Tecnologías líticas en obsidiana del Occidente de México

Rodrigo Esparza López

México es tierra de volcanes formadores de yacimientos de obsidiana, desde la península de Baja California hasta la frontera con Guatemala. Es en el Eje Neovolcánico Transversal, en el centro del país, donde existe mayor concentración. En Mesoamérica distintas sociedades utilizaron esta materia prima para hacer todo tipo de instrumentos, pero particularmente en el Centro y Occidente se dio una especialización en su explotación, producción y comercio, por lo que se convirtió en una de las industrias en obsidiana más complejas del mundo. El filo agudo de este material se aprovechó en utensilios de corte y también se hicieron piezas de uso ornamental y religioso. El uso de la obsidiana fue tan vasto que dejó una huella profunda en el registro arqueológico, principalmente en las minas o yacimientos, donde se observa gran cantidad de desechos de talla de hasta 2 000 años de antigüedad.

Los objetos de obsidiana pueden dar mucha información para conocer múltiples dimensiones de las sociedades pretéritas, desde reconocer las secuencias de talla para entender los procesos tecnológicos y sus cambios en el tiempo, hasta la posibilidad de identificar su “huella química” para saber de qué yacimiento provienen y así reconstruir rutas de intercambio. En este trabajo se aborda cómo la obsidiana fue un detonante en el desarrollo de las culturas del Occidente de México.

En Occidente existen muchos yacimientos importantes, pero hasta el momento los tres mejor estudiados son Ucareo-Zinapécuaro, Zináparo-Varal y la región Valles de Jalisco. Su explotación intensiva culminó en una distribución del material de estas fuentes por todo Mesoamérica y allende sus fronteras. Ucareo-Zinapécuaro, en el nororiente del estado de Michoacán, se conoce por su papel preponderante en las redes de comercio a larga distancia. Tiene una obsidiana gris veteada de muy buena calidad, la cual se empezó a explotar desde el Preclásico (ca. 600 a.C.-200 d.C.) por culturas como Chupícuaro y Loma Alta. Quienes la explotaron tenían una tecnología especializada en la preparación de navajillas prismáticas, y mucho de ese material llegó a varios lugares en México, Centroamérica y el Caribe.

Zináparo-Varal se encuentra en el norponiente de Michoacán. Las obsidianas más abundantes son de color gris mate, pero también hay obsidiana “meca” (es decir, combinaciones de rojo con negro o café con negro). La importancia de esta fuente radica en su explotación durante el Epiclásico (600-900 d.C.) y el Posclásico (900-1500 d.C.). Su producción se basaba en núcleos para obtener productos laminares, de módulos variados, con la técnica de percusión directa. Esta obsidiana se distribuyó en redes de comercio hacia la región de Tierra Caliente y la costa michoacana, pero también se ha encontrado en la Meseta Tarasca y en los estados de Guanajuato, Querétaro y parte de Jalisco.

La región de los Valles Centrales de Jalisco, o del volcán de Tequila, es un área extensa rodeada por volcanes extintos. Tiene una variedad de colores de obsidiana que van desde los más comunes, como el gris o negro y el rojo o café, hasta algunos muy raros como el azul, verde o arcoíris (fig. 4c). La exploradora inglesa Adela Breton estudió por primera vez los yacimientos de Tequila en 1898, y señaló que había tanta obsidiana en estas tierras que segura- mente era un emporio en la antigüedad. Su uso por el hombre se remonta a la Prehistoria, ya que en la región se han hallado puntas de proyectil tipos Clovis y Folsom talladas en este material.

Rodrigo Esparza López. Arqueómetra, especialista en estudios líticos y de comercio durante la época prehispánica. Profesor investigador del Centro de Estudios Arqueológicos de El Colegio de Michoacán. Dirige el Proyecto de Estudio y Caracterización Química de la Obsidiana en México.

Tomado de Rodrigo Esparza López, “Tecnologías líticas en obsidiana del Occidente de México”, Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 40-45.