El destino en los códices mayas

Nikolai Grube

Adivinación y pronósticos del tzolk’in

El instrumento más importante para la exploración de la voluntad divina en las sociedades antiguas mesoamericanas fue, y en muchas áreas lo es hasta hoy en día, el calendario. En los tres códices mayas, la mayoría de los almanaques se basan en el tzolk’in, el calendario ritual de 260 días. Casi todos los capítulos de los códices incluyen de una manera u otra ese calendario. Como es bien sabido, el tzolk’in consiste en la combinación de 13 números con 20 días, cada uno con su propio nombre. La combinación de números y días resulta en 260 combinaciones diferentes. El significado adivinatorio de los números en combinación con los nombres de los días podía ser interpretado por sacerdotes especializados: los llamados aj k’inoob, “guardianes de los días”. Así, cada día tenía su propio valor y un destino determinado por los dioses. Es probable que los códices sirvieran a tales sacerdotes como manuales que utilizaban siempre que se solicitaban sus servicios. Los que consultaban a los sacerdotes eran individuos que necesitaban averiguar si un día específico era favorable para un asunto familiar o económico. También podría tratarse de asuntos de la comunidad, o si un día era conveniente para la realización de un ritual.

Por lo tanto, hay numerosos capítulos que se dedican a temas muy diferentes, aunque todos se basan en el calendario de 260 días. En el Códice de Dresde, algunos almanaques se ocupan de los pronósticos sobre las enfermedades y los partos, pero también se dedican a la lluvia y al dios Chaak. En el Códice Madrid, sin embargo, hay almanaques que tratan sobre la agricultura y la apicultura. Basado en los códices, el sacerdote podía averiguar qué dios era responsable de un día específico y qué le deparaba el destino. Al parecer, los pronósticos de los días dependían directamente de los dioses, pues existe un número muy reducido y establecido de jeroglíficos para los pronósticos. En los códices, estos glifos están tan estrechamente vinculados con los glifos nominales de los dioses mismos, que parecen ser atributos de ellos. El dios del maíz, por ejemplo, se asocia casi exclusivamente con “bebida y comida”, mientras que K’in Ajaw, dios del sol, está asociado con el pronóstico k’ahk’ te’ tuun, “fuego, maderas y piedras”, posiblemente una metáfora para una gran sequía. Los pronósticos, al menos hasta donde comprendemos los jeroglíficos, a veces son simples e inequívocos (yutzil, “bondad”, o lo’ob, “malo”), pero en la gran mayoría de los casos son difíciles de comprender por su lenguaje metafórico y ambiguo. Esta ambigüedad tenía el propósito de que el especialista del calendario pudiera interpretar los mensajes de una manera muy flexible. Los pronósticos de los días en los códices sobrevivieron en una forma simplificada hasta la época colonial, donde les encontramos en unos de los libros del Chilam Balam. En el libro del Chilam Balam de Chan Cah, por ejemplo, existe una lista de días del tzolk’in con sus pronósticos.

Imagen: Izquierda: Un hombre disfrazado hombre disfrazado como tlacuache o zarigüeya (ooch o uch) lleva cargando en la espalda al dios  K o K’awiil, dios de la riqueza y la abundancia. Frente a él se ve el jeroglífico winik, ‘persona’ o ‘veinte’ y los numerales de 8 y 9 días. Códice de Dresde, p. 25. Reprografía: Oliver Santana / Raíces. Derecha: Seis glifos con pronósticos para: a) “bebida y comida”; b) lo’ob, “malo” (?); c) yutzil, “cosas buenas”; d) huh, “el suspiro” (?); e) k’ahk’ tuun te’, “fuego, piedras y madera” (metáfora para sequía); f) ox wi’il, “abundancia”. Dibujos: Archivo de Nikolai Grube.

 

Nikolai Grube. Profesor catedrático en el Departamento de la Antropología de las Américas, Universidad de Bonn, y director del Proyecto Arqueológico Uxul en Campeche.

Grube, Nikolai, “Augurios y pronósticos en los códices mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 103, pp. 34-37.

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