La cultura mixteca es una de las más relevantes de Mesoamérica. Las exploraciones en las distintas áreas de la región han mostrado que la mixteca era una sociedad compleja, que a diferencia de otras culturas tuvo una historia continua que va del Preclásico, desde por lo menos 1500 a.C., hasta finales del Posclásico. De hecho en la Mixteca hoy en día aún habita un buen número de miembros de este grupo étnico. Ocupa el cuarto lugar –luego de nahuas, mayas y zapotecos– entre los pueblos indios más numerosos de México. En la época prehispánica la región se encontraba dividida en señoríos independientes inmersos en una complicada red de relaciones económicas y políticas, que lo mismo incluían alianzas por medio del matrimonio entre miembros de la clase gobernante que enfrentamientos bélicos.
Los mixtecos se cuentan entre los mejores artesanos del México prehispánico, y sus creaciones fueron apreciadas en muchos otros lugares. Esta maestría creativa, basada en un dominio de las técnicas para la elaboración de diversos objetos, se plasmó en obras de todo tipo y realizadas con diferentes materiales: figuras y herramientas de obsidiana y cristal de roca; cerámica policroma, decorada con un sinfín de motivos geométricos, simbólicos y religiosos; grabados en hueso y madera con representaciones de escenas semejantes a las de los códices; adornos en jade, concha y turquesa, así como artículos de orfebrería, rama en la que eran considerados los mejores de Mesoamérica. Con el empleo de diversas técnicas como el martillado, la cera perdida, la filigrana y las aleaciones, elaboraron entre otros objetos: collares, pectorales, anillos, orejeras y narigueras. El mejor ejemplo de la maestría de esta cultura en la fabricación de objetos de oro, lo constituye la rica ofrenda depositada en honor de un señor mixteco, en algún momento del Posclásico, en la famosa Tumba 7 de Monte Albán, cuando esa gran ciudad zapoteca ya había sido abandonada.
Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 34, Culturas prehispánicas de México.