En las Relaciones geográficas del siglo XVI se encuentran diversas descripciones sobre la existencia de serpientes gigantes en tiempos primordiales o en épocas anteriores a la fundación de diversos señoríos. Gracias a la determinación de valientes guerreros que mataron a estas serpientes, se lograron crear las primeras comunidades o asentamientos en donde el héroe fundador o el gobernante originario se constituye como el creador de una nueva era.
Según vemos en los relatos, estas enormes serpientes no solamente motivaron la creación de un topónimo o la fundación de un pueblo, sino también reflejan una profunda tradición mesoamericana sobre el importante papel de los ofidios en los orígenes del mundo. Recordemos que entre los mayas existe la figura del reptil celeste que fue responsable de una gran inundación en los inicios del tiempo. Se trata, en sí, de un ser que se compone de elementos serpentinos o cocodrilianos, suele tener patas de venado y en el cuerpo están representados glifos astrales y planetarios. Por estas características se le denomina Cocodrilo Venado Estelar, Monstruo Cósmico o Dragón del Diluvio.
Es interesante que en el documento mixteco conocido como Rollo Selden, vemos la imagen de una enorme serpiente que está siendo decapitada por un personaje de nombre 4 Lagarto. El reptil está relacionado con el agua o la lluvia que brota de su cabeza desmembrada, por lo que la intención de 4 Lagarto es interrumpir las abundantes lluvias que inundaron al mundo al matar a la víbora con su enorme lanza. Recientemente, García Barrios realizó un interesante estudio sobre los dragones de lluvia y su papel en el origen del mundo. La autora precisa la importancia de estos animales fantásticos en los relatos coloniales y en la iconografía prehispánica al destacar que, tanto la Serpiente Emplumada teotihuacana como el Cocodrilo Venado Estelar maya aluden a un gran diluvio asociado con el fin de la última era y cómo los dioses creadores tuvieron que levantar el cielo colocando árboles en los rincones cósmicos.
Tomado de Manuel A. Hermann Lejarazu, "Serpientes gigantes y héroes fundadores", Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 121, pp. 70-72.