Avanzan los trabajos de salvamento arqueológico dentro de la zona urbana de Pozo de Ibarra, Nayarit

El Instituto Nacional de Antropología e Historia, a través del Centro INAH Nayarit, llevó a cabo durante los meses de mayo, junio y julio importantes trabajos de salvamento arqueológico con motivo de la introducción de la red de drenaje sanitario y de la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales dentro de la zona urbana de la localidad de Pozo de Ibarra, ubicada en la costa central de Nayarit.

Los sondeos controlados a lo largo de la línea del drenaje proyectado han aportado datos muy significativos sobre la historia prehispánica regional, específicamente sobre el desarrollo cultural que tuvo lugar durante el periodo Clásico (200-900 d.C.) en la costa central de Nayarit. Las excavaciones permitieron localizar en capas profundas del depósito explorado niveles de ocupación muy antiguos, recuperándose diversos materiales que atestiguan que los primeros grupos de agricultores aldeanos se establecieron en este lugar hace por lo menos dos mil años.

 Los sondeos revelaron la presencia de un depósito arqueológico bien estratificado conformado por al menos cinco capas superpuestas, con lo que fue posible corroborar que la sucesión cultural en el sitio cubrió un rango temporal de por lo menos catorce siglos, identificándose materiales representativos del complejo cultural Chinesco (100 a.C.-250 d.C.) y de las fases Gavilán (250-500 d.C.), Amapa (500-800/850 d.C.), Cerritos (850/900-1100 d.C.) e Ixcuintla (1100-1350 d.C.).

Los datos preliminares sugieren que el apogeo del asentamiento prehispánico en Pozo de Ibarra tuvo lugar durante la fase cultural Amapa (500-800/850 d.C.), ya que la mayor parte de los montículos y plataformas exploradas pertenecen a esta fase. Al parecer se trataba de un núcleo de población del orden de una aldea nucleada, ubicada en un punto estratégico de comunicación entre la planicie agrícola y las zonas bajas inundables de la marisma, en una posición ribereña donde confluían dos importantes cursos fluviales interiores, el estero El Tanque y el estero Sentispac.

 El arqueólogo comentó que todavía existen en la actualidad dentro de la zona urbana de Pozo de Ibarra por lo menos 34 montículos artificiales de forma y tamaño variable, algunos de ellos desplantados sobre extensas plataformas de hasta 60 m. de largo por 40 m. de ancho, aunque desafortunadamente todas estas estructuras han sufrido una severa modificación tanto de su forma como de su volumen original.

“La investigación sistemática de las poblaciones del Epiclásico (600-850/900 d.C.) que estuvieron asentadas en las fértiles llanuras deltaicas de la costa noroccidental de Nayarit es fundamental para explicar procesos como la especialización económica, la jerarquización social y el surgimiento de instituciones políticas centralizadas como las que caracterizaron a la compleja sociedad Aztatlán (850/900-1350 d.C.) del periodo Postclásico, cuya zona nuclear de desarrollo se ubica precisamente en las tierras bajas aluviales, donde según las fuentes documentales de la primera mitad del siglo XVI se practicaba agricultura intensiva de humedad en suelos de alto rendimiento”, reveló el especialista.

Por otro lado, los contextos excavados revelaron que existía entre la población residente en el sitio una especialización en el trabajo artesanal, ya que fueron localizados materiales residuales -es decir, desechos de trabajo y objetos en proceso de manufactura- vinculados con la manufactura de cuentas discoidales de piedra. En otro sector del asentamiento fue localizado un basurero que contenía residuos de pigmento, fragmentos de recipientes con pigmento rojo que sirvieron como contenedores de esta materia prima y metates con la superficie pintada de rojo donde se trituraban los pigmentos, materiales que se encontraban asociados a cerámica, figurillas y a arcilla cruda, lo que sugiere que estos materiales de desecho estaban asociados a un taller alfarero.

 Las investigaciones de campo fueron realizadas en perfecta coordinación entre el Centro INAH Nayarit, la empresa constructora y el Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (COPLADEMUN), de manera que todos los trabajos de sondeo arqueológico antecedieron a la excavación mecanizada de las zanjas, con lo que fue posible registrar, proteger y recuperar con anticipación numerosos materiales arqueológicos -principalmente fragmentos de vasijas, figurillas, malacates, silbatos, puntas de proyectil de obsidiana, sonajas, huesos de origen animal, conchas, carbón, barro quemado y hasta espinas de pescado- que de otra manera hubieran sido removidos de su contexto original y destruidos por la maquinaria. El arqueólogo señaló que afortunadamente el patrimonio cultural de la nación está protegido por la ley federal competente en la materia, que protege la integridad de los monumentos arqueológicos y sanciona su comercialización y tráfico ilícito.

 Dichos trabajos fueron ejecutados sin contratiempos gracias al apoyo de la población en general y en particular por el invaluable apoyo de la Junta Vecinal Pro-Conservación del Patrimonio Cultural de Pozo de Ibarra, cuyo objetivo prioritario es el montaje y apertura del Museo Comunitario de Pozo de Ibarra, donde serán exhibidas las colecciones que fueron recuperadas en el transcurso del salvamento arqueológico, así como diversas piezas que fueron entregadas recientemente por coleccionistas locales y que ya fueron inscritas en la base de datos del registro público federal correspondiente.

El Centro INAH Nayarit implementará con motivo de la eventual construcción de la Tercera Etapa de la red de drenaje sanitario dentro de la zona urbana de Pozo de Ibarra, donde también se localizan numerosos volúmenes remanentes tanto de plataformas como de montículos prehispánicos, susceptibles de registro y protección.

 

Dirección de Medios de Comunicación (INAH)