Los grandes huesos y las creencias

Eduardo Corona-M.

Museo Paleontológico de Santa Lucía Quinametzin

Sala 5. Los fósiles y los imaginarios culturales

A partir del siglo XIX se demostró que esos ejemplares eran restos de dinosaurios, aves terrestres y mamíferos, principalmente proboscídeos descubiertos en inundaciones, deslaves, terremotos, lluvias torrenciales e, incluso, en la realización de obras civiles.

En América, las crónicas escritas del siglo XVI dan cuenta de los nombres y las creencias que tenían los pueblos originarios sobre estos grandes huesos, que fueron también atribuidos a gigantes, la mayoría asociados a la megafauna fósil. En varias de estas historias se refieren a su desaparición debido a luchas sucedidas en tiempos remotos o causada por eventos catastróficos, como los rayos de tormentas, es decir, fuerzas poderosas capaces de destruir a los “monstruos de gran tamaño y fuerza”.

En Perú, uno de los primeros hallazgos de los llamados huesos de gigantes se efectuó en 1543, en Puerto Viejo, por el capitán Juan de Olmos. Otras menciones para América y México están en las crónicas de Pedro Cieza de León, José de Acosta, fray Bernardino de Sahagún, fray Diego Durán, Francisco Hernández y varios más.

En diversas crónicas y diccionarios del siglo XVI se documenta el uso de la palabra quinametzin. La grafía de este término varía de acuerdo a las fuentes, se puede hallar quinametin y quinametl, entre las más comunes, pero todas coinciden en que se refiere a seres gigantes.

Imagen: Lápida con peces fósiles, que procede del Palacio de Palenque, Chiapas. Se localizó dentro del relleno constructivo del edificio. Foto: CNCPC-INAH, Catálogo MUPAL 2857.

Eduardo Corona-M. Doctor en paleontología por la Universidad Autónoma de Madrid y profesor investigador del Centro INAH Morelos. Miembro del SNI-Conahcyt. Especializado en interacciones humanofauna en el Cuaternario. Co-coordinador del proyecto “Prehistoria y paleoambientes en el noroeste de la Cuenca de México”.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Corona-M., Eduardo, “Sala 5. Los fósiles y los imaginarios culturales”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 110, pp. 44-49.