Quinametzin: los gigantes nunca se fueron

Introducción

Todos los pueblos del mundo han buscado explicaciones sobre su origen, que se nutren de los saberes de los abuelos, de los ciclos del paisaje, del movimiento de los astros y de sus formas de vivir, entre otros aspectos.

Los antiguos mexicanos interpretaron su presencia en el territorio a partir de un pasado lejano, en el que cada cierto tiempo una deidad se convertía en Sol y surgía una nueva forma de vida que predominaba. Ellos creían descender del Quinto Sol, pero antes, durante el Cuarto Sol, fueron creados los gigantes, a los que llamaron quinametzin.

Es posible que durante la construcción de las ciudades prehispánicas se hicieran hallazgos de animales que para entonces ya se habían extinguido. Deben haber causado mucho asombro restos fósiles de mamuts, mastodontes, gliptodontes y toda clase de animales enormes, –megafauna– para los que no había explicación.

Es interesante que entre las poblaciones originarias de América y de Europa también hay historias y leyendas sobre gigantes, asociadas a restos de grandes vertebrados, que vivieron en diferentes épocas.

Ahora, gracias a la investigación científica, sabemos que esos gigantes son testigos de una vida que ya no existe, son elementos muy valiosos para reconstruir procesos de cambio en plantas y animales.

Sin embargo, todavía encierran secretos, despiertan nuestra imaginación y nuestras reflexiones sobre el pasado y el presente, como individuos y como colectivos.

Los fósiles no son gigantes que se hayan ido, siguen aquí para que los apreciemos y los investiguemos.

Imagen: Amanecer en el pantano con los gigantes de la Edad de Hielo. Ilustración: Arte Digital: © Sergio de la Rosa.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

S/A,  “Introducción. Quinametzin: los gigantes nunca se fueron”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 110, pp. 8-9.