonas arqueológicas de Michoacán”, Arqueología Mexicana núm. 123, pp. 61-67.

 

• Efraín Cárdenas. Arqueólogo y antropólogo, doctor en arquitectura, académico en el INAH y fundador asociado del Centro de Estudios Arqueológicos en el Colmich. 

• Eugenia Fernández V. Medina. Arqueóloga con maestría en restauración, académica en el INAH y directora del Proyecto Zaragoza.

 

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