La producción metalúrgica mesoamericana fue resultado de decisiones tecnológicas relacionadas con factores económicos y ambientales, que reflejan también dimensiones de la esfera social, valores e ideologías. Se desconoce el momento preciso de estos eventos tecnológicos y las circunstancias históricas que los rodearon, pero es posible realizar una reconstrucción mediante el uso de investigación arqueológica, evidencia etnohistórica y análisis científicos y tecnológicos.
Las sociedades mesoamericanas utilizaron la obsidiana como la principal materia prima para hacer todo tipo de instrumentos. Por la abundancia de yacimientos de este vidrio volcánico y las tecnologías especializadas para trabajarlo, destacan las regiones del Centro y el Occidente de México, donde se desarrolló una de las industrias en obsidiana más complejas del mundo.
La diversidad geográfica en Mesoamérica propició que desde tiempos antiguos se establecieran redes de intercambio entre regiones ecológicas distintas pero complementarias desde el punto de vista cultural e ideológico. Hacia finales del primer milenio de nuestra era se había desarrollado una economía mercantil que permitía el flujo de productos primarios y bienes suntuarios a una escala intercontinental. En estas transacciones participaron mercaderes especialistas en el comercio a larga distancia, a quienes podemos reconocer arqueológicamente gracias a la permanencia de uno de sus emblemas distintivos.
La temática de los artículos que aquí se presentan –publicados originalmente en Arqueología Mexicana– es muy variada. Se habla de la civilización originaria de Mesoamérica y de las grandes creaciones que se produjeron en tal contexto geográfico e histórico.
Cristopher Michel Jimenez Meza, Manuel Eduardo Pérez Rivas
El estudio interdisciplinario del pectoral de concha esgrafiado de Nicolás Bravo ha proporcionado información crucial sobre el hadsab, un arma maya del Clásico Terminal, hasta ahora poco conocida.
La dinámica de copiar o reproducir escenas de guerra, arquitectura, expresiones iconográficas, objetos o dioses, puede considerarse como forma de “alteridad constitutiva”. Este concepto refiere a la noción constitutiva del otro, como un elemento ajeno que se desea incorporar en la comunidad propia, muchas veces para generar una consustancialidad con el otro.
Una cueva tropical importante por la cantidad y variedad de fósiles de fauna del periodo Cuaternario que se preservaron en ella es Loltún, Yucatán. Hace más de una década se realizó con éxito la extracción de ADN de algunas de sus piezas. Aquí se presentan los alcances y la relevancia que tuvo para el estudio de la evolución de las especies de roedores a las que pertenecen.
La integración de la arqueología, la antropología física y el análisis de ADN antiguo (ADNa) permitió reconstruir aspectos cruciales como la historia demográfica, la salud y la dieta de la cultura prehispánica serrana de Toluquilla. Éste es el primer estudio paleogenómico en individuos prehispánicos de México dirigido por una institución nacional.
Los nombres de lugar atañen a un sinnúmero de referentes de carácter geográfico, histórico, religioso o mitológico, y reflejan actividades realizadas por el hombre en los aspectos productivos tanto para su manutención como para su organización social. Como llegó a mencionar Anaya Monroy en su estudio de la toponimia tlaxcalteca: “…cuando el hombre dota a un lugar con alguna denominación, deja en él un aspecto de su modo de ser, un fragmento de su vida, de sus logros o inquietudes, y al mismo tiempo de su propia situación dentro de la cultura”.
Están relacionados con la salud, la enfermedad y la suerte. Suelen realizarse en épocas o situaciones de crisis individual y colectiva concebidas como de “mala suerte”, que pueden expresarse como enfermedades, desgracias, pérdidas e incluso la muerte de personas o animales. Se trata de rituales que propician la salud y la superación de la desgracia, aunque también pueden propiciar “daños”. Dentro de este grupo pueden incluirse los rituales de pedido de permiso al Dueño del Lugar para construir y habitar una vivienda, a fin de evitar males y desgracias.
José Luis Punzo Díaz y Fernanda Lucía Navarro Sandoval
El estudio arqueológico profesional en Tzintzuntzan, Michoacán, tiene ya más de 90 años de trabajos continuos y, no obstante, aún hay mucho que estudiar sobre la metrópoli, y la aplicación de nuevas tecnologías abre un nuevo panorama.
En las Relaciones geográficas del siglo XVI se encuentran diversas descripciones sobre la existencia de serpientes gigantes en tiempos primordiales o en épocas anteriores a la fundación de diversos señoríos. Gracias a la determinación de valientes guerreros que mataron a estas serpientes, se lograron crear las primeras comunidades o asentamientos en donde el héroe fundador o el gobernante originario se constituye como el creador de una nueva era.
Aparentemente la historia de la ciudad de México se inició con un milagro, preludio del establecimiento de varios grupos de migrantes en los islotes occidentales del Lago de Texcoco. Suele suceder en la historia del mundo que los milagros cobijen compromisos entre partes. El prodigio mexica no fue la excepción. Aludía a dos pactos, religioso uno, político el otro, ambos tan unidos que era imposible separarlos. El arribo, señalado por el milagro, sellaba de nuevo el compromiso entre las partes, y en esta forma nacía el altépetl.