Después de haber alzado el cielo

Rafael Tena

Después que el cielo fue levantado, sus dioses dieron vida a la tierra, porque murió cuando el cielo cayó; y en el segundo año después del diluvio, que era Ácatl, Tezcatlipoca dejó el nombre y se le mudó en Mixcóatl, que quiere decir “Culebra de nube”; y así los que por este nombre le tenían por dios le pintaban como culebra. Y quiso en este año hacer fiesta a los dioses, y para eso sacó lumbre de los palos que lo acostumbran sacar, y fue el principio del sacar fuego de los pedernales, que son unos palos que tienen corazón; y, sacado el fuego, fue la fiesta hacer muchos y grandes fuegos.

De este segundo año, en que fue sacado el fuego, hasta el sexto no parece que hubo cosa señalada, sino que en el sexto año después del diluvio nació Centéotl, hijo de Piltzinteuctli, hijo primero del primer hombre, el cual, porque era dios y su mujer diosa, porque fue hecha de los cabellos de la diosa madre, como está dicho, no podría morir.

Dos años después, que fue en el octavo año después del diluvio, los dioses crearon a los macehuales como de antes los había; y hasta el cumplimiento de los 13 años no pintan cosa que aconteciese. Pasado el primer trece de los años, en el primer año del segundo trece y cuenta, dicen que se juntaron todos cuatro dioses y dijeron que porque la tierra no tenía claridad y estaba oscura, y para la alumbrar no tenían sino la lumbre y fuegos que en ella hacían, que hiciesen un sol para que alumbrase la tierra, y éste comiese corazones y bebiese sangre, y para ello hiciesen la guerra, de donde pudiesen haberse corazones y sangres; y porque todos los dioses lo quisieron así hicieron en el primer año del segundo trece, que es 14 años después del diluvio, la guerra, y duró otros dos años en acabarse de hacer; así que en tres años hicieron la guerra.

Imagen: Mixcóatl, dios de la caza, lleva en una mano un escudo y dardos, y en la otra, el arma que servía para arrojarlos. Códice Borgia, lám. 25 (detalle). Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

Rafael Tena. Maestro en historia por la Universidad Iberoamericana e investigador de tiempo completo en la Dirección de Etnohistoria del INAH. Su campo de interés académico es la historia, la cultura, la lengua y la literatura de los antiguos nahuas del centro de México.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Tena, Rafael, “Capítulo VI. De lo que sucedió después de haber alzado el cielo ”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 114, p. 22.