Las maquetas de Plazuelas, Guanajuato

Carlos Castañeda López

Es común que se cuestione el empleo del término “maqueta” para señalar diversas representaciones arquitectónicas prehispánicas en miniatura, ya que, a saber, una maqueta sería la representación a escala de un edificio, y la mayoría de estas representaciones en Mesoamérica son elementos votivos de ciudades, templos, palacios o sencillas casas habitación que en la realidad no existieron, aunque muestran con gran detalle diversos elementos relacionados con la cultura que se representa. Es el caso, por ejemplo, de la representación de la vida diaria o de los juegos de pelota en las figurillas de barro encontradas en Nayarit.

En Plazuelas, municipio de Pénjamo, Guanajuato, se han encontrado, entre una gran variedad de rocas que afloran en las inmediaciones de los edificios religiosos, 650 piedras talladas con miles de motivos, entre las que sobresalen, nueve maquetas con canchas de juego de pelota con cabezales, de variados tamaños y orientaciones.

Las maquetas

Dentro de esta gran variedad, una piedra tallada en el sur (reg. núm. 002) rompe con el esquema de los elementos votivos de arquitectura mesoamericana. Se trata de la representación en miniatura del edificio principal; aunque no está a escala, se puede decir que en ella están representados los elementos y proporción del edificio, pues además de registrarse en planta los detalles arquitectónicos de Casas Tapadas, la miniatura conlleva la visual de amplitud que se percibe en diversos puntos internos del edificio.

Por el frente, una escalinata conduce a su interior, en donde se encuentran los cuatro basamentos piramidales, el recinto y los accesos del norte y del sur, así como los corredores que comunican los extremos. Al sur, se logra percibir, entre el desgaste de la piedra, el cabezal norte del juego de pelota.

La maqueta también muestra, al norte y al sur, dos series de líneas punteadas que con la luz del atardecer sugieren una ruta de acceso que pasa, en ambos casos, por las escaleras ubicadas en esos lados del edificio.

Esto se basa en lo que hemos observado en otras piedras grabadas del sitio, en donde ante la fractura vertical de la piedra, la línea se une mediante una serie de escalones. Si esto es así, y dado que el acceso principal del edificio no corresponde con la traza de esta línea, cabe preguntarse: ¿qué representan estos caminos, la ruta seguida por los sacerdotes o por algunas personalidades, el paso de una procesión, o solamente líneas que marcan un recorrido al interior del edificio?

A pocos metros de la maqueta anterior se encuentra otra (reg. núm. 004) con la representación de cuatro elementos arquitectónicos, alineados de norte a sur, en medio de una explanada, con una escalera de acceso por el poniente.

Ésta comunica, mediante una vereda trazada sobre la orilla curva de la piedra, a una gran plaza con una plataforma cuadrangular en el centro y una silueta de caracol cortado al norte, el cual se inicia con una línea punteada. Un poco más al norte se talló un juego de pelota con cabezales orientado de este a oeste. Una línea curva y punteada aparece de nuevo en el extremo noreste de la piedra.

Dado que la plataforma central y la cancha de juego de pelota representan elementos arquitectónicos conocidos, ¿qué representa la figura del caracol cortado: una pirámide como la de Xochitécatl, o sólo el símbolo del viento entre dos edificios? La primera propuesta implicaría la presencia de otro elemento foráneo a la tradición constructiva del Bajío, y la segunda, un culto al viento, común en Mesoamérica.

Un poco hacia el norte se encuentra otra representación (reg. núm. 043), que difiere del esquema de arquitectura cuadrangular del Bajío. Se trata de un elemento anular con una pequeña plataforma en el centro asociada con edificios cuadrangulares. En el centro, dos líneas punteadas convergen en una escalera, y al norte, dos canchas de juego de pelota orientadas hacia este mismo punto resaltan la magnitud de la representación. Al parecer, en la talla de esta piedra se expresa la tradición de arquitectura anular asociada con diversas canchas de juego de pelota de Tehuchitlán, sin que a la fecha se haya logrado identificar si corresponde a un sitio de esa región.

No muy lejos (reg. núm. 058) están grabadas dos canchas con orientación opuesta sobre la orilla oriente de otra piedra. Aquí no se observa representación alguna de otros elementos arquitectónicos, sino sólo líneas curvas, continuas y punteadas, que al parecer no conducen a ningún lugar. En el centro de la piedra destaca un doble círculo, como si fuera un punto de partida. Cabe preguntarse: ¿son lugares de juego de campo abierto?

Hacia el lecho seco del arroyo (reg. núm. 059) se localiza una serie de piedras asociadas que sobresalen por el desgaste de su superficie plana.

Aquí se grabó, hacia el oriente, en bajorrelieve y a manera de dibujo, una serie de plataformas que convergen en una plaza. En ésta destaca un edificio de patio cuadrangular rodeado por una serie de cuartos, lo cual podría considerarse como el plano de una casa habitación importante, tal vez un palacio.

Al oeste de la piedra, líneas punteadas y continuas se bifurcan y se unen en un complejo recorrido, rodeando la zona de edificios para desembocar al poniente del gran patio; al norte, una cancha de juego con cabezales resalta la importancia de este conjunto.

¿Está plasmada en esta piedra el plano de un conjunto habitacional importante o es sólo una alusión arquitectónica? No lo sabemos. De cualquier manera, en este plano se registra un curioso conjunto habitacional con edificios de diferente relevancia, en donde la presencia del juego reafirma su magnitud.

Trescientos metros al norte, en el segundo grupo, tallado sobre un conjunto de cinco piedras, se encuentra uno de los pretrograbados más grande y complejo del sitio (reg. núm. 091). Se trata de la representación en alto y bajo relieve de un importante lugar, el cual contiene un sin número de edificios de carácter económico, político y religioso. Sobresale una trilogía de basamentos piramidales con escaleras que dan a una plaza cuadrangular, la cual tiene un pequeño altar al centro con una calzada que viene del sur. Una zona habitacional delimita los edificios religiosos por el oriente, y al sur, un inmenso juego de pelota complementa esta unidad. A la izquierda, una línea punteaba sale de un doble círculo, cruza a todo lo largo de la representación a través de una serie de edificios y llega frente a una gran explanada –¿un patio hundido?–, para continuar a otro grupo de habitaciones ubicadas en la parte posterior de una pirámide.

Entre los detalles más sobresalientes están las alfardas que delimitan las escaleras y la combinación de talla en alto y bajo relieve. Queda una pregunta, ¿a qué sitio corresponde esta maqueta? Por una parte, se han representado elementos característicos del Bajío, por ejemplo el patio hundido y, por otra, elementos del Centro de México, como las alfardas y los complejos conjuntos habitacionales.

 

Carlos Castañeda López (1953-2016). Maestro en ciencias antropológicas. Investigador del Centro INAH Guanajuato y coordinador del Proyecto Arqueológico Plazuelas.

Castañeda López, Carlos, “Las maquetas de Plazuelas, Guanajuato”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 76-79.

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