Chick Naab. La pintura mural de Calakmul

María Cordeiro, Ramón Carrasco

La pintura mural localizada en la subestructura de la Estructura I constituyó un gran reto para su conservación y estudio, pues el clima tropical es un gran escollo para su tratamiento y conservación. En el Proyecto Arqueológico Calakmul se planteó entonces una estrategia y un arduo trabajo multidisciplinario, y se probaron novedosas metodologías con el fin de demostrar que es posible conservar unas pinturas tan espectaculares en el mismo medio y condiciones en que se encontraron.

 

La Acrópolis Chick Naab es uno de los cuatro conjuntos que rodean la plaza central de Calakmul y uno de los más importantes grupos arqueológicos del sitio. La Estructura I de esta acrópolis es el edificio principal del conjunto y también el de mayor altura. Contiene una subestructura completamente recubierta de pintura mural, construida entre 650 y 700 d.C. Esta subestructura –con una base de 12 m por lado y 5 m de altura– está decorada con representaciones asociadas a la vida cotidiana, y arqueológicamente supone un hallazgo único en la región maya pues las representaciones artísticas descubiertas hasta la fecha tratan temas de índole religiosa o política.

Tal descubrimiento constituyó un gran reto para su conservación y estudio, pues el clima tropical es un gran escollo para el tratamiento y la conservación de pintura mural. En el Proyecto Arqueológico Calakmul se planteó entonces una estrategia y un arduo trabajo multidisciplinario, y se probaron novedosas metodologías con el fin de demostrar que es posible conservar unas pinturas tan espectaculares en el mismo medio y condiciones en que se encontraron.

Se reunió a diferentes especialistas para la elaboración de una metodología que permitiera una conservación in situ, y se contó desde el comienzo con los estudios científicos, basados en nanotecnología, del doctor Piero Baglioni, del departamento de Química de la Universidad de Florencia y CSGI.

La coordinación y la colaboración de todos los profesionales que forman parte del equipo especializado, con el fin de obtener óptimos resultados, supone un reto en sí mismo.

 

Las condiciones de la pintura mural y el entorno

Para lograr la conservación había que considerar que Calakmul tiene un clima tropical subhúmedo, con un promedio de precipitaciones de 1 000 mm y 1 500 mm respectivamente, de los cuales el 83% ocurren entre mayo y noviembre y el 17% restante durante el periodo de sequía. La temperatura anual media es de 25 ºC y la zona recibe grandes cantidades de radiación solar en el transcurso del año. Estos factores de temperatura, humedad, pluviosidad, presión y vientos dan lugar a condiciones físico-químicas y biológicas, a las que se ven sometidos los materiales en Calakmul.

El deterioro en los materiales es un fenómeno complejo que se presenta de varias formas y en ocasiones de manera conjunta. La pintura mural tiene cierta porosidad que capta soluciones acuosas, siendo este elemento la principal de las alteraciones físico-químicas y biológicas. Por otra parte, hay que tener en cuenta el tipo de obra y las condiciones en que se encuentra, y que siempre hay áreas más susceptibles al deterioro a causa del debilitamiento del material y en ocasiones por la presencia de sales en disolución, las cuales cristalizan en la superficie pictórica y la dañan aún más.

Las sales solubles representan una de las causas más importantes de degradación del material. El crecimiento de cristales dentro de los poros puede generar tensiones suficientes para vencer la resistencia de la capa pictórica y convertirla en polvo. Entre los diferentes tipos de sales que se pueden encontrar, los sulfatos son las más peligrosas. La cristalización de esas sales se genera con muchas moléculas de agua, creando así un notable aumento de su volumen y la aparición de fisuras, lo que empobrece el material cementante, provocando desplazamientos y pulverulencia. Esto conlleva la inevitable pérdida de la policromía en la pintura mural.

A lo anterior habría que agregar los factores ambientales de las regiones tropicales, como temperaturas y niveles de humedad altos, favorables para el sustento de la mayor parte de los organismos y microorganismos que también afectan a la obra de arte. Son alteraciones mecánicas y químicas. Todo material poroso sometido al medio ambiente es susceptible de ser atacado por especies colonizadoras.

En la restauración de la pintura mural se utilizaban en el pasado productos inorgánicos como el hidróxido de calcio o el hidróxido de bario, lo que suponía ventajas para la consolidación por su naturaleza mineral y su afinidad al material a tratar, pues poseen una estructura reticular y varias propiedades físicas similares, aparte de que su duración es mucho mayor que la de los polímeros sintéticos. Estos productos comenzaron a aparecer a partir de los cincuenta y sesenta del siglo pasado y parecían tener gran efectividad y durabilidad, pero se demostró que con el tiempo creaban graves problemas en los sustratos tratados, ocasionando el desprendimiento o la pérdida de los mismos. El proceso de deterioro de los polímeros se acentuaba en el clima tropical, al provocar un endurecimiento de la capa y la aceleración del proceso de oxidación, con lo que perdían su efectividad y se provocaba la formación de una capa impermeable que implicaba la disolución y cristalización de las sales en el interior de la pintura.

Teniendo en cuenta estas premisas y problemáticas, se realizó un estudio de las soluciones adoptadas previamente en distintos contextos y regiones, lo que nos llevó a plantear un museo in situ que garantizara la protección del bien cultural y así seguir investigando. Tal museo permitiría además promover el sitio. Era necesario, pues, orientar el trabajo hacia la protección y promover y poner en valor este patrimonio cultural y científico.

Además de solventar problemas prácticos como el entorno en que se conservaría la pintura mural o el consolidante que proporcionaría una mejor resistencia física del material, había que realizar un minucioso estudio del estado de conservación de la obra, que proporcionara un conocimiento exhaustivo de cada una de sus áreas: zonas debilitadas o más compactadas, áreas expuestas a más humedad y susceptibles a la proliferación de agentes biológicos o áreas más sensibles a la evaporación del agua por cristalizar ahí las sales. Se consideró también la orientación, geografía y climatología en que se encuentran las pinturas, para anticipar posibles deterioros y crear un protocolo de mantenimiento.

Había que tener en cuenta ciertas consideraciones respecto a la protección, accesibilidad e interpretación de los testimonios esenciales que han de conservarse de la obra. Un aspecto fundamental es cuando menos frenar la destrucción y degradación, preservando las condiciones intrínsecas y extrínsecas de la obra, y que fueran lo más parecidas posible a las originales.

La salvaguarda del bien cultural atiende también a las condiciones del contexto ambiental y urbanístico, ya sea desde el punto de vista físico o desde su mantenimiento cotidiano. Los trabajos de restauración encaminados a detener en lo posible los daños y la degradación deben respetar la fisonomía del bien tal y como ha sido transmitida a través de sus materiales originales, manteniendo su fácil lectura.

Toda medida de conservación deber ser proporcional a los factores ambientales positivos y negativos, cotidianos o estacionales, teniendo en cuenta sus características físico-químicas, geológicas, biológicas y humanas. Todo lo anterior permitirá tener un ambiente escrupulosamente controlado y controlable.

 

María Cordeiro. Egresada de la Escuela de Conservación y Restauración de BBCC de Galicia. Cursa la maestría en gestión cultural en la Univarsitat Oberta de Catalunya. Directora de conservación y restauración del Proyecto Arqueológico Calakmul.

Ramón Carrasco Vargas. Arquitecto, arqueólogo y museógrafo. Director del Proyecto Arqueológico Calakmul, Campeche.

 

Cordeiro, María, “Chick Naab. La pintura mural de Calakmul”, Arqueología Mexicana núm. 128, pp. 46-51.

 

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