Un disco de mosaico de turquesa del Palacio Quemado de Tula

Patricia Meehan, Valerie Magar, Robert Cobean

En 1992 se encontró un extraordinario disco de mosaico de turquesa en la ofrenda 1 del Palacio Quemado en Tula. Este hallazgo es importante pues es una muestra del arte de los toltecas en la fabricación de mosaicos. A pesar de estar sumamente deteriorado, la intervención permitió recuperar la mayor información, lo que se plasmó en una reconstrucción hipotética.

 

Los discos de mosaico de turquesa prehispánicos son objetos raros, que causan fascinación por su diseño y colores pero sobre todo por la destreza en el acomodo de las teselas. Los ejemplos más conocidos son objetos elaborados en los siglos XV o XVI que fueron trasladados a Europa durante los primeros años del contacto. En México, los mosaicos provienen de contextos arqueológicos y son aún más raros ya que sus materiales son muy susceptibles al deterioro. Uno de estos discos se encontró en 1992 en una ofrenda del Palacio Quemado, en la zona arqueológica de Tula, Hidalgo (Cobean y Mastache, 2003).  El disco estaba sumamente degradado, por lo que no fue posible realizar una restauración de acuerdo con los principios de esta disciplina. Sin embargo, por la rareza y singularidad del objeto, se buscaron alternativas para obtener toda la información que fuera posible, y después de dos años de investigación se logró una reconstrucción hipotética (Magar y Meehan, 1995).

 

Antecedentes

La ciudad prehispánica de Tula (IX a XII d.C.), capital del estado tolteca, tuvo un poder político que se extendía a los valles de México, Puebla y Tlaxcala, y su influencia llegó al área maya, como lo muestra la similitud de diversos atributos arquitectónicos, artísticos y simbólicos.

El disco de mosaico formaba parte de una ofrenda con elementos de concha, jadeíta, coral y una estrella de mar. Al descubrir turquesas acomodadas en hileras, los arqueólogos vertieron parafina fundida sobre los materiales con el objeto de levantarlos en bloque. Este método se realizó tres veces para poder extraer todos los materiales, los cuales se enviaron a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.

Este texto se enfoca en el disco de mosaico, que tuvo dos soportes: uno central, de piedra, que sostenía un espejo de pirita, y uno exterior, de madera, que recibía el mosaico de turquesa, pirita y concha. El diseño principal del disco tiene ocho secciones, cuatro de las cuales contienen un diseño de serpientes. La parte posterior del disco estaba pintada de rojo. En México se han localizado varios discos de mosaico de turquesa en contextos arqueológicos, pero muchos se han perdido en el proceso de levantamiento. En la década de 1990, sólo seis de estos discos habían podido ser restaurados, y la mayoría se encontraba en depósitos de museos, incluyendo mosaicos provenientes de Tula.

 

Valores históricos y simbólicos

Según las crónicas mexicas y coloniales (Sahagún, 1975), los toltecas fueron los inventores de las artes y los oficios, incluyendo los mosaicos, lo que hace relevante al disco de Tula.

El disco de Tula debió tener gran importancia por sus materiales y por encontrarse en una ofrenda localizada al centro  de uno de los principales edificios administrativos y religiosos del sitio. Las ofrendas eran medios de comunicación con las deidades, y eran actos repetitivos, por lo que se han encontrado discos similares en otros sitios arqueológicos. El diseño del disco puede observarse también en esculturas y relieves de Tula y Chichén Itzá. Se cree que formó parte de una ofrenda a xiuhcóatl, la “serpiente de turquesa”, una de las manifestaciones de Xiutecuhtli, dios del fuego, por los colores usados en el disco: azul para la serpiente, y rojo para la guerra, la sangre y el fuego, y porque estos discos aparecen representados como parte del ajuar de los guerreros, atados en la parte baja de la espalda.

El disco estaba compuesto por materiales valiosos de regiones lejanas, lo que confirma la existencia de las rutas extensas de comercio o tributo atribuidas a los toltecas (Noguez, 1995; Harbottle y Weigand, 1992). El que el diseño del disco se repita en objetos de otros sitios sugiere que había también intercambios  culturales. Además de Chichén Itzá y Tula, se han encontrado discos de piedra con espejos de pirita en sitios de Querétaro, Durango, Zacatecas y Chihuahua.

 

• Robert H. Cobean. Doctor en antropología por la Universidad de Harvard. Investigador emérito en la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH. Ha colaborado en proyectos arqueológicos en el área de Tula, Hidalgo.

• Patricia Meehan. Licenciada en restauración por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Estudios avanzados en prehistoria y arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid. Se especializa en conservación de materiales arqueológicos.

• Valerie Magar. Licenciada en restauración por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Doctora en arqueología por la Universidad de Paris I (Sorbona). Se ha especializado en conservación arqueológica y en historia y teoría de la conservación.

 

Meehan, Patricia, Valerie Magar, Robert Cobean “Un disco de mosaico de turquesa del Palacio Quemado de Tula”, Arqueología Mexicana núm. 141, pp. 60-63.

 

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