El trono de Estero Rabón

Hirokazu Kotegawa

El sitio arqueológico de Estero Rabón es considerado uno de los centros secundarios de la capital olmeca de San Lorenzo. Se ubica en el ejido de la comunidad de San Isidro, municipio de Sayula de Alemán, Veracruz. En este poblado se resguardan y exhiben varios monumentos escultóricos, entre ellos, el fragmento de un trono olmeca muy interesante. Por sus características parciales, este trono debió ser una obra de arte maestra en su estado original. Consiste en la cubierta de un trono hecho de roca volcánica que mide 1.41 m de largo, 81 cm de ancho y 32 cm de espesor. La superficie es martillada. Muestra en cada uno de sus costados una serie de símbolos trascendentales, los cuales tienen la forma de dobles U invertidas que generalmente se identifican como las encías de un monstruo sobrenatural. También presenta un rectángulo levantado sobre la cubierta, el cual se interpreta como el asiento del gobernante. La pieza tiene similitud con la cubierta del trono de Loma del Zapote, otro centro secundario de San Lorenzo, ya que el tamaño y la configuración iconográfica de la parte superior de ambos tronos son muy parecidos. No obstante, cuando se dio vuelta a la cubierta del trono de Estero Rabón se pudo percibir que la fractura no tenía una huella rectangular, como era de esperar si originalmente el cuerpo inferior hubiera sido sólido y de forma cúbico-rectangular.

En su lugar se apreciaron tres rasgos sorprendentes: 1) el lado posterior no muestra la fractura de desprendimiento de un cuerpo inferior sólido; de hecho, la mayor parte de la superficie es pulida; 2) hay huellas de cuatro columnas cilíndricas que debían sostener la cubierta del trono, a manera de una mesa; y 3) se observan cuatro manos humanas en forma de puño en cada esquina de la parte inferior de la pieza. Cada mano tiene el pulgar hacia adentro y presenta una fractura a la altura de la muñeca. Con base en las cuatro manos podemos inferir que el trono contó con dos o cuatro figuras humanas que sostenían la cubierta, según la postura de cada figura, ya fuera con uno o ambos brazos levantados. Es factible que por la semejanza con el trono de Loma del Zapote, esas figuras también hayan sido enanos o chaneques. Sin embargo, con base en la ubicación de las manos es claro que el trono de Estero Rabón no presentaba una representación similar a la del trono de Loma del Zapote: la de dos personas juntas, ambas con los brazos alzados para sostener la cubierta.

Según las huellas de fractura y la posición de las manos, existen tres posibilidades de reconstrucción del trono de Estero Rabón. La primera es que tenía dos personajes ubicados en cada extremo de la cubierta, con ambos brazos levantados para sostener la cubierta y con las manos situadas en las esquinas. Esta reconstrucción es la menos factible porque cada figura tendría que estar mirando hacia el centro del trono y frente al otro personaje. La segunda posibilidad es que cada uno de los lados largos y opuestos del trono contara con un personaje parado con ambos brazos levantados y cada mano situada en una esquina. La tercera posibilidad apunta a dos personajes en cada uno de los lados largos, cada cual con una sola mano levantada para cargar la cubierta.

Las reconstrucciones propuestas tienen ciertas implicaciones. La primera es que el trono debió ser extraordinario dentro del corpus de tronos olmecas por mostrar personajes en lados opuestos, o sea, en los lados frontal y dorsal. Este diseño no es evidente en ningún otro trono olmeca, ya que los relieves generalmente se encuentran únicamente en las caras frontal y lateral, un esquema que indica cuál era la perspectiva que tenían los observadores de las piezas. La ausencia de relieve en el lado dorsal de la mayoría de los tronos olmecas indica posiblemente que, por cuestiones de seguridad, no se permitía la presencia de ningún observador atrás del gobernante cuando éste estaba sentado en el trono y por eso no fue necesario tallar alguna imagen en la parte posterior. Si algún día llegaran a aparecer partes del área inferior de este trono, habrá otros indicadores importantes que ayuden a determinar si alguna de estas reconstrucciones es la adecuada o si hay otras posibilidades.

 

Hirokazu Kotegawa. Maestro en historia, con especialidad en arqueología, por la Universidad Kokugakuin, Tokio, Japón. Realiza el doctorado en antropología en la FFYL, IIA, UNAM. Director del Proyecto Arqueológico Estero Rabón y del Museo de Córdoba, Veracruz.

 

Kotegawa, Hirokazu, “El trono de Estero Rabón”, Arqueología Mexicana, núm. 150, pp. 56-57.

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