Obtención de la ostra sagrada Spondylus por buceo profundo

José Carlos Beltrán Medina

La pesca, la caza y la recolección fueron actividades importantes desarrolladas por el hombre antiguo. Pese a la mala conservación de los restos biológicos, hay un material único que ha perdurado y que ofrece un valioso registro del pasado: la concha.

En la alimentación se utilizaron varias especies de moluscos, mientras que para fines suntuarios y ceremoniales tuvieron gran importancia los grandes caracoles como Lobatus, Triplofusus, Hexaplex y Olivas, así como las bivalvas Pecten y Pinctada mazatlanica, pero ninguna fue tan apreciada y buscada como la ostra roja del género Spondylus. Conocida como “ostra sagrada” (teochipolli en náhuatl), se trata de uno de los tesoros más apreciados del mar y uno de los frutos del océano más codiciados por el hombre, a pesar de que se encuentra en fondos marinos de difícil acceso. En México, en las bahías de Manzanillo y Banderas existen evidencias de su buceo y captura, transformación y comercio.

Durante las excavaciones arqueológicas en los sitios de Playa del Tesoro, Punta Mita, Tizate y Litibú se rescató un muestrario de 160 especies de concha, conformado por centenares de ejemplares, que permitió conocer los diferentes ambientes trabajados por los antiguos habitantes de esta región costera, las actividades que desarrollaron y las formas de cooperación. Hay géneros provenientes de playas y fondos de arena o de costa y fondos rocosos, otros son de estero o de fangos de intermarea, también hay un solitario caracol de tierra firme. Esto proporcionó evidencia sobre la recolección de marea baja en playas y en los esteros, recolección de intermarea en la costa rocosa, y también sobre la colecta de especies de fondos marinos, por las que se tuvo que bucear.

Las actividades desarrolladas alrededor de la explotación de la concha generaron una floreciente industria productiva y un dinámico mercado en varias regiones continentales. El análisis malacológico permitió documentar dos categorías de actividades: la primera estuvo destinada a la apropiación alimenticia, aprovechando las almejas, ostras, mejillones, lapas y caracoles de varias especies. La segunda estuvo orientada a la industria de la transformación de la concha, e involucró aspectos como la explotación del tinte, la fabricación de cal o la industria artesanal que logró un gran desarrollo y mercado. Aunque se trabajaron varias especies destaca Spondylus, cuyas conchas enteras y su variada joyería fueron intercambiadas con los pueblos del interior en México, el Caribe y Sudamérica, por lo que ocupa un lugar privilegiado en el universo precolombino.

La mayoría de las conchas que se consumieron o aprovecharon en el Occidente de México pertenecen a la provincia Panámica de fauna marina, la cual se extiende desde el golfo de California hasta Cabo Blanco Perú, que se trata de una misma zona ecológica. No obstante, en sitios arqueológicos de la región también se han recuperado moluscos de las provincias de California y del Caribe, lo que indica intercambios a larga distancia.

José Carlos Beltrán Medina. Doctor en arqueología del Neotrópico por la Universidad de Baja California. Profesor-investigador del Centro INAH Nayarit. Dirige el Proyecto Arqueológico Costa Sur.

Tomado de José Carlos Beltrán Medina, “Obtención de la ostra sagrada Spondylus por buceo profundo”, Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 58-63.