Un número simbólico de águilas ofrendadas

Nawa Sugiyama

El águila real en Teotihuacan. Portadora del Sol

Varios grupos indígenas asocian el este con el Sol masculino en ascenso, en tanto que el oeste manifiesta durante el crepúsculo una transición hacia la Luna, femenina. Hay un vínculo entre lo celestial, lo masculino y el calor, mientras que lo femenino se asocia a lo terrestre, lo ctónico y la frescura.

La evidencia de patologías, traumas y desnutrición en los esqueletos indican que las aves estuvieron cautivas un tiempo antes del sacrificio, hasta juntar el número simbólico necesario de un sexo en particular. Resultados isotópicos estables que muestran la dieta de las águilas sugieren que estas aves fueron alimentadas sobre todo con una dieta antropogénica basada en el maíz.

Nueve águilas fueron depositadas muertas, lo cual indica que a pesar de las evidencias de su manejo en cautiverio, era muy difícil obtener 27 aves. Muchos restos muestran una biografía compleja, con indicadores patológicos de cautiverio, así como abundante evidencia de manipulación de los cadáveres tras su muerte. Esta evidencia muestra las dificultades y peligros derivados del manejo de esta ave de rapiña en cautiverio, el más temprano en Mesoamérica conocido hasta ahora.

Imagen: Patologías y tratamientos de las águilas. Tras el análisis del águila 2246 (Entierro 6) se sabe que estuvo en cautiverio y que su cuerpo fue manipulado post mortem. Dibujo y fotos: Nawa Sugiyama.

Nawa Sugiyama. Profesora asistente del Departamento de Antropología de la Universidad de California, sede Riverside. Se especializa en zooarqueología y en química isotópica de huesos, ha analizado el uso ritual de la fauna en Teotihuacan, Copán y varios sitios de Panamá. Codirectora del Proyecto del Complejo de la Plaza de las Columnas.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Sugiyama, Nawa, “El águila real en Teotihuacan. Portadora del Sol”, Arqueología Mexicana, núm. 182, pp. 34-39.