El bloque labrado con inscripciones olmecas. El Cascajal, Jaltipan, Veracruz

Ponciano Ortiz C. et al.

El día 25 de abril de 1999, los dos primeros autores fuimos comisionados por el Centro INAH Veracruz para efectuar una inspección en Lomas de Tancamichapa, a petición de Juan Méndez Rodríguez, presidente municipal de Jaltipan, Veracruz. Cuando acudimos al lugar, don Cástulo Gabriel Cruz, propietario del predio El Cascajal, nos mostró algunos fragmentos de cerámica, cuatro hachas, fragmentos de obsidiana y artefactos de molienda. Entre los objetos destacó un pequeño bloque de piedra verde con una serie de signos incisos, que de inmediato nos recordaron aquellos que ostentan el Sacerdote de Las Limas, algunas hachas e incluso la escultura monumental olmeca.

Por sus características, se estableció que la cerámica asociada pertenecía al final del Preclásico Temprano y al Preclásico Medio, es decir, entre 900 y 500 a.C.; algunos fragmentos correspondían al Clásico Tardío, entre 600 y 900 d.C.

De inmediato fuimos a inspeccionar el lugar donde fueron encontrados esos objetos y nos percatamos que se trataba de un sitio arqueológico pequeño, dañado por la extracción de la grava usada para el recubrimiento de los caminos vecinales, y que se conservan varios montículos y plataformas alargadas. La cerámica de la superficie indica que pertenece al Clásico Tardío, aunque en el relleno de las estructuras se observan materiales del Preclásico.

La pieza fue encontrada precisamente cuando se extraía la grava y sospechamos que proviene del relleno de alguno de los edificios dañados. El bloque es de serpentinita y mide 36 cm de largo por 21 de ancho y 13 cm de grosor. En una de sus caras mejor pulidas, aunque no se eliminaron totalmente las imperfecciones de la piedra, se plasmaron finamente varias franjas horizontales de motivos olmecas.

Los geólogos Ricardo Sánchez H. y Jasinto Robles C., que examinaron la pieza posteriormente, afirman que está elaborada en serpentinita, un tipo de roca metamórfica utilizada ampliamente por la cultura olmeca, de cuyo uso hay abundantes ejemplos en las ofrendas de El Manatí, La Merced (ambos en Veracruz y La Venta (Tabasco). Asimismo, señalan que el elemento más significativo sobre la autenticidad de la pieza es la alteración de su superficie, la cual sólo se puede producir cuando la roca ha estado sujeta a condiciones de enterramiento y humedad durante tiempo prolongado, como se ha observado en piezas de serpentinita recuperadas en los sitios olmecas mencionados.

Es difícil interpretar todos los elementos grabados en la pieza; sabemos que representan un conjunto de signos, muchos desconocidos. Sin embargo, es posible identificar algunos de ellos, que han sido reportados en la literatura sobre iconografía olmeca, aunque su contexto se asocia más a un concepto religioso y siempre en relación con el objeto mismo que los porta, ya sea una escultura como la del Sacerdote de Las Limas, Veracruz, las hachas y máscaras rituales de Arroyo Pesquero, Veracruz, o incluso las hachitas reutilizadas que componen la ofrenda 4 de La Venta, Tabasco.

De inmediato fuimos a inspeccionar el lugar donde fueron encontrados esos objetos y nos percatamos que se trataba de un sitio arqueológico pequeño, dañado por la extracción de la grava usada para el recubrimiento de los caminos vecinales, y que se conservan varios montículos y plataformas alargadas. La cerámica de la superficie indica que pertenece al Clásico Tardío, aunque en el relleno de las estructuras se observan materiales del Preclásico.

La pieza fue encontrada precisamente cuando se extraía la grava y sospechamos que proviene del relleno de alguno de los edificios dañados. El bloque es de serpentinita y mide 36 cm de largo por 21 de ancho y 13 cm de grosor. En una de sus caras mejor pulidas, aunque no se eliminaron totalmente las imperfecciones de la piedra, se plasmaron finamente varias franjas horizontales de motivos olmecas. Los geólogos Ricardo Sánchez H. y Jasinto Robles C., que examinaron la pieza posteriormente, afirman que está elaborada en serpentinita, un tipo de roca metamórfica utilizada ampliamente por la cultura olmeca, de cuyo uso hay abundantes ejemplos en las ofrendas de El Manatí, La Merced (ambos en Veracruz y La Venta (Tabasco). Asimismo, señalan que el elemento más significativo sobre la autenticidad de la pieza es la alteración de su superficie, la cual sólo se puede producir cuando la roca ha estado sujeta a condiciones de enterramiento y humedad durante tiempo prolongado, como se ha observado en piezas de serpentinita recuperadas en los sitios olmecas mencionados.

Es difícil interpretar todos los elementos grabados en la pieza; sabemos que representan un conjunto de signos, muchos desconocidos. Sin embargo, es posible identificar algunos de ellos, que han sido reportados en la literatura sobre iconografía olmeca, aunque su contexto se asocia más a un concepto religioso y siempre en relación con el objeto mismo que los porta, ya sea una escultura como la del Sacerdote de Las Limas, Veracruz, las hachas y máscaras rituales de Arroyo Pesquero, Veracruz, o incluso las hachitas reutilizadas que componen la ofrenda 4 de La Venta, Tabasco.

Se podría pensar que el material en el cual se labró se usó exclusivamente para destacar los signos, sin relación con el objeto mismo, como sería el caso en una escultura o una máscara ritual. La materia prima, sagrada en sí misma, es empleada con fines mundanos, pues esencialmente se busca la comunicación. No se aprecian figuras de personajes relevantes ni de animales mitológicos (como en las estelas de Izapa, Cerro de las Mesas o incluso de La Mojarra), pues lo que se destaca es el simbolismo e importancia de los signos; por eso pensamos que el mensaje trasciende lo religioso y se acerca más a un código o a un intento de escritura; quizá sea algún tipo de lista. Un dato interesante es que al parecer la pieza fue reutilizada con el mismo fin, pues se observan parte de otros diseños que parecen borrados.

 

Ponciano Ortiz C. Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana. Ma. del Carmen Rodríguez M., Ricardo Sánchez H. y Jasinto Robles C. Instituto Nacional de Antropología e Historia.

 

Ortiz C., Ponciano, “El bloque labrado con inscripciones olmecas. El Cascajal, Jaltipan, Veracruz”, Arqueología Mexicana, núm. 83, pp. 15-18.

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