Patas de palo y palo de tinte

Marco Barrera Bassols, Juan Cristián Gutiérrez Maupomé

A partir de la conquista española, buena parte de lo que ahora conocemos como Quintana Roo y Belice se convirtió en un territorio rebelde por excelencia. Refugio de grupos mayas, huites, que se resistían al dominio español; base de refugio para piratas, bucaneros y filibusteros; tierra de nadie donde los corsarios -al declinar su oficio- se convirtieron en prósperos "exportadores" del famoso palo de tinte, la región fue escenario de un proceso que, en su aparente ilegalidad, contribuyó decisivamente a la transformación del sistema económico de las potencias del Viejo Mundo.

 

Del Oriente llegaron

Por mar llegaron los antiguos pobladores de las costas orientales de la Península de Yucatán, los llamados putunes o chontales; estos mayas navegantes se asentaron en la región y dominaron el mar Caribe, estableciendo puertos y centros de producción y comercio de largo aliento. Y por estos mismos mares llegaron quienes se aplicarían a dominarlo , importando una guerra que no libraron en su propio continente: los españoles, con la fuerza de la Iglesia, y los ingleses, franceses y holandeses, unidos por la intención de extraer todo aquello que la bula papal Inter caetera (entre distintos) les impedía.
Pero este mismo mar Atlántico marcó los límites de la colonización española de Yucatán: los intentos de conquista en la región (de 1517 hasta 1550, cuando, por fin, los españoles sometieron a los mayas) enfrentaron rebeliones indígenas permanentes y esporádicos ataques piratas. Lorenzo de Bienvenida relata la barbarie practicada en la conquista de la provincia de los Uaymil-Chetemal:

Los mayas, tanto hombres como mujeres, fueron muertos numerosos con garrote, o eran lanzados a las lagunas con pesas atadas para que se ahogaran. Perros salvajes utilizados en la guerra desgarraban en pedazos a muchos indígenas indefensos. Se dice que los Pachecos les cortaban las manos, las orejas y las  narices a muchos indios[...].

Los mayas prefirieron la rebelión o la huida. El territorio que ocupa el actual estado de Quintana Roo fue durante mucho tiempo una comarca casi sin control español, tomada esporádicamente por los huites, mayas que huían de la explotación de los encomenderos. Tierra adentro, sólo la región norte, alrededor de Valladolid, contó con pueblos otorgados a encomenderos. El otro punto de relativo control, sobre todo militar y por demás irregular, fue el de Salamanca de Bacalar. El vasto territorio entre ambos puntos (Valladolid y Bacalar) nunca pudo ser ocupado total y definitivamente, ni por los españoles ni por los mayas rebeldes.

Hacia 1638, un año antes del levantamiento maya en la región de Uaymil- Chetemal, esta situación hizo posible que se iniciara el asentamiento, dentro de la propia capitanía de Yucatán, de contrabandistas y cortadores de palo de tinte ingleses, quienes desde un principio comerciaron con los pueblos mayas. Durante todo el periodo colonial, y aun hasta el mismo siglo XIX, se dejan sentir los ataques provenientes de filibusteros, bucaneros y contrabandistas, quienes partían hacia estas tierras desde las islas caribeñas no controladas por los españoles, o desde la naciente Belice.

 

La guerra europea que se libró en el Caribe

De esta manera, la región sudoriental de la Península fue escenario de las pugnas interimperiales. A la conquista y colonización auspiciada por la Corona española, se le antepone la lucha por el predominio marítimo organizada por empresas privadas -con todo e inversiones de los reyes ingleses y franceses-, encargadas de piratear los bienes extraídos de la Nueva España y otros dominios. El Caribe y las Islas Canarias resultaron ser el eje de esta guerra. El primero, porque representaba la puerta de ingreso a los nuevos territorios conquistados, y las segundas, porque constituían la escala  principal en la ruta comercial entre España y sus colonias.

De las riquezas obtenidas por los piratas, sin duda surgió la base económica que posibilitó la revolución industrial. Con la expansión y desarrollo de la primera industria nació la ansiedad por obtener materias primas como el palo de tinte, utilizado en la industria textil. Esta guerra se libró bajo armas de piratas, corsarios y filibusteros.

 

Marco Barrera Bassols. Historiador y museólogo. Subdirector del Museo Nacional de Culturas Populares, CNCA.


Juan Cristián Gutiérrez Maupomé . Guionista. Colaborador de Museográfica, S.C. e integrante de Dispersión Visual, S.C.

 

Barrera Bassols, Marco, Juan Cristián Gutiérrez Maupomé, “Patas de palo y palo de tinte”, Arqueología Mexicana 14, pp. 43-47.

 

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